EL PAíS
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Tres visiones sobre las razones de la inseguridad
Alfredo Pucciarelli *.
Nueva violencia
“Considero que para entender lo que está pasando con el delito deben tenerse en cuenta tres factores. Por un lado, el crecimiento de la actividad delincuencial originado en las modificaciones en la vida de una gran parte de la población, lo cual es insoslayable. Por otro, el retiro esencial que hace el Estado respecto de aspectos básicos de la política de seguridad, como por ejemplo el mantenimiento de presos hacinados en comisarías y penales. Y finalmente, y en relación con los dos anteriores, el abandono estatal que termina por ser cómplice de la delincuencia. Aquí me refiero no sólo a los mecanismos tradicionales mediante los cuales sectores de la policía, la Justicia y los punteros políticos se protegen ocultando sus actividades delictivas, sino también a la forma deliberada en que el Estado como tal (y no sectores marginales) establece un pacto con las fuerzas de seguridad por el cual avala formas de financiamiento oscuras. Entonces, la sociedad empieza a sentir cómo quienes deberían protegerla dejan de cumplir su función para volverse en su contra. Y este elemento es esencial para comprender el proceso de disolución social que vivimos: ante la ausencia de mediación institucional, control y sanción al ejercicio de la violencia, ésta comienza a cobrar formas desnudas, entre las que se encuentran por ejemplo las agresiones entre pares o grupos de personas cercanos.”
* Sociólogo. Profesor en UBA.
ElIas Neuman *.
La impunidad
“Estos últimos casos donde la clase media empobrecida aparece interpretando el rol del delincuente ocasional tal vez están mostrando uno de los efectos de la impunidad. Esa labilidad entre un estado y otro, entre estar dentro y fuera de la ley, puede ser provocada porque se piensa mucho en la impunidad, y la impunidad es la no justicia.
”Hoy la persona que va a delinquir es un desesperado, su comportamiento no coincide con los de aquellos que estaban habituados a transitar en ese universo. Y eso es lo que está masificándose, pero no porque se masifique puede leerse como normal. Esta masificación se debe al hambre, que es la mayor violencia en el país, la falta de prestaciones sociales, la falta de trabajo, de estímulos y en ese camino el delito se trasforma o aparece como un atajo. Un atajo hacia una salvación donde hasta los propios hechos delictivos, como está sucediendo con los secuestros, son cometidos como desmereciendo la definición de un delito.
”Y se desmerece el delito porque los ejecutores no se lo toman en serio. En Colombia o en Venezuela, el secuestro es una industria que cuenta con una organización metódica. Esto acá no existe: acá un sólo grupo hace todo, y eso se hace de una forma muy improvisada. Y esa improvisación hace infructuosos los secuestros, tanto que se descubrió ya la participación de la policía.”
* Criminólogo.
Ana Quiroga *.
Desintegración
“Creo que toda esta sucesión de hechos de violencia no puede ser abordada sólo como un problema planteado por los secuestros. Las formas en las que se mata, en las que se secuestra, son un efecto de algo anterior, un efecto tardío o acumulado de la definición negativa de la vida que se ha integrado a la cultura de nuestro país a partir de los años de la represión. ¿O no fue ése el momento cuando el secuestro fue instalado como habitual? Con eso no pretendo hacer una homologación puntual con aquel momento. Pero en ese período se instaló una cultura de la muerte que puede rastrearse en esta etapa. Ese modo tan cruel de conducirse está demostrando una desvalorización de la vida, donde quien la tiene desvalorizada es el propio ejecutor. Su vida no vale nada y, por lo tanto, tampoco vale nada la vida del otro. En un país donde el 53 por ciento de su población está caída en la pobreza y tiene niveles de hambre como el nuestro, esto implica un grado terrible de violencia. Nosotros venimos de una historia de desintegración social, de atentados constantes contra lo social: nuestra historia instaló de hecho una significación negativa en todo proyecto colectivo. Y este presente también es efecto de esa historia. Las transgresiones a la institución familiar, como se vio en los últimos secuestros, demuestran que hay una permeabilidad y un estímulo para este tipo de casos por el nivel de frustración social.”
* Psicóloga social.
Nota madre
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