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“Si el Estado no interviene, es el capitalismo el que tiene más poder. En la Argentina esto ocurrió muy fuertemente con el terrorismo de Estado y con el neoliberalismo de los años ’90. Nos estamos reponiendo de esa situación de debilidad, pero cuesta mucho, porque vivimos en lo que los intelectuales del neoliberalismo llaman eufemísticamente ‘el fin de las ideologías’. Sin embargo, pocas veces la realidad fue tan ideologizada”, dijo José Nun. Esa es una las razones por las que son necesarios, casi imprescindibles, “ciudadanos activos, entusiastas, creativos”, para velar por una democracia más participativa. Al menos, las doscientas personas que escucharon al secretario de Cultura de la Nación en el bar L´O, de San Telmo, respondieron a esos tres adjetivos. La charla fue pródiga en aplausos, dudas, preguntas y reflexiones. Y comenzó empapada de música porteña: Néstor Marconi regaló “Sur” y “Los Mareados”.
El gran impulsor del ciclo Café Cultura Nación se internó en los laberintos del fortalecimiento democrático. Este tema enlaza las miles de charlas en todo el país: contactos cara a cara con referentes sociales para desparramar sus experiencias y permitir que los ciudadanos expresen sus ideas. “Tenemos que lograr que ese tipo de ciudadanos no se cuenten con los dedos de una mano, sino que crezcan y se fortalezcan”, agregó Nun.
“En nuestro país usamos palabras que tienen una carga ideológica fenomenal. Un ejemplo es el de las palabras en inglés ‘haven’ y ‘heaven’. La primera significa guarida de piratas, mientras que la segunda quiere decir paraíso. En la literatura anglosajona se habla de ‘fiscal haven’, es decir, ‘guaridas fiscales’, donde se llevan su plata los evasores. Al castellano se tradujo como si ‘haven’ fuera ‘heaven’, entonces hablamos de ‘paraísos fiscales’. Y como las palabras tienen poder constitutivo, la gente que evade, lleva su dinero a un paraíso, está huyendo del infierno”, siguió el secretario de Cultura.
Entonces, un poema del escritor ya fallecido Ramón Plaza llegó al café de la mano de Tom Lupo: “Yo no sé si por razones de azar, ironías del destino o sabiduría de los dioses / Pero en mi ciudad, Buenos Aires, / yendo de sur a norte, / Independencia queda después de Estados Unidos”, recitó y arrancó risas entre la audiencia.
El diputado Jorge Coscia intervino para precisar que “la soberanía del pueblo combinada con justicia social se dieron en el nacimiento de la democracia representativa con el voto obligatorio; con Yrigoyen y durante el peronismo”.
“La Iglesia históricamente ha tenido reservas con la democracia y aún hoy las tiene. Si se les preguntara a muchos obispos qué sistema prefieren, dejarían de lado la democracia, porque este sistema compite con el poder de la Iglesia. Un político tiene que conocer a los pobres, tiene que besar esa llaga para tener esa sensibilidad. Y la Iglesia también tiene que conocer eso, porque si no, no será la Iglesia de Jesús y será la maldita Iglesia del poder” opinó, por su parte, en el transcurso de la larga charla, el padre Luis Farinello.
Un vecino agradeció la llegada de Café Cultura a Lugano. “En el barrio se ha conformado una junta de estudios vecinales democrática, para festejar el Bicentenario. Y Café Cultura ayuda a crear espacios que inviten al debate”, dijo entusiasmado. Otra vecina sugirió que el ciclo se ocupe de llegar a los jóvenes: “Soy educadora, y es muy importante aprender a dialogar, a razonar, a pensar y a opinar. La democracia se aprende practicándola y, para eso, la educación es fundamental. Hay que empezar con los padres y con los alumnos”, dijo.
La Madre de la Plaza de la Línea Fundadora Tati Almeida también pidió el micrófono: “Falta mucho para que la democracia sea aquella por la que a nuestros hijos les arrancaron la vida. Pero tenemos que defender esta democracia, que tanta sangre costó lograr. No hay que quedarse con la crítica porque sí, hay que presentar proyectos, no quedarse con la mugre, con el hecho de desestabilizar nada más. No nos convirtamos en idiotas útiles”.
Hubo muchas caras conocidas. Actores, músicos, dibujantes, periodistas y escritores se mezclaron con cientos de ciudadanos anónimos que participaron de igual a igual en la charla de Nun. El resultado fue una gran reunión de hombres y mujeres interesados en intercambiar opiniones, en escuchar y compartir ideas sobre los temas de la vida social y política que no circulan por los grandes medios y son invisibilizadas para la mayoría de la gente. “Intentamos promover hábitos de reflexión, de argumentación, de revalorización de los elementos de la propia cultura, indispensables para la autonomía moral que exige una ciudadanía plena. Queremos que la gente participe y que perciba a quien piensa distinto no como un enemigo, sino un adversario a convencer. Esa es la idea básica”, dijo Nun.
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