ESPECIALES • SUBNOTA
Cuatro cosas muy puntuales. Es necesario un compromiso científico-técnico, valga la redundancia, comprometido, que nos juguemos por ese compromiso para ofrecer al enfermo respuestas posibles a sus necesidades. Tratamientos de dolor, terapias que le ayuden a sobrevivir sin padecer en extremo.
Debemos afrontar con claridad las falsas opciones que proponen, bajo la forma de la eutanasia, el suicidio asistido, el saneamiento terapéutico, que puedan precipitar a un individuo hacia el pedido de una eutanasia y que en realidad no debería ser así.
Es necesario un replanteamiento profundo de lo que significa el sufrimiento humano. El hombre, naturalmente, es sufridor y tiene que saber cuál es el sentido de su vida. Entonces, eso es necesario que lo replanteemos.
Redescubramos el valor trascendente de la vida humana, de la propia vida, del enfermo y de los que están alrededor de él.
Bien, yo diría que por fuera de las convicciones morales tenemos la posibilidad de elegir y tener en cuenta que la despenalización de la eutanasia permitiría explorar y avanzar, controlar prácticas clandestinas, prácticas que pueden ser nocivas, prácticas que violan en todo caso el derecho a la autonomía del paciente y que se ejercen sin conocimiento. La noción de muerte digna no es la eutanasia. La muerte digna es lo que cada uno considera que es la muerte digna, es lo que cada uno elige como manera de morir.
Y por otro lado recordemos que esto es un acto voluntario y que por la contraparte médica existe una figura legal que es la objeción de conciencia. Cualquier administrador de salud que no quisiera participar en esto puede ampararse en lo que se llama objeción de conciencia, mientras que el paciente que solicita esto no tiene dónde ampararse.
Por un lado no me logró convencer de por qué no despenalizar, dado que me quedo con la impresión de que entra en el derecho individual, como la Dra. Farías lo defendió. Pero por otro lado me quedó la sensación de lo complejo que es el problema, de lo que necesita nuestra sociedad discutir los alcances, y creo que debería haber más programas con los distintos detalles de esto.
Hay una palabra que me quedó en el medio y que me hace ruido y es paternalismo. Y también me daría miedo pasar del paternalismo de los médicos al paternalismo de los jueces. Les tengo tanto miedo a unos como a los otros. Me parece que en el fondo ahí está la complejidad del tema. No tengo duda de que uno puede tener la libertad de decidir, pero siempre estamos diciendo que la vamos a pasar de un médico, a un juez, a una ley... Creo que es un debate muy interesante para profundizarlo en el ámbito social y el cambio de opinión del 27 por ciento en el público es una muestra de lo que podría pasar a nivel social si se discutiera profundamente.
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