ESPECTáCULOS
› EL FESTIVAL “EUROPA, UN CINE DE PUNTA” AVANZA PESE A TODO
Si hay crisis, mejor que no se note
En medio de la peor temporada en años, Punta del Este conserva su muestra cinematográfica como un tesoro. Sin invitados ilustres, y con menos pompa que en otras ocasiones, el ya legendario Cantegril sigue siendo un lugar donde se exhibe, con mayores o menores aciertos, un cine no convencional.
› Por Martín Pérez
A pesar de la crisis, Punta del Este quiere seguir siendo Punta. Sin embargo, de lo único que se habla en la prensa local no es del verano, el sol, la playa o la temporada sino de una manifestación. La que este jueves realizará la central de trabajadores uruguaya, en micros desde Montevideo y a pie desde Maldonado, y que pretendía ingresar a la mismísima península. Un intento que ha sido prohibido por el gobierno uruguayo, que se explayó sobre su obligación de proteger los valiosos centros turísticos. Una explicación que no satisface a uno de los choferes encargados de llevar de aquí para allá a los invitados del ya tradicional festival de cine europeo que todos los veranos se realiza en Punta del Este.
“¿De qué se van a asustar los porteños? ¿Es que nunca vieron una manifestación?”, se pregunta el chofer en voz baja, pero con lógica aparentemente irreprochable. Lo cierto es que Punta es Punta. Y que, aunque ha pasado una semana, todavía se recuerda el disgusto de la mayoría del relajado y coqueto público presente cuando a Roberto Giordano se le ocurrió cerrar su tradicional desfile esteño con niños caceroleando. Es que aquí la actitud ideal, aun en medio de la peor temporada que los comerciantes se atrevan a recordar, parece ser esa del negocio del espectáculo que asegura que el show debe seguir. Y por lo tanto la quinta edición de “Europa, un cine de Punta” ya está en su apogeo.
Con mucha menos pompa que en años anteriores, y también muchos menos invitados –a secas, ni siquiera ilustres–, el evento creado y dirigido con experiencia de piloto de tormentas por el argentino Carlos Morelli capeó con todo éxito un amague de suspensión de último momento. Y exhibe su programación, desde la inauguración realizada el pasado jueves, tanto en la tradicional sala del festival en el country Cantegril como en una sala del complejo Hoyts del Punta Shopping, aunque esta última sede se encuentra prácticamente vedada a los periodistas. Toda la actividad oficial se concentra entonces en el Cantegril, donde los escasos invitados realizan sus conferencias de prensa, y donde –con entrada libre– a media tarde se llevan a cabo los homenajes propios de todo festival que se precie de tal.
El gran homenajeado del festival es el inmenso Paco Rabal, fallecido el año pasado, con la exhibición de dos de los films de su inmensa filmografía: El palomo cojo (1995) y, especialmente, Los santos inocentes (1984), dirigido por Mario Camus. Uno de sus últimos trabajos, el film italiano A la revolución sobre dos caballos (2001), premiado en Locarno y dirigido por Mauricio Sciarra, también forma parte de la programación oficial. Ayer domingo, mientras tanto, el homenaje de la tarde estuvo dedicado al cine argentino, con la programación del clásico La guerra gaucha (1942), cuya exhibición estuvo acompañada por la presencia de Amelia Bence y María José Demare.
Se podría decir que, casi acompañando la copia que ayudó a ceder al evento, se dejó ver por el festival el ex director del Incaa argentino, el Dr. Onaindia, con su renuncia recién aceptada. “La presenté prácticamente antes de la renuncia de De la Rúa, pero recién me la aceptaron cinco presidentes después”, bromeó un relajado Onaindia, que se puso serio para afirmar que lo que principalmente le impidió pensar en continuar en su cargo –pese a los pedidos de que continuase– fueron sus dudas sobre la legitimidad constitucional del nuevo gobierno. Al ser consultado por la realización o no del Festival de Mar del Plata, el ex funcionario recordó que esta semana sería límite para llevarlo a cabo tal como estaba planeado. “Pero para decidir afirmativamente algo así hace falta un responsable en el Instituto para organizarlo, un responsable de Culturapara apoyarlo y un ministro de Economía que gire los fondos”, recordó, escéptico y resignado.
Además de los homenajes, otras filmografías invitadas al festival europeo de Punta del Este son la norteamericana, la uruguaya y la portuguesa. Este año, bajo el rótulo “La noche americana”, se presentó la película El hombre que nunca estuvo, de Joel Coen, rodada en blanco y negro, con Billy Bob Thornton como protagonista y de inminente estreno porteño. Mientras que esta noche la sección “Acuarela de Brasil” será ocupada por el film Bufo & Spallanzani, una adaptación de Rubem Fonseca que formó parte de la competencia del último festival marplatense. Para completar los países invitados no podía faltar el local, por lo que en la sección “Uruguay en el despegue” mañana se presentará el film En la puta vida, candidato uruguayo al Oscar, dirigido por Beatriz Flores Silva.
En lo que se refiere a la verdadera excusa cinematográfica alrededor de la cual se realiza esta muestra, que le permitió afirmar en su inauguración al intendente de Punta del Este que “Uruguay es el país más europeo de América”, las presencias más rutilantes son las del cine francés, que abre y cierra el evento, y la del omnipresente cine español. Junto a la inaugural Amélie, de Jean-Pierre Jeunet (gran candidata a llevarse el Oscar de este año al film extranjero), el cine francés en Punta incluye C’est la vie, con Jacques Dutronc y Sandrine Bonnaire; Reinas por un día, de Marion Vernoux y Mi mujer es una actriz, que clausura el festival con la presencia rutilante de su protagonista Charlotte Gainsbourg, hija del mítico músico francés Serge Gainsbourg junto a Jane Birkin.
En lo que se refiere al cine español, ya se vieron Juana la Loca, de Vicente Aranda –la nominada española al Oscar–, la coproducción venezolana Una casa con vista al mar –nominada al Oscar por Venezuela– e Intacto, opera prima del “amenabariano” Juan Carlos Fresnadillo, protagonizada por Leonardo Sbaraglia, Eusebio Poncela y Max von Sydow. También está presente Ken Loach por Inglaterra, con su crónica del empleo ilegal en Estados Unidos, Pan y rosas (2000) que, si no fuese por la crisis, se hubiese estrenado este año en la Argentina, y las holandesas Magonia (2001) y El soplón (2000). Bajo bandera italiana, la sorpresa fue Reconciliados (2000), un film presentado el año pasado en Berlín y dirigido por una argentina, Rosalia Polizzi. Con resultados dispares, su historia mezcla recuerdos, arrepentimientos y castigos involucrados en el terrorismo de izquierda tanto en la Argentina como en Italia.