El 19 y 20 de mayo del año pasado, el secretario de Cultura, José Nun, organizó una serie de conferencias públicas y debates en la Biblioteca Nacional para discutir la relación entre Nación, cultura y política, de los que participaron algunos intelectuales de peso, como Natalio Botana, José Carlos Chiaramonte, Horacio González, José Pablo Feinmann, Eduardo Rinesi e Hilda Sabato, entre otros.

En la inauguración del evento, cuyas desgrabaciones revisadas integran el libro Debates de mayo, Nun apeló a la definición de “festival” de Durkheim, en el sentido de un espacio que habilita la discusión, el debate y la concertación de la sociedad. “Nuestra apuesta es que, desde ahora, el bicentenario se vaya constituyendo en ese gran momento de entusiasmo colectivo que nos permita replantearnos nuestros modos de construir la realidad y quebrar definitivamente la secuencia de las innumerables crisis que hemos venido padeciendo y que todavía sufrimos”, explicó el funcionario.

El eje del “festival” sería la discusión en torno a un nuevo “proyecto de país”, según la definición de Nun. Aunque reconoce que una cosa era debatir esto en los orígenes de la constitución de un Estado y otra muy distinta es intentarlo cuando el Estado existe desde hace tiempo, y aunque admite las complicaciones de hacerlo cuando, por ejemplo, dos tercios de las 200 empresas más grandes del país son extranjeras, Nun cree que de todos modos, es necesario. Es más: en su presentación desarrolló los tres ejes del “proyecto nacional”: el primero es el principio de autonomía; el segundo es la unidad territorial, económica y social del país, y el tercero, la identidad cultural, que “implica la concientización de la población, lo cual de ninguna manera significa uniformidad, sino respeto por la diversidad cultural en un marco de solidaridad que nos encuentre unidos a todos en grandes decisiones”.

Abogado y politólogo de larga trayectoria, Nun asumió como secretario de Cultura en reemplazo del estrafalario Torcuato Di Tella en marzo del año pasado. La edición del libro Debates de mayo implica, además de un esfuerzo del funcionario por abrir la discusión, la reafirmación de su hipótesis de “nacionalismo sano”, que había lanzado provocativamente en un reportaje en Clarín en el 2003. En aquel momento, la definición provocó un pequeño terremoto en el submundo de los intelectuales argentinos: algunos, como Marcos Novaro y Vicente Palermo, lo acusaron de no medir las implicancias profundas de sus palabras, mientras que otros (Maristella Svampa) salieron prestos a defenderlo.

Pero, además de retomar antiguas ideas, Nun ha hecho algo más. Con sus declaraciones, con el libro que acaba de publicar y, sobre todo, con su decidida presencia en el Gobierno, Nun asumió un papel protagónico como parte del núcleo de intelectuales que se acercó al kirchnerismo cuando, al comienzo de su gestión, el Presidente intentó, improvisadamente, articular un grupo con el que dialogar sobre la marcha del Gobierno, al estilo del Grupo Esmeralda de la primavera alfonsinista. Aunque esa iniciativa no prosperó en una manifestación más orgánica, Nun aceptó hacerse cargo de la Secretaría de Cultura, y ha dado algunos pasos para proveerle al kirchnerismo un relato más articulado en el cual inscribir su gestión: los debates sobre un “proyecto de país” y la idea de Kirchner como líder neodesarrollista –hipótesis que seguramente agradará al Presidente– están en el centro de esta intención de insertar al kirchnerismo en una perspectiva de más largo alcance, que le otorgue al Gobierno un sentidoque le permita superar la incómoda sensación de que se trata de una suma de decisiones tácticas.