ESPECTáCULOS
Los tormentos de la mente de un hombre que no quiere ser infiel
La segunda temporada de la serie “The mind of the married man” comenzó con Micky esforzándose por no caer en la tentación.
› Por Emanuel Respighi
Micky, Jacke y Doug caminan por una de las calles principales de Chicago. En derredor, alguien parece haber plantado mujeres jóvenes, elegantes, disponibles. Jacke y Doug no pueden dejar de mirarlas. El culposo de Micky, en cambio, las mira un poco y pierde la vista en la vereda. Para no dejarse llevar por la tentación, Micky ha incorporado a su vida la “regla de los tres segundos”, que consiste en no observar a una mujer durante más de esa cantidad de tiempo. “Tres segundos es bueno, más es sinvergüenza”, confiesa a sus amigos, fingiendo una determinación que está lejos de poseer. La escena, que formó parte del primer capítulo de la segunda temporada de “The mind of the married man” (que en Argentina se conoce como “Confesiones de un hombre casado”), no incorpora novedades a la relación entre amigos, más bien refresca al nuevo espectador sus perfiles centrales. La nueva temporada de la serie creada, producida y protagonizada por Mike Binder, es decir Micky el culposo, continuará todos los sábados a las 23.15, por HBO.
Para quienes no siguieron los episodios del primer año, bien vale una breve introducción. A un nivel macro, “The mind...” se propone exhibir los problemas y desafíos que deben enfrentar los hombres casados en los albores del siglo XXI, una era de libertad sexual pero en que subsisten tabúes. Y la monogamia sigue siendo el sistema más corriente de relación de pareja. La serie se centra en la vida de Micky Barnes, un periodista casado que sufre la interminable pugna entre sus deseos sexuales y la responsabilidad que asumió al contraer matrimonio. Ser fiel a su esposa o no es su permanente dilema. A su lado, el monógamo de Doug y el libertino de Jacke, sus dos amigos y compañeros de trabajo en un diario de Chicago, no lo ayudan demasiado a permanecer ajenos a las tentaciones. Para colmo, su secretaria es Missy, una de las chicas más lindas de Chicago, y no tiene problemas con su condición de hombre casado.
Durante la primera temporada, Micky estuvo a un paso de perder su matrimonio tras el affaire con Missy. Tras ese episodio, Micky trata de no dejarse llevar por las tentaciones terrenales que se le cruzan a cada instante. Pero le cuesta “Soy el nuevo Micky”, les dispara a sus compañeros de trabajo. “Yo sé lo que me hace falta: me voy a alejar de las tentaciones”. Pero el problema de Micky es poner en práctica su fidelidad. En ese dilema, entre la teoría y la práctica, el deseo y la realidad, se basa la trama de la serie que se presenta como la contraparte de “Sex and the city”, la serie de las chicas que hablan del sexo como se supone que hablan los hombre. Una virtud difícil de lograr en una serie en que se muestra la visión masculina sobre el mundo (sexual).
El esfuerzo de Micky por recomponer la relación con su esposa quedó visibles en el comienzo de la temporada. En su camino a “ser diferente”, Micky fue capaz de inventarle a su jefe una extraña enfermedad, para no viajar lejos de su familia. Porque la salida que encuentra Micky para arreglar la relación matrimonial no es enfrentar su conflicto, sino de negarlo y escapar de todo aquello que lo puede llevar a satisfacer sus instintos de infidelidad. El sentimiento de culpa que lo agobia lo lleva a que cada acción “incorrecta” sea suplantada con un acto matrimonialmente correcto. Así, Micky concurre al jardín de infantes al que asistirá en el futuro su hijo –faltando para eso al programa de televisión por cable en que también trabaja– y conoce a un pelado aburrido que sólo piensa en su familia. Pese a que se muere de ganas de ver un partido con sus amigos de siempre, Micky se humillará a observarlo por televisión junto a su nuevo “amigo”, intentando complacer a su mujer, ante todo. La imágen es elocuente: mientras sus viejos amigos festejan descontrolados cada punto anotado ese domingo empuñando jarras de cerveza, Micky mira el cotejo malhumorado junto a ese hombre que parece representar de memoria el papel del perfecto padre de una familia muy normal.