ESPECTáCULOS
El cellista que prefiere romper su propia marca
Pieter Wispelwey es uno de los grandes intérpretes del momento. Hoy y mañana toca en el Teatro Colón.
› Por Diego Fischerman
Hace un poco menos de veinte años, un cellista holandés cambió para siempre el metro patrón con el que debían tocarse (y escucharse) las Suites para su instrumento escritas por Johann Sebastian Bach. Pieter Wispelwey había estudiado, entre otros, con el pionero Anner Bylsma y, como él (pero con una afinación y una liviandad de fraseo de las que su maestro carecía) grabó esa summa del cello barroco con un instrumento de época y con cuerdas de tripa.
Lo más importante, sin embargo, no era el instrumento sino la manera en que el intérprete incorporaba en su versión las normas estilísticas del siglo XVIII. Y, cuando nada permitía suponerlo, el cellista volvió a registrar las mismas obras, en enero de 1998, y rompió su propia marca. Haber hecho dos veces lo que la mayoría no llega a hacer ni una no es, en todo caso, la única rareza de este músico extraordinario que hoy y mañana tocará en el Teatro Colón, para el ciclo del Mozarteum, en su tercera visita a Argentina.
La otra particularidad de Wispelwey es manejarse con tanta comodidad en el repertorio del barroco y el clasicismo como en el del romanticismo y la música del siglo XX en adelante. Y, también, la de utilizar con la misma maestría instrumentos originales e instrumentos modernos. En un mercado edificado alrededor de las especializaciones y donde todavía circulan las polémicas entre los historicistas y los otros, la postura de este cellista es por lo menos atípica. Y así como sus Suites de Bach son una referencia inevitable, también lo son su Sonata de Kodaly, su Sonata de Ligetio sus interpretaciones de obras de Schumann, Hindemith, Tchaikovsky o Elgar. En sus conciertos porteños, Wispelwey tocará junto al pianista Dejan Lazic y hará la Sonata en Mi menor, Op. 38, de Johannes Brahms, la Suite nº 1 en Sol mayor, Op. 72, para cello solo, de Benjamin Britten y transcipciones para cello y piano de valses, mazurkas y polonesas de Fréderic Chopin. Y luego viajará a Montevideo, donde actuará el jueves 26, y a Jujuy y Salta, donde se presentará el viernes 27 y el sábado 28, respectivamente. En sus actuaciones anteriores, Wispelwey deslumbró con obras canónicas, las Suites de Bach y las Sonatas para piano y cello de Beethoven. En esta ocasión interpretará dos grandes composiciones inscriptas en esas tradiciones. La primera Sonata de Brahms es, en alguna medida, una continuación de la obra de Beethoven o, por lo menos, de esa unión entre la preocupación formal y una expresividad intensa (y abstracta). Y la Suite de Britten es, obviamente, un comentario a las de Bach. Las transcripciones de Chopin, en cambio, responden a otra idea: la de la exhibición virtuosa.