“Que en un momento de tanta desarticulación como el que estamos atravesando se mantengan los apoyos a la creación y se fomente el intercambio cultural con otros autores latinoamericanos nos estimula muchísimo”, puntualiza Patricia Zangaro, cuya producción fue elogiada tiempo atrás por otro importante dramaturgo, Mauricio Kartun, quien, en el prólogo al libro Teatro y margen (Amaranta), dice haber hallado en sus trabajos “estéticas y temáticas del borde tratadas con una solvencia poética que ya la querrían para sí los popes de la barra canónica”. La autora de Pascua rea, Por un reino, Auto de fe entre bambalinas, El confín, Ultima luna y, entre otras obras, dramaturgista de piezas clásicas dirigidas en Buenos Aires por artistas internacionales, como el georgiano Robert Sturua (Shylock. El mercader de Venecia, de William Shakespeare) y el catalán Lluìs Pasqual (La tempestad, de Shakespeare), es hoy una de las personalidades invitadas a participar del Foro de Dramaturgos Latinoamericanos que tendrá lugar en la Sala Orestes Caviglia del Teatro Nacional Cervantes (con acceso gratuito, previa inscripción al 4815-8883/6), entre mañana y el sábado 23, con apoyo del Celcit y Argentores.
Zangaro figura, además, entre los artistas que participaron desde la primera hora de la propuesta Teatro x la Identidad, impulsada por Abuelas de Plaza de Mayo, estrenando en junio del 2000, en el Centro Cultural Rojas, A propósito de la duda, un trabajo suyo que dirigió Daniel Fanego y que recogía testimonios proporcionados por la Agrupación H.I.J.O.S., por Madres y Abuelas. La incidencia social de esta pieza inaugural hizo posible el lanzamiento de los ciclos Teatro x la Identidad 2001 y 2002, programados por Abuelas, artistas y técnicos.
Con un texto en período de elaboración, inspirado en el bíblico Libro de Job, Zangaro se entusiasma con la realización del Foro, convencida de que “los latinoamericanos estamos atravesados por problemas similares y es posible encontrar una salida entre todos”. Respecto de su nuevo texto, aclara en diálogo con Página/12 que no se trata de una reescritura: “El Libro de Job tiene una dimensión estética, política y filosófica extraordinaria. No pretendo eso. Mi trabajo parte de la multiplicidad de esta figura, de los hombres y mujeres que, como Job, sufren en el propio cuerpo todo tipo de males, que por supuesto no provienen de una decisión divina, y en quienes el dolor no es un camino hacia la redención”. Actualmente a cargo del Taller de Dramaturgia que se viene dictando en el Teatro Payró, Zangaro suele escaparse del rol tradicional del autor. Es el caso de su obra Las razones del bosque que, dirigida por Diego Kogan, se encuentra nuevamente en cartelera. Aclara, sin embargo, que aun cuando se trate de una dramaturgia elaborada en escena, con los intérpretes y el director (o en otras oportunidades con una directora, como fue en La diosa, conducida por Leonor Manso), “hay una instancia en la que uno debe apartarse y trabajar solo”.
La originalidad en el tratamiento de las diferentes estéticas teatrales es una constante en esta autora, que generó a través de algunas alumnas de su taller nuevos aportes a la dramaturgia: “Mis alumnas escribieron para el ciclo de Teatro x la Identidad que se realizó este año, y para una serie de eventos en el que se recordaron los 25 años de lucha de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, como parte de un programa conjunto entre la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, el Inadi y organizaciones de derechos humanos”, apunta. Los títulos eran Cuando ves pasar el tren, Dulce de alcayota, Mi pelo es rojo, Mi hijo tiene ojos azules y Manos grandes, los dos últimos de Mariana Eva Pérez, quien presentó además Instrucciones para un coleccionista de mariposas, pieza breve dirigida por Leonor Manso en Teatro x la Identidad 2002. “Aquellos monólogos fueron creados sobre testimonios de familiares y amigos de desaparecidos. La intención era sacar a los desaparecidos de la foto congelada, que parecíaser la única manera de identificarlos. Quisimos reconstruir la vida que está detrás y adentro de una imagen”, precisa Zangaro, sensibilizada por la historia (y no sólo por la reciente) y el entorno social. “Pascua rea fue una reconstrucción de algunos relatos hechos por mi familia”, recuerda. Considera a esta pieza, estrenada en 1991 bajo la dirección de Manuel Iedvabni, “un eslabón más de una cadena histórica que vamos articulando entre todos. En la medida –dice– en que cada uno expone sus propios desgarros y alegrías, va creando un puente hacia el otro”. Respecto del entorno, cree que hoy es imposible atrincherarse, que el afuera “se cuela en nuestra vida con una enorme carga de violencia”. Alienta, sin embargo, esperanzas cuando descubre que existen espacios de resistencia: “Los argentinos estamos saliendo de un caparazón. Empezamos a reconocernos, y no lo hacemos a través de las corporaciones más tradicionales sino de agrupaciones no convencionales, como las cooperativas formadas por algunos obreros y médicos”.
De la actual dramaturgia nacional, Zangaro destaca la variedad de disciplinas que confluyen y la cantidad de proyectos locales en marcha. “Esto es extraordinario”, dice esta autora, tentada en algún momento por el ya fallecido dramaturgo y guionista Oscar Viale (el autor de Periferia, Camino negro y muchas otras piezas) para trabajar en televisión, a la que considera hoy “degradada”. Define como “ostentoso y vacío” al establishment, “que está a punto de desintegrarse”, opina. “Porque ésta es una etapa de inflexión, muy dramática, pero de caída de todas las máscaras.”