Lun 12.05.2003

ESPECTáCULOS

“Encontré muchas similitudes con la actual concepción imperial”

El escritor y economista rosarino Eduardo Sguiglia investigó, para su flamante novela “Un puñado de gloria”, las relaciones de poder que se establecían en el siglo XVI, en tiempos de la conquista española en América latina.

› Por Silvina Friera

En 1541, un espía de la Corona en la corte de los Médicis y pintor prestigioso en su tiempo, llega al Perú, camuflado bajo el nombre de Luis Alfonso, con la intención de conspirar contra el conquistador Francisco Pizarro, que acumula tantos odios como lingotes de oro. Pero, sin revelar su verdadera identidad y propósitos, el artista simula que su principal empresa consiste en retratar la estampa del tirano. En un mundo en expansión, no obstante, las apariencias, especulaciones, intrigas y ambigüedades están a la orden del día: detrás de las máscaras se ocultan otros rostros, lo que se dice no siempre se corresponde con lo que se hace. El escritor y economista rosarino Eduardo Sguiglia tensiona las fronteras del género de aventuras y la novela histórica en Un puñado de gloria, recientemente editada por Grijalbo. Las etiquetas genéricas suelen simplificar la lectura y el autor se desplaza con comodidad por la ficción que construye (con reminiscencias de Stevenson, Melville, Mark Twain y Conrad, entre otros) y le añade una pizca de relato policial, por el modo de acumular enigmas que precipitan o retardan las acciones.
Con pericia y agilidad narrativa, el autor juega con los puntos de vista de la aventura, para demostrar las flaquezas de la naturaleza humana. “Las similitudes con la actualidad son asombrosas. En ese período, las intrigas de poder, la puja por la riqueza y la gloria evidenciaban los aspectos más inquietantes de la naturaleza de los hombres, que perduran en el tiempo. Me parece que la literatura latinoamericana debe explorar más esos años fundacionales”, dice Sguiglia en la entrevista con Página/12.
El impacto que generó la publicación de su primera novela, Fordlandia, un oscuro paraíso (1997) –traducida al inglés, portugués, alemán, francés e italiano–, elegida como uno de los mejores cuatro títulos de ficción de 2000 por el diario The Washington Post, tuvo que ver con el modo en que el autor utilizó una realidad espacial en el marco de la ficción. Fordlandia, como su nombre anticipa, fue una ciudad fundada por Henry Ford en la zona Amazónica, en la década del ‘30, para autoabastecer a su empresa de caucho. Pero Sguiglia, que estuvo exiliado en México entre 1977 y 1982, recreó esta gesta incorporando un “héroe” argentino: un tal Horacio, aventurero de pura cepa que decide emprender su viaje hacia esas tierras. “Si Fordlandia se puede definir como los límites de la modernidad, en Un puñado de gloria la trama se erige como un compendio de la violencia y la torpeza con la que irrumpe lo nuevo”, compara Sguiglia, autor también de No te fíes de mí, si el corazón te falla, publicada en 1999. “Pasará mucho tiempo hasta que los hombres experimentemos un fenómeno similar al de la conquista. El choque cultural e histórico resulta impresionante aun visto desde el presente”, señala el autor, que el año pasado fue finalista del prestigioso Dublin Literary Award.
–¿Por qué piensa que los escritores latinoamericanos no se sumergen, desde la ficción, en el período de la conquista?
–Cuando busqué novelas ambientadas en esa época, salvo algunas excepciones, no encontré literatura sobre el período de conquista. Este detalle es curioso porque hay un sistema de valores que se mantiene intacto en América latina, que tal vez los argentinos negamos, un poco orgullosos, porque adscribimos a una ascendencia hispánica. Sin embargo, las instituciones que se forjaron en esa historia han tenido y tienen enorme gravitación. Muchos escritores me comentaron que, tal vez, la conquista no es abordada por la literatura porque se la considera más cercana a la historia de Europa que a la nuestra.
–¿Hay una intencionalidad realista en el estilo de la narración?
–En cuanto al lenguaje, opté por remitirme al español moderno y sólo mencionar ciertos objetos por su nombre antiguo, para compensar y equilibrar, para que el tono se mantuviera dentro de un parámetro moderno.Me pareció importante hacer una investigación sobre la escala de valores que estaban en juego en esa época. En el siglo XVI había una serie de disputas y luchas ideológicas que todavía inciden en nuestro tiempo. Ya había nacido y escrito Maquiavelo, Copérnico cuestionaba la concepción ptolomeica y las corrientes protestantes erosionaban la tradicional relación entre los hombres y Dios y entre la sociedad y el Estado.
–¿Qué paralelismos puede establecer entre la conquista y la actualidad?
–Hay muchas similitudes en la concepción imperial que estamos padeciendo por parte de Estados Unidos en un ciclo corto de la historia. Nos podemos remitir a los usos y costumbres que practicaba el imperio español: en el afán de imponerse, de subordinar, y en las aspiraciones de gloria, fortuna y dinero. También, en su desprecio por los otros como seres humanos y por otras culturas, pero, sobre todo, por la impunidad con la que se movía y la brutalidad con la que exterminaba.

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