ESPECTáCULOS
› “AULLIDOS EN AMERICA”, UNA OBRA DE ROBERTINO GRANADOS
Historias de sexo, droga y beatniks
› Por Cecilia Hopkins
“He visto las mejores mentes de mi generación destrozadas por la locura, famélicas, desnudas...”, escribía Allen Ginsberg en Aullido, en 1956, cuando cumplía sus primeras tres décadas de vida, una edad que marcó un límite para los jóvenes que en los ‘60 proclamaron “no confíes en alguien mayor de 30”. No obstante los reparos, él y otros compañeros de generación serían una excepción: nacido en Nueva Jersey y muerto hace seis años, Ginsberg fue uno de los pilares de la llamada Generación Beat, junto a otros treintañeros como Jack Kerouac, Lawrence Ferlinghetti y Michael McClure, grupo éste que contribuyó a sentar las bases de la contracultura norteamericana.
Con su lenguaje descarnado y coloquial, su actitud crítica y sus explícitas alusiones al sexo y las drogas, estos autores promovieron acerca de las letras una postura anti-intelectual, a la vez que una suerte de primitivismo psíquico, en virtud de manifestar “una profunda avidez por el reconocimiento individual, un deseo de hablar con honestidad y franqueza de todo lo que tenía importancia y, finalmente –según resume Bruce Cock– una implicación personal y apasionada en empresas fundamentales”. Hoy a las 21.30 y con entrada gratuita, en el bar del Rojas (Corrientes 2038), se da la oportunidad de asistir a Aullidos en América, video-performance del director de teatro y cine experimental Robertino Granados, también actor, quien estuvo en los ‘60 vinculado con el Instituto Di Tella.
El espectáculo combina imágenes en proyección y música, al tiempo que el propio actor lee dos poemas de Ginsberg, Aullido y América, ambos compuestos promediando los años ‘50. El bar se encuentra ambientado con las pinturas y objetos plásticos de Pablo Bolaños, quien participó también de la producción del video, junto a Ernesto Villegas. A ritmo de zapping violento, un extenso collage en movimiento atraviesa la pantalla mientras suena la música de Jimi Hendrix y Spinetta. Pasan imágenes de masacres, quemas de libros, trincheras, misiles a punto de estallar, y junto al veloz desfile de anónimos, sufrientes personajes, aparecen los rostros de algunos de los hombres que marcaron el siglo que pasó (Gandhi, el Che, Stalin, Mussolini y Luther King, entre muchos otros).
Granados lee el texto con gesto displicente pero con urgencia en la voz, subrayando del primero de los poemas su condición de letanía surreal. Las imágenes proyectadas se traban en doloroso contrapunto con las que genera el poema que, en prolija enumeración, pasa revista a todos aquellos grupos humanos entre los que Ginsberg entrevió a los dueños de las mejores mentes de su época, destruidas por la ansiedad social generada por el propio sistema de vida norteamericano. Un recuento de enormes proporciones que enlaza a suicidas y perseguidos de toda laya, seres vagabundos que peregrinan por los barrios marginales de las grandes ciudades de todo el país, en busca de la droga o del texto de Poe o de San Juan de la Cruz que logre redimirlos del desastre. Como los propios integrantes de la Beat Generation, los protagonistas del poema eligen un camino subterráneo o “a la intemperie”, cada cual por su cuenta, a la desbandada.
Para cuando Granados comienza con la lectura de América, el video ya transita hacia otros rumbos. Sobre las variaciones que propone la música de John Coltrane, y en actitud discretamente fashion posa una modelo junto a las páginas de las revistas de diseño y los libros de arte que ofrece a la cámara. Esculturas y fotografías enmarcan las palabras de Ginsberg “América, te estoy golpeando la cabeza, la revista Time no va a dominar mis emociones”. “¿Cómo puedo escribir una poesía sagrada frente a tu imbecilidad?” Concluidas las seis estrofas del poema, luego del saludo de Granados, el video continúa unos minutos, ya totalmente fuera de tema, mostrando al actor y a la modelo jugando al pool y, finalmente, perdiéndose en la noche de Buenos Aires.