Mié 05.03.2003

ESPECTáCULOS  › ARGENTINA CONSIDERA PORNO EL FILM FRANCES “BAISE MOI”

La censura no exis...

La Comisión Asesora de Exhibiciones Cinematográficas calificó como “de exhibición condicionada”, la categoría reservada a las porno, una obra de arte que se ha exhibido en los principales festivales internacionales y circuitos de cine arte del planeta. El film, rebautizado aquí “Viólame”, ya produjo un escándalo en Francia, cuando primero fue calificado como apto para mayores de 16 años, luego recalificado ante la protesta de los sectores de derecha y en un tercer paso considerado prohibido para menores de 18. Desde el caso de “El imperio de los sentidos” en 1984, nunca, en años de democracia, una película artística había sido considerada porno.

› Por Luciano Monteagudo

En un hecho prácticamente inédito en la Argentina democrática, un film que desde hace más de dos años se viene exhibiendo en los principales festivales internacionales y circuitos de cine arte de medio mundo corre el riesgo de caer en el país en una situación de censura oficial. Se trata de la película francesa Baise-moi (literalmente Cogeme), que acaba de recibir de parte de la Comisión Asesora de Exhibiciones Cinematográfica (CAEC) la calificación “de exhibición condicionada”, reservada a las películas pornográficas. De acuerdo con la reglamentación vigente, un film con esta calificación sólo puede ser exhibido en salas especiales o “condicionadas”, que al día de hoy casi han desaparecido en la Argentina, donde el cine porno se consume mayoritariamente en video o en televisión por cable. A esa trampa kafkiana, que vulnera el principio de libertad de expresión (el film está autorizado a exhibirse en salas que no existen o no tienen las condiciones técnicas para su proyección), se suma el hecho de que resulta por lo menos discutible que Baise-moi –estrenada en salas normales en Europa, Estados Unidos y también en América latina (no sin antes atravesar algunas batallas mediáticas y legales)– pueda ser considerada una película pornográfica.
La Comisión (que no tiene facultades para prohibir ni exigir cortes a una película, como sucedía en tiempos del Ente de Calificación, disuelto en 1984) está constituida actualmente por tres salas o grupos, compuestos por distintos integrantes. Hasta ahora, Baise-moi (presentada para su calificación como “Viólame”, que sería su título de estreno en la Argentina) fue evaluada por una sola sala, que integran Adriana Manauta y Paula Ottone, en representación del Incaa; Liliana Beli por el Consejo Nacional del Menor y la Familia; Estanislao Berges por el Ministerio del Interior y el periodista Rómulo Berruti por la Secretaría de Cultura de la Nación. Esta sala calificó en primera instancia a la película “de exhibición condicionada” y, ante el pedido de reconsideración –por parte de la distribuidora Cinemagroup SRL, encabezada por Horacio Mentasti, que detenta los derechos de exhibición de Baise-moi en la Argentina–, la misma sala ratificó la calificación original. Entre los fundamentos que dieron para esa calificación, señalaron que el film contiene “escenas de sexo explícito en primer plano, escenas de violencia extrema, asesinatos a sangre fría y consumo de estupefacientes”, a lo que uno de los integrantes de la sala agregó que todo esto se daba “sin atenuantes artísticos”.
Un dato a tener en cuenta: los representantes de los distintos cultos -Iglesia Católica Apostólica Romana, culto israelita y confesiones cristianas no católicas–, que solían integrar las distintas salas, no participaron de esta calificación, porque actualmente, y por decisión propia, no forman parte de la Comisión Asesora de Exhibiciones Cinematográficas, como sucedía hasta hace un tiempo. La propia dirección del Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales, a cargo de Jorge Coscia, está en desacuerdo con cualquier tipo de decisión que pueda siquiera rozar la posibilidad de una censura artística. Sin embargo, la Comisión Asesora es de absoluta autonomía en sus decisiones, de acuerdo con el texto que le dio vida.
Según la reglamentación vigente, la compañía Cinemagroup tiene ahora la posibilidad de pedir una segunda apelación, que sería la definitiva y de cuya decisión participarían las dos salas restantes, que aún no vieron el film. Para ello, la distribuidora está reuniendo documentación, en donde consigna los distintos festivales internacionales de los que participó la película y los territorios donde tuvo su estreno comercial. Entre los primeros, Baise-moi concurrió en agosto del 2000 al Festival de Locarno (Suiza) –en competencia oficial– y Montreal (Canadá), dos muestras consideradas de categoría “A” por la Federación Internacional de Productores de Films (Fiapf). A esas presentaciones le siguieron losfestivales de Toronto, Helsinki, Hamburgo, Amsterdam, Estocolmo, Gijón, Cartagena, Estambul e incluso Buenos Aires, donde el film ya se exhibió públicamente, en abril del 2001, sin problemas de ningún tipo.
En cuanto a su estreno comercial, Baise-moi tuvo su bautismo de fuego en su propio país, Francia, el 28 de junio de 2000, en ochenta salas, bajo la calificación de sólo apta para mayores de 16 años. Tres días más tarde, el Consejo de Estado (órgano asesor del gobierno en materia jurídica y árbitro entre el Estado y los particulares) decidió anular el permiso de explotación de la película ante el pedido de la asociación de familias Promouvoir, cuyo presidente es miembro del partido de extrema derecha Movimiento Nacional Republicano, escisión de Front National de Jean-Marie Le Pen. La película fue retirada de cartel y recalificada como “X”, la clasificación que se le asigna en Francia a los films porno, circunscriptos a un circuito de exhibición prácticamente extinguido, como sucede ahora en el caso argentino.
La reacción de los medios y de la gente de la cultura de Francia no se hizo esperar. Algunas salas, como las que administra Marin Karmitz (productor habitual de Claude Chabrol y Abbas Kiarostami) decidieron desacatar la medida y continuar exhibiendo el film, mientras la Sociedad de Realizadores Franceses (SRF) –con Jean-Luc Godard, Catherine Breillat, Claire Denis y Tonie Marshall a la cabeza– emitió un comunicado consignando que “esta decisión escandalosa se parece en primer lugar a una censura moralista más que a una verdadera medida de protección”. Menos de una semana después, la ministra de Cultura, Catherine Tasca, intervino en el tema y decidió reinstalar la calificación “sólo apta para mayores de 18 años” (abolida hasta entonces en Francia) bajo la cual Baise-moi llegó nuevamente a los cines originales.
Habría que retrotraerse al caso de El imperio de los sentidos (1976), del japonés Nagisa Oshima, para encontrar una película que, proveniente del circuito de festivales más exigente, haya caído en la Argentina en la calificación “de exhibición condicionada”. Ningún distribuidor local soñó siquiera con traer el film durante la dictadura militar, pero con la llegada de la democracia la película de Oshima pudo verse a partir de diciembre de 1984 en salas “condicionadas” de la ciudad de Mar del Plata (Buenos Aires no había reglamentado aún la existencia de esas salas). Pasaron veinte años desde entonces y Baise-moi viene ahora a poner nuevamente en cuestión la vigencia de una norma que –con la excusa de “proteger a los adultos no dispuestos a presenciar exhibiciones que ofendan la sensibilidad o el pudor sexual medio de individuos razonables”– puede llegar a funcionar como un eficaz instrumento de censura.

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