EL PAíS • SUBNOTA › EL FUTURO MINISTRO DE CIENCIA Y TECNOLOGIA
› Por Leonardo Moledo
En el anuncio del nuevo gabinete, se eleva la jerarquía de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva al rango de ministerio; una innovación que es probablemente el salto más importante en las políticas del sector desde la creación del Conicet. Página/12 tuvo la oportunidad de intercambiar unas breves palabras con el futuro ministro, Lino Barañao, actual presidente de la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica de la hasta ahora Secyt.
–Bueno usted, que es ahora el presidente de la agencia de ciencia y tecnología, dentro de más o menos un mes se va a convertir en nada menos que en ministro de Ciencia y Tecnología.
–Sí, así es.
–Antes que nada, quería felicitarlo...
–Gracias. Como se imaginará, estoy muy feliz, y no sólo por mí, sino por la creación de este ministerio.
–Usted es químico.
–Sí. Doctorado en la UBA. Siempre me dediqué a la investigación en biología celular como marco teórico y aplicado: células y vacas.
–Bueno ¿y por qué no me cuenta qué significa o cuál es el significado general de transformar la Secretaría de Ciencia y Tecnología en ministerio?
–Desde ya, es una jerarquización, pero es una jerarquización que va mucho más allá de lo formal, es asumir que la ciencia y la tecnología son reconocidos como motor del desarrollo y que se piensa pasar a un modelo de crecimiento basado en el conocimiento, con empresas de base tecnológica que tienen una característica particular y es que producen un derrame natural, sin que la responsabilidad de ese derrame quede exclusivamente en manos del Estado; por ejemplo, la industria del software, que se basa especialmente en el capital humano, en la materia gris.
–Bueno, la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología es una vieja reivindicación de la comunidad científica y de todos aquellos que estamos preocupados por las políticas científicas del país.
–Efectivamente, es una muy vieja reivindicación, por la que yo, en particular, y no sólo yo, vengo luchando desde que regresé al país en 1984. Fíjese que países como Brasil, o los países europeos, e incluso Pakistán, donde estuve hace poco, ya lo tienen.
–En cierta forma es una nueva forma de concebir el desarrollo.
–Es reconocer lo obvio: que la ciencia y la tecnología son el motor del desarrollo.
–¿Usted diría que este es el salto más grande en las políticas científicas desde la creación del Conicet?
–Sí, diría que sí, aunque marcaría un hito con la Agencia de Ciencia y Tecnología, pero sí, si lo ponemos en perspectiva histórica, creo que desde la creación del Conicet es el salto más grande.
–Porque le da una dimensión especial y central...
–Porque convierte a la ciencia y la tecnología en una política de Estado. Una vez que se crea un ministerio, la ciencia y la tecnología ya están instaladas en el corazón de las políticas de desarrollo y perduran más allá de los gobiernos; no es lo mismo que una secretaría, que derivaba de un ministerio a otro, o que de pronto aparecía en diferentes áreas del gobierno, a veces como una Cenicienta a la que no se le encontraba lugar y se le daba cualquiera. Y además, es el momento oportuno.
–¿Por qué?
–Porque las políticas que se siguieron en estos últimos cuatro años prepararon bien el terreno, integrando, repatriando, expandiendo científicos, impulsando la colaboración internacional, es decir, avanzando sin pausa hacia la conformación de un sistema científico integrado y eficaz.
–¿La creación del ministerio es un cambio de política o fundamentalmente una expansión?
–No es un cambio de política, es básicamente un cambio de escala, una enorme expansión.
–Como la expansión del universo...
–Bueno, yo soy biólogo celular. Pero volviendo a lo del momento oportuno, es importante notar que hay una gran demanda de la población, y no solamente la que se percibe en el interés que existe en las publicaciones sobre ciencia y tecnología, sino de la misma industria, del sector agropecuario, por ejemplo, que sabe que sin tecnología no habría alcanzado el nivel de exportaciones que tenemos.
–Y no sólo el sector agropecuario.
–Desde ya. Piense en la tecnología de nuevos materiales y en muchas otras industrias que alcanzaron niveles de desarrollo y de exportación que sin la incorporación de la ciencia y la tecnología hubieran sido impensables.
–Supongo que el ministerio también tratará de disminuir la dispersión que muchas veces se observa en los grupos de investigación...
–Sí, claro, pero no crea que no hemos empezado ya con eso, porque desde la Agencia hemos dado subsidios de muchos millones de dólares para la formación de grupos interdisciplinarios interesantes, para centralizar líneas de investigación. Hay mucho camino recorrido en estos últimos años, y por eso, bueno, es el momento en que el fruto está maduro como para caer por su propio peso.
–Como la manzana del conocimiento sobre la cabeza de Newton.
–Algo así.
–¿Hay algo más que me quiera decir?
–Bueno, que es una decisión trascendente.
–¿Algo menos formal?
–Bueno, entonces, ya que hablamos de la manzana de Newton, que esto es como una revolución en las políticas científicas.
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