ESPECTáCULOS
› LA NOTABLE CECILIA DIAZ EN EL COLON
“Este es el lugar en que prefiero cantar”
La notable mezzosoprano argentina Cecilia Díaz encabeza el elenco que estrena hoy en el Teatro Colón una versión de concierto de la pieza sinfónico-vocal “La Condenación de Fausto”, de Berlioz.
› Por Diego Fischerman
“Esta obra, este personaje, son para mí”, dice Cecilia Díaz y el tono no permite dudas. La notable mezzosoprano argentina está segura de que Margarita, en La Condenación de Fausto de Héctor Berlioz es exactamente el rol que quiere cantar en este momento. Y a partir de hoy podrá demostrarlo. Esta especie de pieza sinfónico-vocal fronteriza con la ópera volverá a escena en el escenario del Teatro Colón y la cantante, junto a Carlos Bengolea como Fausto y Marcelo Lombardero (que alternará el papel de Mefistófeles con Gui Gallardo) será la protagonista. Con dirección de Sefan Lano, participarán también los cantantes Christian Peregrino y Lucas Debevec Mayer, alternando el papel de Brander, la Orquesta Estable, el Coro de Niños y, en un lugar protagónico, el Coro Estable del teatro.
Con funciones, además de la del estreno (que será a las 17), el martes 5, el jueves 7, el sábado 9 y el martes 12 (todas a las 20.30), esta “leyenda dramática” escrita en 1846 es, además de una de las obras más bellas del repertorio sinfónico-vocal, una de las más difíciles de clasificar. Si bien esta obra fue creada originalmente para ser interpretada tal como lo será en el Colón, desde una revisión de la obra realizada a fines del siglo XIX suele representársela como ópera, lo que siempre produce algún grado de fractura dado que su sistema narrativo es absolutamente fragmentario. Una excepción es la puesta de La Fura dels Baus, presentada en 1999 en el Festival de Salzburgo, donde esa estructura hecha de retazos está incorporada también en lo visual.
“Para mí es exactamente lo mismo que si se hiciera en escena. No es que vaya a deambular por el escenario sino que, simplemente, el abordaje a la personalidad de Margarita, a lo que le pasa al personaje, es un abordaje dramático. La pasión es la misma y éste no es un personaje para hacer sin pasión. Que la versión sea de concierto es superfluo. No canto a Margarita como si cantara una cantata de Bach. Trato de poner todo lo que emocionalmente me surge. Como sentimiento, como emoción, no pienso esto como un concierto aunque ésa vaya a ser la forma”, explica la cantante.
Para una mezzosoprano con las características de Cecilia Díaz otro papel inevitable es el de Carmen, en la ópera de Bizet. “Hice ya tres producciones de esa ópera pero, en realidad, todavía no pude hacer la Carmen que me interesa. La hice en Manaos, en el famoso teatro de Fitzcarraldo, en una versión musicalmente muy buena pero con una puesta que no me convenció. Para mí Carmen no es la mujer fatal, distinta a todas las otras, la única que está impecable y con la flor en la boca mientras está amasando tabaco en la fábrica. Ella es una más y lo que hace ella seguramente lo hacen todas sus compañeras de la tabacalera”.
Díaz, que acaba de cantar en varios lugares de Europa y Estados Unidos en un espectáculo sobre Monteverdi montado por René Jacobs (quien la conoció en L’Incoronazione di Poppea, en Buenos Aires), que hizo el Oedipus Rex de Stravinsky en España y que actuó en México dirigida por Plácido Domingo, sabe que la decisión de vivir en Argentina le cuesta no tener una carrera internacional más intensa aún. “Es que éste es el lugar en que prefiero cantar. Yo me formé en el Instituto del Colón, fui integrante del Coro Estable, debuté aquí y, si tengo la posibilidad de cantar en el Colón, dejo cualquier otra cosa. Siento que éste es mi teatro. Por supuesto que jamás voy a poder tener el ritmo de actividad en el exterior que podría tener si viviera en Europa o Estados Unidos pero yo, para cantar, necesito cierto encuadre que no creo poder lograr afuera. Soy muy apegada a la familia, a las cosas queridas, a las costumbres y entonces trato de mantener la fantasía de poder hacer esto desde acá. Pero hay cosas que son imposibles. He sacrificado una carrera fuerte por una más tranquila, como la que estoy haciendo, porque en realidad, no quiero irme. Estoy yendo y viniendo y eso me hace bien, me estimula. El solo hecho de saber que vuelvo me sostiene.”