ESPECTáCULOS
› MATIAS MARTIN RETORNA A LA TELEVISION CON “ARDETROYA”
“Es una apuesta artesanal”
El conductor formó una productora para poder manejar los términos de sus programas. Debutará con un programa para la medianoche. "Es impresionante cómo la televisión se mete en la cabeza de la gente”, dice
› Por Mariano Blejman
Cuando se le pregunta a Matías Martin de qué lado está, ahora dice que –al fin– está de su propio lado. En eso tiene mucho que ver Fatto in casa, la productora independiente que formó junto a Damián Kirzner, ex realizador de “Fugitivos” (que iba el año pasado por Telefé, hecho por Ideas del Sur). Desde el lunes que viene, América pondrá en el aire el primer programa de la productora llamado “ardetroya”, así con minúsculas, de lunes a viernes a la medianoche. “Es una apuesta artesanal”, dice el conductor a Página/12 en la sede de su flamante empresa, ubicada en el departamento que alguna vez fue su casa. Y pareciera que armar una productora independiente ahora que las “viejas” (Pol-ka, Cuatro Cabezas, Ideas del Sur) parecen anquilosadas y estancadas en sus relaciones con los canales es todo un desafío. “No es un dato menor”, confía Martin quien ha decidido ir paso a paso. “Las productoras crecieron más que los canales. Con Pol-ka, por ejemplo, no se sabe dónde termina y dónde empieza canal 13”, dice Martin que trabajará cada trasnoche junto a Juan Minujín, Diego Angeli y Diego Ripoll, que fue compañero suyo por un tiempo en la radio y de Fernando Peña durante varios años. “No es justo que la gente se vaya a dormir con Santo”, ironiza Martin.
–¿Por qué eligió América para lanzar programa y productora?
–Coqueteamos con varios canales. Con Telefé incluso nos reunimos. Pero América se permite apostar a cosas diferentes e independientes. No tendremos la obligación de competir tanto. Vamos a estar a la medianoche y no necesitamos estar primeros. Con “Fugitivos” por Telefé teníamos que ganarle todos los domingos a “Sorpresa y 1/2”, del 13. Y le ganábamos. Pero tenía que ser a cualquier costo, sin importar lo que hiciéramos.
–¿Cómo por ejemplo?
–Estoy en contra de la cámara oculta. Pero a Marcelo Tinelli le parecía que era el rumbo que había que seguir y tuve que ceder. Perdí en la pulseada con Tinelli. Encima tenía que presentar eso como el momento más importante de la televisión argentina. Pero si a mí me pasa algo así, me pongo inmediatamente del lado de la víctima. Entonces el programa tomó un rumbo que no deseaba, pero como estaba en el baile tenía que bailar. Había 75 personas –que son 75 familias– que dependían de ese trabajo. Así que lo transformé en un desafío personal y nada más.
–Pero era su rostro el que estaba en pantalla.
–Eso es parte de un trabajo. Yo no hacía cada bloque pensando en toda la gente que me estaba viendo. El programa tenía un rating de 20 a 25 puntos y llegó a tener un pico de 33, que son más de tres millones de personas. Además, la tele sucede cada día. Ahora que estuve afuera un buen tiempo, ya pude volver a caminar normalmente por la ciudad.
–¿Si uno no está adentro no existe?
–Exacto. Pero volvemos de forma independiente para hacer lo que queremos hacer. Queremos hacer un programa que nos guste ver a nosotros. No es necesario que le guste a todo el mundo. Y empezamos por trabajar con gente que tiene cierta empatía. Con el programa de radio “Basta de todo” la gente que escucha es más cercana a mi mundo que la gente que miraba “Fugitivos”. Bajamos línea, opinamos, pero con una permanente diversión.
–¿Y el programa va a ir en esa línea?
–Estamos en una montaña de mierda, pero no nos podemos torturar con el contexto en que vivimos. Tampoco vamos a hacer cacerolazos. Yo no quiero gags de políticos, de esos que se hacen los graciosos. Me parecen oportunistas. No queremos golpes bajos, ni mostrar esa miseria que no enriquece. No pretendemos defenestrar a la gente, ni destruirla sin sentido.
–¿Cuál es su target, entonces? –Supongo que alguien como yo. Al menos eso pretendo. En la época de “Fugitivos” salíamos de la radio caminando con Andy Kusnetzoff, pasábamos por la puerta de una universidad y toda la gente se acercaba a saludarlo a él y a mí me miraban hasta con cierto desprecio. Cuando pasábamos por lugares más populares, como los basureros, los mozos, la gente de la calle, se acercaban a saludarme a mí, y a Andy lo dejaban de lado. Nosotros nos reíamos con eso. Pero es impresionante cómo la televisión se mete en la cabeza de la gente. ¿O ustedes nunca putearon un televisor, como si fuese una persona?