ESPECTáCULOS
› ENTREVISTA A GUSTAVO CORDERA, CANTANTE DE BERSUIT VERGARABAT
“Ahora el desafío es poder innovar”
El líder explica en esta nota por qué durante el verano el grupo Bersuit le pondrá un freno a sus actuaciones en vivo. Como despedida, esta noche y el próximo fin de semana continuarán celebrando en la meca del rock argentino, el estadio de Obras Sanitarias.
Por Javier Aguirre
El grupo Bersuit Vergarabat recordará al 2002 como el año de su masividad. Si bien el éxito les sonríe desde 1999, cuando su disco Libertinaje los regresó a las primeras filas del rock argentino después de su tempranero buen pasar de principios de los ‘90, este año la popularidad de la banda rompió sus propios records: hoy se presentarán en el estadio Obras, donde ya tocaron cinco veces en lo que va del año, incluyendo el show de anoche. Y debido a que estas dos funciones agotaron las entradas, la banda planea agregar dos más, el próximo fin de semana, con lo que su marca llegaría a ocho conciertos en un mismo año. El crecimiento progresivo de su popularidad en Buenos Aires (habían brindado un show en Obras en 1999, dos en 2000 y tres en 2001) viene acompañado de un impacto similar en el interior. Hace pocas semanas fueron la gran atracción en el festival La Falda Rock, y vienen desarrollando una constante actividad internacional. El gran presente de los conciertos de la banda fue documentado este año con la edición del álbum De la cabeza con Bersuit Vergarabat, grabado justamente en Obras. Gustavo Cordera, el cantante, confiesa que vive asombrado por el presente de una banda que a mediados de los ‘90 encabezaba la lista de grupos malditos del rock hecho en la Argentina.
–¿Qué cambió en Bersuit en los últimos cuatro años, que pueda explicar su popularidad?
–Cuesta explicarlo, cuesta entenderlo. Si bien cuatro años parece mucho tiempo, para nosotros es un período vertiginoso, un momento de gran rapidez en el que muchas cosas nos salieron bien. Creo que algo cambió en el vivo de Bersuit. Libertinaje fue para nosotros el disco de la apertura popular. Hijos del culo hizo vernos como una banda más seria y más en serio, ya que para muchos éramos algo así como un grupo pachanguero. Pero De la cabeza... nos hizo directamente masivos. El hecho de poder presentarnos tan seguido en un estadio con la capacidad de Obras nos llena de orgullo. Por el momento preferimos no tocar en el Luna Park porque es un lugar concebido para el boxeo, sin buena acústica. Pero cómodamente podríamos hacerlo porque el respaldo del público es conmovedor. Para nosotros esto es casi increíble.
–¿Usted cree que la banda se volvió más seria?
–Hubo cambios en nuestra manera de trabajar la música, seguro. Creo que aprendimos el oficio, ya llevamos muchos años aportando esfuerzos y aprendiendo. Por eso, después de esta serie de conciertos en Obras, durante el resto de noviembre y diciembre vamos a cumplir con algunos compromisos que tenemos (conciertos en México y en el interior) y después nos vamos a tomar un tiempito, un descanso, para poder limpiarnos un poco de este año de tanta exposición, y empezar a pensar en el nuevo disco de estudio, que esperamos sacar a mediados de 2003. Nuestro próximo desafío no es nada fácil: es la innovación, la experimentación. Nosotros somos plenamente conscientes de que el éxito te adormece el alma, favorece la reiteración, te vuelve conservador. Así que hay que mirar al éxito de frente, no dejarse engañar por los aplausos, y alimentar algo que siempre tuvimos: la necesidad de experimentar. No hacerlo sería suicida, así como también sería suicida forzar cambios supuestamente revolucionarios si no nos saliera en forma natural.
–¿Están trabajando en nuevas canciones?
–Sí, de hecho estamos presentando algunas inéditas, como “La calavera”, “El baile de la gambeta”, “Luna de Valencia” y “Un hombre”. Son canciones que están en formación, pero que tenemos ganas de ir mostrando. Que vayan creciendo en público.
–Un artista politizado como usted, ¿cómo espera el primer aniversario de los hechos del 20 de diciembre?
–Algo va a pasar, estoy seguro. No sé qué, pero cuando la gente llegue a fin de año y se dé cuenta de que no tiene ni para el pan dulce, va a salir a la calle. En una época el verano era el momento del año en que no pasaba nada, todo quedaba adormecido hasta marzo, como en veremos. Pero ya no va a ser así. Este va a ser un verano caliente, porque tenemos mucho en juego: nuestro destino, nuestra vida, nada menos.
–¿Cree que el país es distinto que hace un año?
–No tenemos que retroceder de nuestras conquistas. El nuevo presidente tiene que tener al pueblo enfrente, el poder es de la gente y la gente no debe dejar que se le escape. Mi voto va a ser para el Que se vayan todos, porque es un voto por la no complicidad. No se trata de un voto negativo como algunos quieren hacer ver, sino de un voto positivo. Es plantarse y decir: “Yo no voy a ser cómplice de los inescrupulosos de espíritus bajos”. Sé que Luis Zamora está impulsando que haya boletas para “Que se vayan todos”, o sea que va a ser una opción votable. Y si hicieran falta fiscales del “Que se vayan todos”, no tendría problema en ser fiscal. Hay que lograr que el candidato de los espíritus débiles que llegue a la presidencia, cualquiera sea, ponele Rodríguez Saá, no haya ganado la elección, sino que haya sido la primera minoría. Así tiene al pueblo enfrente, demostrándole quién tiene el poder.
–¿Ninguno de los candidatos le merece confianza?
–Ninguno. Sin dudas. Son almas pequeñas, miserables que se arrastran por el dinero y que quieren ganar un pedacito de poder. Los candidatos no tienen nada que ver con lo que necesita el país: gente con ética, con corazón, con carácter.
–¿Cómo imagina un cambio para la Argentina?
–Yo siempre imagino la posibilidad de arreglar las cosas sin choque, sin violencia. Sueño con que eso sea posible. Pero no sé si es posible.
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