ESPECTáCULOS
› “BARCO FANTASMA”, OTRA DE TERROR A BORDO
El crucero de los amputados
› Por Martín Pérez
La música suena y los pasajeros y la tripulación del lujoso crucero italiano “Antonia Graza” bailan en la cubierta. Hasta que un cable de acero cruza la cubierta dejando escuchar apenas un silbido. Cesa la música y cantante, músicos y bailarines cambian su rostro de relajado placer por uno de preocupación. La sangre comienza a correr y los cuerpos viviseccionados por el cable de acero se derrumban en pedazos sobre la cubierta. Así comienza Barco fantasma, con una escena que le salió tan bien al especialista en efectos especiales devenido director Steve Beck que la repetirá como flashback en mitad de su película. Una desafortunada mezcla de El resplandor y La tormenta perfecta que en todo su metraje no alcanzará a repetir la estatura gore de semejante prólogo.
Algo más desarrollado que un capítulo televisivo de “Cuentos de la cripta” –serie producida por Joel Silver y Robert Zemeckis, al igual que este film–, Barco fantasma en realidad cuenta la historia de dos barcos. Por un lado está el remolcador Artic Warrior, tripulado por un eficaz equipo liderado por el experimentado Capitán Murphy (Gabriel Byrne). Luego de un trabajo que los ha tenido seis meses fuera de sus casas, se les aproxima un aviador desconocido con fotos de un crucero perdido en medio del océano. La ley dice que quien encuentre un barco perdido en aguas internacionales se transforma en su legítimo dueño, y en busca del barco protagonista de esta historia zarpa el equipo de Murphy acompañado por el misterioso aviador.
Los acostumbrados a los lugares comunes de las películas del género sabrán que quien se queje en voz alta de querer volver temprano a casa será el primer sacrificado, y que primero desaparecerá el latino y luego el negro del elenco. Con un suspenso sostenido jamás honrado por su burdo desarrollo, Barco fantasma apenas si tiene una trama de fondo lo bastante enrevesada como para interesar en su desenlace, pero aburrir con su epílogo. Con un elenco en el que apenas se destaca un poco Juliana Margulies en el papel de la segunda del capitán Murphy, el film de Beck incluye una niña fantasma que podría murmurar “veo gente viva”, y un aire a catálogo de efectos especiales que se multiplica en la repetición de su sangriento y cruel prólogo, una escena realmente de otra película.