ESPECTáCULOS
“La obra más grande de Walsh fue su propia vida”
El irlandés Michael McCaughan escribió la primera biografía en inglés del autor de “Operación Masacre”. Hoy la presenta aquí.
› Por Emanuel Respighi
Michael McCaughan nació hace 38 años en Dublín, Irlanda. Su físico se encuadra en el prototipo irlandés: alto, flaco y de expresivos ojos claros. Pero el periodista no duda en decir que se siente latinoamericano. Hace más de quince años que McCaughan se encuentra en la región como corresponsal del diario Irish Times, cubriendo los procesos sociales que tuvieron lugar desde México hasta la Argentina. Durante su nómade estadía, el irlandés centró su mirada en los movimientos revolucionarios de la región, desde el sandinismo en Nicaragua, pasando por el zapatismo en Chiapas, las FARC en Colombia y los piqueteros en Argentina. En 1997 una amiga le acercó un ejemplar de Operación masacre, el libro de Rodolfo Walsh que da cuenta del fusilamiento de un grupo de civiles en un basural de José León Suárez en 1956. Luego de leer “ese monumental ejemplo del periodismo universal”, McCaughan comenzó una investigación de más de tres años que culminó con la flamante publicación de True crimes: Rodolfo Walsh–The life and times of radical intellectual (Crímenes verdaderos: Rodolfo Walsh–La vida y época de un intelectual radical), la primera biografía en inglés sobre la vida del escritor desaparecido en 1977.
La biografía aún no ha sido publicada en castellano, aunque en estos momentos el periodista se encuentra negociando con varias editoriales del país. El libro fue lanzado hace poco más de un mes en Irlanda, donde el propio Walsh tiene ascendentes familiares. True crimes... cuenta la vida y obra de Walsh, desde su nacimiento en Choele Choel hasta su asesinato, a través de la reproducción de algunos de sus escritos y del testimonio de familiares y allegados más cercanos. Lilia Ferreyra, Patricia Walsh, Horacio Verbitsky, Miguel Bonasso, Joaquín Crespo y Osvaldo Bayer son algunas de las personas que fueron entrevistadas por McCaughan para la realización del libro. En diálogo con Página/12, McCaughan afirma que la suya es la primera biografía que se atreve a entrar en todos los aspectos de Walsh. “Hasta ahora nadie se atrevió a escribir la biografía completa de Walsh. Siempre se reflejó sólo una parte de su vida: unos reivindican al militante, otros la parte literaria, algunos su personalidad... Hay muchas versiones, pero el atractivo de este trabajo es que contempla todas sus vidas: la de niño en Choele Choel, otra como pupilo, otra como corrector, como escritor, militante, amante, padre... Hay muchos mundos de Walsh, y todos están en mi libro”, asegura McCaughan, que hoy a las 20 presenta su obra en el C. C. Rojas, Corrientes 2038.
–¿Qué lo llevó a escribir la biografía?
–Tras leer Operación masacre sentí la necesidad y la inquietud de acercarme a su obra literaria. El libro me cambió la vida, como escritor y como persona. A partir de ahí comencé a investigar su obra. Mi idea era hacer una antología, con el objetivo de que el mundo sepa que hay un gran escritor revolucionario oculto en Argentina. Pero a medida que indagué me fui dando cuanta que la obra más grande de Walsh era su propia vida.
–¿Qué aspecto de Walsh fue el que más le llamó la atención?
–Obviamente su obra, tanto literaria como política. Sus escritos son ejemplos de periodismo combativo. Walsh nunca buscó lucrar con el periodismo, sino ir detrás de la verdad y llegar hasta las últimas consecuencias. Lo interesante es que Walsh no buscó blancos fáciles. Investigó temas candentes como el terrorismo de Estado, el sindicalismo vendido... Se pone en la línea más arriesgada del periodismo, pese a que por su habilidad podría haber hecho libros bonitos y no molestar a nadie, como Vargas Llosa. Walsh eligió el compromiso, saltando la frontera que habitualmente tienen los intelectuales con respecto a la realidad. Walsh escribió y puso su cuerpo por un ideal.
–¿Cuál es la mirada que exhibe el libro de Walsh?
–Es imposible separar el Walsh literario del revolucionario, porque ambos aspectos se retroalimentaron. No fue un académico que leyó mucho y tomó una posición política en base a una gran sabiduría. El camino que recorrió su vida, paralelamente a la historia del país, llevó a Walsh a tomar diversas posiciones. En los ‘50 se alineó en la Alianza Libertadora Nacional, un movimiento de derecha, y en los ‘60 fue a Cuba y apoyó la revolución socialista. Después se volcó a la literatura, luego editó el semanario de la CGT de los Argentinos y se alió a la izquierda peronista.
–¿Es conocido en Europa?
–Está bastante ignorado. Pese a que se editaron algunos libros de él en italiano, no se lo conoce mucho. Por más buen libro que sea Operación masacre, no da la pauta de lo que fue Walsh y la importancia que tiene como referente revolucionario. Anticipó la crisis actual. En la Carta abierta a la Junta Militar, Walsh no habla sólo de las atrocidades del régimen, sino también de la “miseria planificada” y el FMI, cosas que vuelven a estar en el tapete.
–Usted estuvo en Chiapas con Marcos, en Colombia con las FARC y en Argentina siguiendo a los piqueteros. ¿Qué lo lleva a husmear en los focos de conflicto?
–Es que los shoppings son muy aburridos. Me canso de ver el McMundo... Lugares como Chiapas alientan a la vida. Allí se ven propuestas diferentes basadas en un tejido y una conciencia social fuerte, que el mundo globalizado está socavando. Hay una forma de vida más humana. Uno va a Chiapas y se siente cobijado como uno más: es una comunidad transparente. Y no temen a la globalización, quieren una globalización equitativa y no coercitiva, que es la que sufrimos todos. Esa es una globalización a punta de bayonetas y no de intereses comunes.
–¿Por qué cree que los principales iconos revolucionarios del siglo XX surgieron en América latina?
–Creo que las circunstancias tan duras de la vida obligan a que se busquen respuestas a problemas sociales, políticos y económicos. Obligan a pensar y actuar de forma diferente, buscar otros caminos. Hay que ser muy valiente para pelear aquí por los derechos sociales, civiles y políticos. Aún hoy, cuando se vive en una supuesta democracia, es muy difícil salir a cortar una ruta y exigir que los bancos devuelvan el dinero. Esas condiciones urgentes producen este tipo de movimientos y líderes populares que son símbolos en el mundo.