ESPECTáCULOS
› ENTREVISTA A ALEJANDRO FIORE, DE “LOS SIMULADORES” Y “TUMBEROS”
“Volví a las fuentes de la actuación”
Participó en las dos series más mentadas del 2002, experimentando con los roles de actor y productor. Mientras trabaja en la segunda temporada y en el film del cuarteto simulador, el uruguayo-argentino se entusiasma con otro proyecto.
› Por Patricia Chaina
En un año de vacas flacas, haber participado en dos de los programas que el mundo televisivo entero festejó, como “Los simuladores” y “Tumberos”, le permitieron a Alejandro Fiore achicar las distancias entre la realidad y sus sueños profesionales. El actor, que inició su carrera en la factoría Suar –“Poliladron”, “Gasoleros”–, trabajó hacia fines de años en “Tumberos” luego de que su participación en “Los simuladores” sirviera para convencerlo de que en la televisión es posible hacer productos dignos y obtener reconocimiento. Fiore, que es productor y actor, comenzó ayer el capítulo 2003 de “Los simuladores”, con la grabación de las primeras imágenes de los programas que saldrán al aire a partir de marzo. “Será la segunda parte y final: después cortamos”, anticipa Fiore, uruguayo de nacimiento, porteño por adopción. En abril, se estrenará la película de Los simuladores. Y por si esto fuera poco, ya se habla de una película de Tumberos, aunque Fiore prefiere concentrarse, para la segunda mitad del año, en otro proyecto de autogestión que podría contar con él y Germán Palacios.
“Hoy prefiero un buen proyecto que el dinero –advierte Fiore–, aunque paguen el doble. ‘Tumberos’ no tenía presupuesto alto para actores, pero significaba actuar y divertirme con lo que estábamos contando. Fue una de las experiencias más importantes que hice en TV como actor. ‘Los simuladores’ se combina con la experiencia en producción, desde una empresa creada por nosotros mismos”, explica quien asumía el rol de Pablo Lamponne. El proyecto que sumó a Martín Seefeld, Diego Peretti y Federico D’Elía para gestar uno de los mejores programas de la TV ‘02 no fue lo primero que hicieron juntos: ya habían montado un bar llamado “Los sospechosos”. Para la nueva temporada, uno de los cambios será la aparición de más datos sobre la vida de cada simulador. Para eso comenzaron a grabar en la Patagonia y en las Cataratas del Iguazú, lugares donde dos de ellos estarán vacacionando.
–¿Cómo fue el tránsito del actor contratado para determinado papel, lo que usted acostumbraba a hacer en Pol-Ka, al rol de productor-actor de “Los simuladores”?
–La idea nació con la posibilidad de hacer algo por nuestros propios medios. Y apostamos a un programa chiquito, para el cable, pero empezamos a moverlo, gustaba, llegó a manos de Villarruel y nos dio toda la libertad para hacerlo. Aunque nos mató la devaluación, superó las expectativas, se amplió el presupuesto. Laburamos mucho, convocando actores, pidiéndoles que accedieran a trabajar por menos plata de la que estaban acostumbrados. Ahora es fácil porque el panorama es más grosso.
–¿Era la primera vez que se dedicaba a la producción?
–Antes produjimos obras de teatro, con Peretti hicimos seis obras. En TV fue la primera vez, y aprendimos cosas que trataremos de cambiar en la nueva temporada, cosas que antes se nos iban de las manos.
–¿Cuál cree que fue el secreto del éxito del programa?
–Una combinación de varias cosas. Pero nos sorprendió porque arrancó y midió bien. Lo repitieron y midió mejor. Estábamos seguros de que iba a ser un buen producto, bien contado, dirigido y acotado a la historia de “Los simuladores”, ésa era la vedette. No nosotros como figuras, porque no lo somos. Eso fue lo interesante del programa. La otra cuestión es que lo hacemos un grupo de amigos, que nos respetamos y vamos para adelante con consignas y códigos similares. Sin códigos válidos, no hay opciones.
–¿Qué le aportó “Tumberos”, teniendo en cuenta que ya sumaba en su haber una proyección actoral consistente?
–Ahí yo actuaba y aportaba lo que podía, con un personaje chiquito, El Perro, que incorpora la veta mística luego de pasar por la etapa de fumar mucha marihuana y tomar pastillas. Fue un personaje armado con (Adrián) Caetano y del que surgen varias frases del programa como el “pensá, pensá,pensá y salís”, o “vos estás sucio”, para la gente que mira crímenes y disfrutan viendo eso. Resultó un místico, diciendo verdades desde su locura. Yo fui a hacer el trabajo de hormiga que te devuelve a ciertas fuentes de la actuación, para correrme justamente del lugar que estaba empezando a tener con “Los simuladores”.
–¿Sintió durante las grabaciones de “Tumberos” que podían transmitir esa vivencia del encierro de una cárcel real?
–Lo que hicimos es cercano a una cosa creíble, no sé si real porque pueden pasar cosas peores o no. Pero el director quería mostrar trozos de la vida de esa gente en cada capítulo. Eso es “Tumberos”, distinto de “Los simuladores”, donde se engancha al espectador a partir de la historia. “Tumberos” apuntó a la reflexión, a motivar al espectador a pensar en esas vidas, en estos tipos que por distintas razones sociales les toca estar ahí, no lo decidieron, y uno no sabe qué le pasaría a uno en ese lugar. Fue también un placer trabajar con gente de la Villa 21, que hicieron de extras en “Tumberos” y muchos habían estado presos.
–¿Cómo se manejaba dentro del espacio de la grabación?
–Yo vivía con ellos, comía con ellos, me contaban historias y yo contaba otras. Eran fans de “Los simuladores”. De movida, yo era Simulador, hasta que se impuso El religioso, o El Perro. Fueron muy respetuosos y copados. Todo el elenco de “Tumberos” fue excepcional. Cuando son buenos actores y buena gente, ya está. Si no sos buena gente, te descarto en medio segundo, una cosa es estar loco y ser creativo, y otra cosa es no ser buena gente.