ESPECTáCULOS
› SOLEDAD BRAVO EXPLICA SU DISCO HOMENAJE A ALFREDO ZITARROSA
“Era un hombre muy atormentado”
La notable cantante venezolana quiso grabar este tributo en vida del uruguayo, que se opuso. Habrá un segundo CD, con “las canciones más politizadas”.
› Por Fernando D´addario
El amplio –y muchas veces difícil de precisar– terreno estilístico que agrupa a la llamada “música popular latinoamericana” le permitió a Soledad Bravo interpretar canciones de Silvio Rodríguez, Astor Piazzolla, Chico Buarque y Daniel Viglietti, entre muchos otros autores. Su origen español, además, legitimó la ampliación del target al más abarcador “música popular iberoamericana”. Así pasaron por su registro canciones populares musicalizadas por García Lorca, poemas de Rafael Alberti y cantos sefardíes. Todo con solvencia técnica y compromiso emotivo. En esa especie de “canción con todos” de Soledad Bravo, no podía faltar Alfredo Zitarrosa. El Homenaje que acaba de editar, acompañada por Dioni Velázquez (guitarrista) y la Orquesta Sinfónica de Venezuela, incluye doce canciones, desde las imprescindibles “El violín de Becho”, “Zamba por vos”, “El loco Antonio”, “Doña Soledad” hasta vidalitas (“La desvelada”) y canciones litoraleñas (“Mire amigo”). “Son sólo algunas de las canciones que me gustan de Alfredo. Esta vez elegí muchas que no son tan politizadas y que quedarán para un próximo volumen”. En septiembre lo presentará en vivo en la Argentina.
“Teníamos una linda amistad con Alfredo y con su mujer. Lo conocí en 1972, en el Festival de la Canción en Lima. Lo vi muchas veces, en Argentina, en México, en España. Vi cómo sufría el exilio. En realidad siempre estaba sufriendo, era un hombre atormentado”, recuerda la cantante, desde Caracas, en la entrevista telefónica con Página/12. No es fácil versionar a Zitarrosa, que en vida no era muy afecto a los tributos. Soledad le dijo una vez que quería hacer un disco con sus canciones: “El se reía, decía que los homenajes se hacen siempre después de que los artistas se mueren”. Así fue, esta vez, aunque la cantante ya había grabado, en vida de Alfredo, los temas “El violín de Becho” y “Compadre Juan Miguel”. “Para mí, haber hecho este disco fue como un acto de respeto. Obviamente es imposible cantar como Alfredo y mucho más para mí que soy mujer. Era muy recio para cantar y mi voz es, por supuesto, muy diferente, pero las canciones mantienen su esencia. Lo que hice fue tratar de darles otra visión a los temas, un modo de interpretar femenino. Pero no intenté hacerlo ni igual, ni mejor ni peor. Se trata sólo de un regalo de cariño. Da lo mismo si se lo regaló una mujer o un hombre”.
–Su producción discográfica es muy amplia, e incluyó desde boleros hasta bossa nova y folklore venezolano. ¿Hay un concepto unificador en su carrera?
–Los hilos se rompieron en los ‘70. Creo haber hecho una carrera coherente, pero reconozco que muchos puedan tener una visión más fragmentada de mi trayectoria. Lo que hizo trunca esa historia fue la realidad que golpeó a la Argentina, a Uruguay, a Chile, con golpes de Estado y dictaduras que no permitieron ir acompañando la historia. Yo tengo una relación muy especial con la Argentina. Estuve en 1972, en el ‘73, en el ‘74, después volví recién en el ‘82. Luego estuve en 1996, en un homenaje que le hicieron a Piazzolla. Después, es cierto que soy una artista ecléctica. Pero no es un eclecticismo porque sí. Hay una idea general de lo que me gusta, de lo que siento, y eso incluye desde la música sefardí hasta el tango.
–¿Los vaivenes políticos influyeron en las elecciones artísticas?
–No me gusta la palabra “vaivenes” vinculada a la política. No son vaivenes los que he tenido en mi trayectoria, en ese sentido, sino una evolución lógica y natural. Una vive, se educa, le van pasando cosas, por eso hablaría de crecimientos personales, que van aderezando y afinando los principios fundamentales de acuerdo con la edad. Puedo decir que en ese crecimiento he tenido una coherencia, que se vio reflejada artísticamente. Sería muy aburrido que alguien de mi edad siga siendo culturalmente, políticamente, intelectualmente, como cuando tenía 20 años.
–Pero en los shows canta los temas de hoy y también los de hace 30 años. Ahí se juntan todas las etapas.
–Pero elijo muy cuidadosamente mi repertorio. Lo voy adaptando a mis necesidades. Hay músicos como Pablo Milanés o Silvio Rodríguez, por ejemplo, con quienes tal vez ya no esté de acuerdo con lo que piensan, pero que han escrito canciones hermosas. Entonces las sigo cantando.
–¿Qué opinión tiene del presidente Chávez?
–Yo soy parte de la oposición. En mi país, o eres chavista o antichavista. Creo que es una obligación histórica poder librarnos de este hombre. Estamos bajo un gobierno de ineptos, que nos está llevando por un barranco muy peligroso.
–Hace poco estuvo en la Argentina, para la asunción de Kirchner. Aquí despierta simpatía en un sector del progresismo.
–Veía y leía lo que se decía del viaje de Chávez en la asunción de Kirchner, cuando se decía que estaba “la izquierda” latinoamericana. Un momentito, no es lo mismo Lula que Chávez, no es lo mismo Lagos que Fidel. No sé por qué en otros países hay una izquierda que lo respalda, si es un hombre que dio un golpe de Estado, es un militarista autocrático a quien la democracia le importa un pepino. Sé que esto que digo no me va a favorecer, porque gente que tiene en muchos aspectos ideas afines a las mías tiene una opinión diferente de él.
–¿La gente de la cultura está dividida en Venezuela?
–El 70 por ciento del país está en contra, y ese mismo porcentaje se da en el ámbito de la cultura y de la canción popular. En otros lugares de Latinoamérica provoca una extraña fascinación, porque es un encantador de serpientes, pero hay que estar acá para ver lo que está haciendo.