ESPECTáCULOS
› ENTREVISTA A RITA LEE, QUE ACTUARA ESTA NOCHE EN EL LUNA PARK
“Sexo, drogas y rocanrol, ésa fue mi política”
La inquietante artista brasileña visita por primera vez Buenos Aires. Está presentando su exquisito cd “Bossa’n Beatles”, y trae sobre sus espaldas una historia y una leyenda enormes: con Los Mutantes “inventó” el rock en su país, y luego encaró una carrera tan cambiante como genial.
› Por Fernando D´addario
Rita Lee derrocha un tipo de glamour difícil de asimilar al estereotipo de la alegría brasileña. El suyo es un encanto refinadamente kitsch, deudor de su cultura cosmopolita y refractario a cualquier idea de postal inmutable. Tiene 54 años. Es alta, flaca, exhibe su pelo rojo furioso y su sombrero negro como un maquillaje que certifica su condición de diva. Pero una ironía seca parece invadirla cuando asegura, consultada sobre su eterna actitud de viajante de la música, que “sólo me siento turista cuando estoy en Brasil”. Acaso juegue con la posibilidad de que su modo de ser brasileña (esto es: su pasado de rockera lisérgica en Os Mutantes, su rol de estrella pop en los ‘80 y su exquisito acercamiento a la música de Los Beatles en este último tiempo) sea tan verosímil y representativo de la diversidad cultural de su país, como la fotografía del cerro carioca Pan de Azúcar, que acompaña a su figura en la tapa del cd Bossa’n Beatles y en la promo de su visita a la Argentina.
Ahora está en Buenos Aires, una ciudad que incluye entre sus devociones a la buena música brasileña. Sin embargo, Rita Lee nunca había actuado aquí. Esta noche saldará esa deuda en el Estadio Luna Park. “Varias veces estuve a punto de venir y siempre pasaba algo –admite en la entrevista con Página/12–. Es extraño, porque después de tantas oportunidades frustradas, llego a la Argentina en un momento tan difícil, de crisis económica. Nosotros los brasileños estamos acostumbrados a las crisis. Pero de la Argentina una tenía siempre la idea de un país distinto, muy a la europea. Las imágenes que llegan son muy dolorosas. Espero que salgan pronto de esta situación. Ojalá tuvieran a alguien como Lula, que a nosotros nos renovó la esperanza.”
Rita Lee mostrará en Buenos Aires las canciones de su notable último disco, pero también repasará su carrera zigzagueante, que sirve, a grandes rasgos, para trazar uno de los tantos mapas posibles de la música popular de su país en los últimos 35 años. “Soy de Sao Paulo, una ciudad industrial donde hay de todo y de todos lados. No tiene brasilidad en el sentido en que se entiende comúnmente esa palabra. Eso fue muy bueno para mí. Al Brasil musical lo fui descubriendo por etapas, y hacerlo desde Sao Paulo siempre me dio otra perspectiva.”
–Después de haber estado en la vanguardia durante mucho tiempo, ¿hacer canciones de Los Beatles es una manera de posicionarse como “clásica”?
–Nunca me interesó pertenecer a ninguna vanguardia, ni estar adelante de nada, sino que preferí y prefiero estar en constante movimiento. Soy una mutanta. No puedo quedarme quieta en un estilo porque en ese caso no estaría expresando mi personalidad. No tengo ningún compromiso de representación con la idea que se tiene de Brasil. No busco expresar a mi país sino, simplemente, mi vida. Y mi vida es así. Ahora estoy viviendo una nueva etapa. Puedo asegurarte que volver a mi adolescencia cantando canciones de Los Beatles es más divertido que tirarme en el diván de un psicoanalista para encontrar huellas de mi pasado.
–La música brasileña mostró una presencia fuerte, y en constante renovación, de figuras femeninas: Elis Regina, Gal Costa, Marisa Monte, Adriana Calcanhotto, Cassia Eller, entre muchas otras. ¿Es producto de una sociedad menos machista?
–No, al contrario. Precisamente porque es una sociedad muy machista, salieron todas esas mujeres. Ser mujer y artista, en Brasil, implica un esfuerzo doble. Permiten que una mujer cante o toque un instrumento, pero que sea una estrella... eso ya es más complicado. Entonces las mujeres tenemos que mostrar una gran personalidad para imponernos.
–¿En Os Mutantes también?
–Ahí más que en ningún otro lado. El mundo del rock es muy machista. Aun dentro de la banda había muchos celos. No podían tolerar que una mujer fuera la estrella. Yo tenía como modelo a Janis Joplin, pero no era fácil ser como Janis Joplin dentro del rock brasileño. Ante esa situación, si memostraba tímida, no hubiese durado mucho. Mi comportamiento en el escenario fue la única manera de vencer las barreras.
–Su actitud frente a la vida parece más de una “rolling stone” que de una “beatle”...
–¿Por lo salvaje? (Se ríe.) Puede ser. A mi manera, siempre di más esa imagen de rolling stone, pero si tuviera que nombrar un músico de rock con el que me identifico más allá de la música, diría David Bowie.
–¿Por lo camaleónico?
–Sí, pero no sólo eso. Comparto con él su visión “teatral” de la música. Un concierto de rock es una puesta en escena. Bowie siempre lo tuvo claro, aunque fuera cambiando su música.
–¿Su sentimiento respecto de Los Beatles también fue cambiante según pasaba usted por distintas etapas?
–Mi relación con Los Beatles atravesó distintos momentos. Estuve enamorada de ellos, pero también los odié mucho cuando se separaron. Me sentí abandonada. Durante años no quise escucharlos, pero evidentemente, seguían estando dentro de mí. Cuando me “enojé” con Los Beatles, me hice de los Rolling Stones. Fui, como se dice, una amante despechada. Ahora por suerte, puedo ser amante de los dos, sin culpas.
–Usted integró el movimiento tropicalista, pero en muchos aspectos fue aún más lejos, en su ruptura, que sus compañeros generacionales. ¿Eso le trajo problemas?
–Hasta juicios me hicieron... mis propios colegas. Por ejemplo, en una época escribí unas canciones con Paulo Coelho. Había una (“Arrumbou a festa”) que satirizaba a la música popular brasileña. Pero me incluía dentro de esa sátira. Mi intención no era criticar, sino simplemente joder. Pero parece que mi sentido del humor no coincidió con el de algunos músicos, que amenazaron con querellarme. Algunos lo hicieron, pero perdieron el juicio. Fue un escándalo. En realidad, no hubiese necesitado siquiera pronunciar una palabra para escandalizarlos. El solo hecho de tocar una guitarra eléctrica ya era imperialista para ellos.
–Es curioso, porque viéndolo desde una perspectiva actual, por música y actitud, lo suyo fue de “izquierda”, aunque en ese momento no era interpretado así.
–Es que mi posición era así: yo no era comunista ni quería a los militares. Pretendía vivir libremente. Mi política era “sexo, drogas y rock and roll”. Canté con Caetano “Proibido proibir”, que traducía una consigna sacada del Mayo Francés. Significaba una postura de izquierda, pero hacer rock, para muchos, era de derecha. En realidad, creo que podía definirme como una “hippie-comunista”.
–¿Cómo sería eso?
–Y... tener una relación de fraternidad con la naturaleza y con la gente. Para ser más clara, diría que soy lisérgicamente comunista.
–Pasaron más de treinta años de aquello. Usted ya no toma drogas, y un obrero de izquierda va a gobernar su país...
–Estoy muy entusiasmada con el triunfo de Lula. No sólo yo. Es un optimismo generalizado en Brasil. Noto una euforia comparable con la que se sintió cuando salimos campeones del mundo. Pero más poderosa. Porque la fe que se tiene en el fútbol es una fe ciega. En Japón salimos campeones. Hubo un estallido de euforia, pero la alegría duró muy poco. La realidad de todos los días era muy distinta. Cuando hay un proceso político en el que la gente cree, la esperanza tiene bases más sólidas que en el fútbol. Y te lo está diciendo alguien que es muy torcedora. Soy del Corinthians.
–¿Y cómo ve, a la distancia, su relación con las drogas?
–Como algo de lo que no tengo que arrepentirme, pero que pertenece a una etapa ya pasada. Llegué a una edad en la que sólo tenía dos opciones: morir o volver a nacer. Yo siempre elegí volver a nacer. No tomaba drogas para autodestruirme. No soy una suicida. Quería experimentar, como lo hago hoy con otras cosas. Y así como hoy voy a fondo cuando me pongo a cantar canciones de Los Beatles, entonces fui a fondo en mi concepción de sexo,drogas y rock and roll. Cuando tomaba, tomaba en serio. Si experimentaba con ácido, iba hasta el final. Si era cocaína, me la tomaba toda. Me podría haber muerto, pero no, acá estoy.
–¿Era sólo una cuestión personal o existía la intención de que esa vida influyera en la música?
–Mucho tiempo después me di cuenta de que influía en la música. Pero no era premeditado. La droga nos impedía a nosotros mismos censurarnos. Nos llevaba a un terreno en que no existían ni la dictadura ni la censura ni nada. Era una manera de contrarrestar el clima que se vivía. Teníamos a los militares encima, pero nosotros, interiormente, respirábamos un aire de libertad.