EL PAíS • SUBNOTA
El designado ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, mostró en su primer viaje su entusiasmo por la iniciativa de biocombustibles.
› Por M.P.
desde Brasilia
El designado ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, todavía se está acomodando a lo que significa su futuro cargo. Ayer contó que le había causado cierto impacto compartir un avión con los funcionarios que aparecían todos los días en los diarios. Se lo notaba distendido y con ganas de hablar, de contar cuáles son sus planes. Acodado contra el mostrador del lobby del hotel Kupitschek, se dedicó a conversar con los periodistas mientras los demás ministros se escabullían en masa hacia el ascensor. Doctor en Química y responsable de la Agencia de Promoción Científica Argentina, sabe mucho de biocombustibles. Consultado por el debate que circula en Latinoamérica acerca del uso de los alimentos para hacer naftas y gasolinas biológicas (discusión que popularizó sobre todo Fidel Castro), Barañao dijo que el país debe incorporar valor agregado al aceite de soja. “Es una oportunidad que en la Argentina no podemos desaprovechar. En vez de vender aceite, vender biodiesel. Es una oportunidad del mercado que no podemos dejar pasar”, admitió.
El embajador argentino en Brasil, Juan Pablo Lohlé, lo había definido como un experto en biocombustibles. Barañao dijo que lo suyo era otra cosa. Sin embargo, cuando se le preguntó por uno de los temas más polémicos de la política latinoamericana actual (porque divide a las potencias energéticas tradicionales, Venezuela y Bolivia, de los países que tienen fuentes alternativas), Barañao reconoció que su ministerio tiene previsto meterse en la materia. Aunque aclaró que no será la prioridad (“el objetivo principal no es sólo agregar valor, sino producir un impacto social en lugares deprimidos”), dijo que su cartera cooperará con las aceiteras que quieren producir biocombustible. Una de las empresas del rubro más conocidas es la Aceitera General Deheza, de Córdoba, cuyo titular es el actual senador Roberto Urquía.
“Desde la agenda de promoción científica internacional, con aportes del Tesoro Nacional y el Banco Interamericano de Desarrollo, vamos a dar créditos de cuatro millones de dólares a quienes quieren desarrollar tecnología para hacer más eficientes los biocombustibles. Con aceite de soja se puede hacer biodiesel”, dijo a Página/12.
–¿Qué piensa usted de las críticas que recibió el proyecto de usar biocombustibles? ¿Incrementará la hambruna en el mundo?
–Como químico no me parece que la mejor opción para usar el aceite de soja sea quemarlo. Los organismos vivos dependemos de los biocombustibles.
Como el resto de los ministros, Barañao tiene en carpeta varios proyectos de cooperación con Brasil: un programa conjunto de biotecnología, con un financiamiento de 6 millones de euros, y otro similar en materia de nanotecnología, que manipula la materia en sus dimensiones más pequeñas, como la millonésima parte de un milímetro, y permite entre otras cosas generar nuevas aleaciones para material biomédico.
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