Lun 28.10.2002

ESPECTáCULOS

Attaque 77 y su millón de amigos festejaron los 15

La banda llenó tres veces el Estadio Obras. Un seleccionado de músicos los acompañó en el repaso de su trayectoria.

› Por Javier Aguirre

Cuando quince años atrás, con cierta impronta de marginalidad –no lacerante como la de estos tiempos– y con una pasión casi ingenua por el punk rock ramonero, Attaque 77 comenzaba su camino, no era seguro que la banda fuera a crecer hasta el punto de editar doce discos y animar veinte veladas en el Estadio Obras. Acaso con más oficio y sacrificio que con varitas mágicas o azar, la banda es un ejemplo de músicos en gira permanente, que en base a trabajo y coherencia construyó un éxito propio (por una senda artística distinta que todas las demás bandas de rock convocantes de la Argentina), explicable especialmente por un vivo contundente y enérgico, capaz de diluir cualquier cuestionamiento sobre conservadurismos musicales. La excusa de los festejos por sus quince años de carrera no sólo devino en tres calientes funciones en Obras (la tercera, agregada después de haber agotado entradas en las dos primeras), sino que demostró hasta qué punto es respetada y querida la banda en la escena rockera, ya que músicos de distintas generaciones y con perfiles bien diversos se sumaron a la fiesta.
Al tono retrospectivo y minucioso que tuvo la serie de conciertos (más de cuarenta canciones por función) la banda sumó su contundencia escénica habitual, varios cambios de vestuario y numerosos aportes visuales. Hubo piñatas, sirenas, acróbatas con arneses e invitados no músicos, como la sexy-perenne Edda Bustamante para bailar el canto a sí misma “Caminando por el microcentro”, o como dos luchadores de catch –ilustrando la versión de la marcha de “Titanes en el Ring”– que representaban sin nombrarlos a George W. Bush y a Bin Laden (se llamaban Bu y El Talibán), y que desembocó en una espontánea toma de posición por parte del público adolescente: “O-saaaaaa-ma; O-saaaaaa-ma...” El espacio político tuvo también su acercamiento a la coyuntura local cuando el guitarrista Mariano Martínez habló de “los políticos hijos de puta que estuvieron en el poder, los políticos hijos de puta que están en el poder, y los políticos hijos de puta que van a estar en el poder”. Más allá de las anécdotas puntuales y del distinto tino de los invitados (impecables el intervalo tanguero de Los Quemados & Ariel Minimal y la intervención de Michel Peyronel en la batería de la añeja “Dulce Navidad”; imperceptible pero entusiasta el saxo de Sergio Rotman; poco feliz el intento de Pil Trafa en “Espadas y serpientes”), la recorrida tuvo perfiles distintos. A ello contribuyeron la amplitud temática del grupo y la explosión generada por cada uno de sus hits. También fue revalidada la pertenencia a la liturgia punk cuando Ciro Pertusi recordó a las figuras del género fallecidas durante el último año: los ex Ramones Joey y Dee Dee, y el argentino Ricki Espinosa, quien liderara el grupo Flema.
Las tres funciones en Obras en un mismo año enfatizaron el carácter cumpleañero. Presentó un muy buen clip confeccionado con viejas fotos e imágenes de video de la trayectoria del grupo, acompañado por la música de “Fútbol de Primera” y con la locución en off del relator –y acaso un inesperado degustador del punk rock– Marcelo Araujo. Ahora, la banda que nunca descansa tiene la cancha abierta para volver a estudios y grabar el primer disco de material nuevo de sus próximos quince años.

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