› Por José Natanson
Analizar la historia reciente es difícil. Muchas veces aún no ha salido a la luz información relevante para entender por qué sucedió lo que sucedió, ni ha pasado el tiempo suficiente para poder ver las consecuencias que se siguen de un acto. Los actores –y el mismo historiador– están inmersos en ella, la han vivido en persona, y por eso a menudo no resulta sencillo asumir la distancia crítica necesaria para entenderla en profundidad. “Si se hubiera escrito la historia de la convertibilidad en 1999, muchos, seguro que muchísimos más que hoy, hubieran estado tentados de destacar sus méritos y relativizar sus defectos”, explica Marcos Novaro.
Pero también tiene sus ventajas. Para la “historia antigua”, los expertos muchas veces no tienen más remedio que recurrir a fuentes de segunda mano, y a menudo resulta difícil encontrar documentos y testimonios que rompan con el consenso de época. En cambio, en la historia reciente las cosas están frescas y conviven una amplia pluralidad de versiones, lo que puede ser visto como un obstáculo, pero también como una oportunidad: es posible tomar contacto directo con los protagonistas e interrogarlos acerca de los motivos de sus acciones.
Un claro ejemplo de esto último es Historia de la argentina contemporánea, donde Novaro busca iluminar un pasado inmediato, a la vez “omnipresente y esquivo”. Recientemente publicado, el libro forma parte del intento de su autor por bucear en los procesos políticos y económicos más cercanos, algo que ya hizo –a menudo en colaboración con Vicente Palermo– en algunos seminarios, en el proyecto de archivo oral de la Flacso y en libros como Pilotos de tormenta, Política y poder en tiempos de Menem y La dictadura militar.
En Historia de la Argentina contemporánea, Novaro sitúa acertadamente el eje de análisis en la última dictadura militar. La primera parte, “el ciclo de la decadencia argentina”, que comienza en 1929, recorre los antecedentes y procesos que condujeron al golpe de 1976. “¿Cómo fue posible que en un país con un nivel relativamente alto de desarrollo social y cultural, con instituciones tal vez inestables, pero no inexistentes, se impusiera semejante barbarie y destrucción, se descompusiera hasta tal extremo la convivencia civilizada y el estado de derecho? La explicaciones posibles son muchas, pero una cuestión esencial no puede pasar desapercibida: si esto fue posible es en parte porque esa dictadura no surgió de un día para el otro, ni fue la obra exclusiva de un pequeño grupo de fanáticos alienados. El régimen y sus protagonistas tuvieron raíces profundas en la sociedad y en sus procesos previos”, sostiene el autor.
Politólogo y doctor en filosofía, Novaro es uno de los más brillantes exponentes de una nueva generación de cientistas sociales: anda por los cuarenta, unos cuantos años más joven que Guillermo O’Donnell, Pepe Nun o Isidoro Cheresky. Con una pluma filosa y una clara voluntad polémica (lo cual le ha generado más de una crítica de otros académicos), a Novaro hay que reconocerle la decisión de meterse con los temas más complejos y discutidos. Coherente con su voluntad de intervenir en el debate público, ha publicado un libro sólido y polémico, que forma parte de la colección de Edhasa, que en los últimos tiempos ha hecho un gran trabajo reeditando textos inconseguibles –Evita, de Marysa Navarro, o Los cuatro peronismos, de Alejandro Horowicz– y arriesgando en el difícil género del ensayo, la historia y las ciencias sociales.
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