Mié 26.02.2003

ESPECTáCULOS

“En las calles aprendí que tenía que divertir al nieto y al abuelito”

Piñón Fijo llevará desde mañana su espectáculo televisivo al Gran Rex, donde concretará diez shows. El payaso cordobés dice que el secreto de su éxito es “haber mantenido la esencia”.

› Por Oscar Ranzani

Los pequeños fanáticos de Piñón Fijo tendrán la oportunidad de ver a su ídolo desde mucho más cerca que lo acostumbrado. Es que el suceso alcanzado por el ciclo del cordobés Fabián Gómez en Canal 13 activó un nuevo desafío. Piñón Fijo hará lo que más sabe: subir a un escenario, interactuar con los chicos y cantar melodías pegadizas y didácticas. Los mejores hits de Por los chicos vivo, Con las alitas arriba y Con aire de sierra se escucharán y se verán en el teatro Gran Rex, en diez funciones que se prevén a sala llena. “Los tiempos del teatro y la TV son totalmente distintos. En el teatro tenemos mucho más espacio y más tiempo para dedicarle a los chicos en cada canción, explicar, parar, detener la función para poder prestar atención a la requisitoria del público”, señala Piñón Fijo en la entrevista con Página/12.
–Una característica del ciclo es la utilización de las canciones de modo didáctico. ¿Es mejor hacer reír si al mismo tiempo se busca formar?
–Sí. A mí me gusta usar cada canción como un pretexto para un aprendizaje mancomunado con los niños, porque no es que yo enseñe cosas sino que, por lo general, son aprendizajes que yo tengo de ellos mismos o de sus padres o de sus docentes. Hay sugerencias que ellos me traen y que después terminan en forma de canción. Y esa canción es también una forma de diversión. “Sin querer queriendo”, como dice el “filósofo mexicano”, van ingresando cosas buenas para compartir.
–¿Qué riesgos y desafíos implica la masividad?
–Por ejemplo, mantener lo más intacta posible la esencia de este personaje, que viene quizás muy virgen del interior. Aunque en Córdoba hice televisión, no estaba muy empapado de los códigos que se manejan en los medios muy masivos. Ese es un gran desafío. La esencia es el respeto a los chicos y a los grandes.
–A la hora de practicar el humor, ¿cómo logra sostener un equilibrio entre los gustos de los chicos y de los grandes?
–Eso es medio intuitivo. Es una cosa que se dio desde mis inicios en la calle. Esa intuición nació, creo, como un modo de supervivencia, porque en la calle tenés que divertir al abuelito y al nieto. Cualquiera de los dos que se aburre, se va. Y no es solamente que no pone la moneda en la bolsa sino que uno se queda solo. Muchas veces estás rodeado de público en la calle y estás solo. Así que imagínese sin gente.
–¿Los chicos actuales son menos inocentes para divertirse?
–Me parece que son rótulos que les ponemos los grandes. Creo que los chicos siguen teniendo la gran ventaja sobre nosotros, los grandes, de que están mucho más cerca de la esencia de la vida. Y los niños siguen necesitando el mismo caudal de afecto que hace 50 años.
–¿Qué es para usted la risa?
–Uno de los estímulos más lindos y una de las cosas más sabrosas que existe en la vida. Uno en la intimidad le hace mucho honor a ese tema. Y la risa de un niño es la razón de ser de este personaje.
–¿Piensa incorporar canciones con temáticas que no haya abordado?
–Sí, ahora ando con las antenas muy paradas porque estamos preparando un nuevo disco y ya tenemos varios temas. Hay uno que hice hace tiempo, sobre la lactancia materna. Hay otro que se llama “La familiera”, y es una chacarera para cantar en familia. Hice una canción que es para cepillarse los dientes. Y, a medias con un músico mío, hicimos una que se llama “Colibrí”, que cuenta la historia de una marioneta que una vez se liberó. Es una especie de fábula. Nunca voy a parar de hacer canciones.

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