ESPECTáCULOS
La Pottermanía tiene su sede central en Londres
La publicación de “Harry Potter y la Orden del Fénix”, el quinto volumen de la saga, desató una fiebre nunca vista en la capital inglesa. Hasta Sting se declaró encandilado con el fenómeno.
› Por Marcelo Justo
La apoteosis de Harry Potter V, el delirio colectivo que está envolviendo a Gran Bretaña y el mundo, tuvo su epicentro en Londres. En la capital inglesa las escobas de brujas se pasearon por las librerías, el profesor Dumbledore hizo pases de magia a niños deslumbrados, críos, adolescentes y algunos despistados adultos se pavonearon por las calles con los disfraces de los personajes de la novela y en una réplica de la famosa plataforma 9 3/4 de la estación de King’s Cross los pasajeros atravesaron la pared para subirse al tren que los llevaría a la más famosa academia de magia del mundo: Hogwarths.
Las calles del centro estaban pobladas de adultos con bolsas Harry Potter, adolescentes con minifalda y gorro triangular de mago, chicos con ropa, gafas, escoba Harry Potter y el voluminoso Harry Potter y la Orden del Fénix en las pequeñas manos. La televisión y la radio dudaban entre el niño mago de las gafas y la amenaza de atentados terroristas en Kenia para abrir los noticieros. Ni siquiera durante la compra de los sábados en los supermercados se pudo huir de la histeria masiva: junto a las verduras, las frutas y el vino había grandes carteles publicitando el libro.
El delirio colectivo comenzó a la medianoche del viernes cuando cientos de librerías en todo el país abrieron sus puertas para recibir a miles de fanáticos que no podían esperar un segundo más para leer el libro y que habían hecho cola desde la tarde del viernes. En las filas había adolescentes que fueron directamente de la escuela para estar entre los primeros, muchos con disfraces de los personajes de la novela, adultos que salían de la clásica borrachera de taberna inglesa de los viernes y hasta niños acompañados de sus padres en este país en el que la hora obligatoria de la cama infantil es las siete de la tarde.
La “Pottermanía” continuó durante todo el día con multitudes de padres, críos, turistas y cámaras fotográficas persiguiendo los distintos eventos organizados para celebrar la edición más esperada de la historia. En una de las estaciones ferroviarias más importantes de Londres, King’s Cross, cientos de personas se agolparon desde la medianoche y a lo largo del día en la estación 9 3/4, una réplica de la que Harry Potter utiliza para abordar el tren que lo lleva a la academia de Hogwarths. En las librerías se organizaron fiestas, eventos, concursos y maquillajes especiales con la participación de celebridades locales, entre ellos el músico Sting, otra víctima de la Pottermanía, que concurrió con su hija a una de las librerías y dijo que “los chicos están buscando un mundo mejor que el existente”.
¿Buscando un mundo mejor, recuperando el añejo encanto de la fantasía literaria o víctimas de sofisticadísimas estrategias de marketing globales? Página/12 dialogó con chicos, adolescentes y adultos en las librerías. Los niños hablaban de la magia de Harry Potter, de la simpatía que sienten por un personaje que se parece a ellos y de las aventuras que esperaban leer. ¿Sentían que debían tenerlo, comprarlo, leerlo? Varios reconocieron que lo leían “porque todos mis compañeros están hablando del asunto y si uno no lo lee queda afuera de las conversaciones”.
Muchos de los adolescentes consultados por este diario eran niños cuando apareció el primer tomo de Harry Potter en 1996 y buscaban en las aventuras del mago de las gafas una sensación de continuidad con su infancia. “Es maravilloso estar en ese mundo mágico”, dijo una adolescente rubia con mohínes que oscilaban entre la feminidad adulta y la espontaneidad infantil.
Los adultos no tenían ninguna excusa para el asunto. Reconociendo la importancia del mercado de los mayores, las editoriales lanzaron Harry Potter y la Orden del Fénix con cubierta para adultos, de modo que puedan leerlo sin vergüenza en el metro o el tren. Algunos de los consultadosrespondían con un desafiante “¿por qué no?”. Otros decían que era como volver a la infancia, ideal similar al reverso infantil: parecer mayores.
A media tarde del sábado el veredicto de tanta vorágine estaba claro. Según la cadena de artículos de librería WH Smith, Harry Potter y la Orden del Fénix era el libro más vendido de la historia. “Pensábamos que el primer día íbamos a vender mucho, pero no nos imaginábamos esto. Jamás en el primer día hemos vendido tantos ejemplares de un libro”, comentó a Sara Hogwart, portavoz de la cadena.
La competencia entre las librerías es feroz. Waterstone, que se precia de ser la cadena más grande de Europa, tuvo 100 locales abiertos a la medianoche, hora de brujas y portentos. WH Smith abrió las puertas de 140 locales. Ottakar, que se especializa en libros infantiles, preparó eventos especiales en toda Gran Bretaña.
Entre los supermercados se comenzó una feroz batalla para sacar el máximo jugo al evento. Una de las cadenas más poderosas, Tesco, abrió 367 locales a la medianoche. Otro de los pesos pesado, Asda, compró 500 mil ejemplares para vender en sus supermercados. No parece que ninguno vaya a arrepentirse de la inversión.