Pasada la barrera de los 30, Maru Botana ya entró en la categoría social de “persona adulta”. Pero si los ojos del observador se posan detenidamente sobre su figura y su forma de actuar –frente a la cámara o fuera de ella, da lo mismo–, no tardará en advertir que en su esencia continúa inmutable la energía propia de un niño. Sus mohínes y su risa se combinan con un lenguaje en el que la deformación de las palabras es casi una cuestión de estilo. “Lo que pasa es que internamente yo soy muy niña. Tuve una infancia muy linda que me quedó muy marcada. Reconozco que hago muchas cosas que son de niña. Pero soy así y creo que no lo voy a cambiar”, asegura la cocinera en la entrevista con Página/12.
Probablemente sea esa alegría constante la que llevó a Claudio Villarruel, director de contenidos de Telefé, a ofrecerle a la chica de rulos dorados la conducción de un ciclo pensado para atraer a la platea infantil. Así, desde hoy a las 11.15, la conductora se pondrá de lunes a viernes al frente de “Sabor a mí”, un programa de entretenimientos que combinará recetas de cocina y juegos con muñecos gigantes y títeres de mano, al estilo del ciclo infantil “Plaza Sésamo”. “Es una especie de vuelta a mis raíces, con mayor preponderancia en la cocina, pero aggiornado al horario matutino, en el que muchas madres ven la tele con sus chicos”, cuenta Maru.
–¿Va a competir con Piñón Fijo?
–Piñón me encanta. Creo que es bueno para los chicos que la televisión haya recuperado la figura de un payaso, sobre todo en medio de programas destinados al público infantil o adolescente que son rezarpados. Pero lo mío es otra cosa. No voy a buscar ser Piñón fijo. Piñón Fijo hay uno solo y, además, no me gusta ni me interesa copiar ni imitar a nadie. Tampoco voy a hacer un programa infantil tradicional. Los muñecos y los títeres serán un simple acompañamiento, porque es un horario en el que las madres y los nenes ven la tele juntos.
–¿Se siente capacitada para atraer a los más chicos?
–A mí siempre me gustó la idea de hacer un ciclo infantil. Los chicos me encantan, muero por un niño. De hecho, de adolescente quería ser maestra jardinera. Pero si bien habrá títeres y muñecos, no voy a ser algo especial para los chicos. Yo no soy ni conductora de TV ni conductora infantil: soy cocinera y hasta ahí. Tal vez el vínculo con los chicos se va a dar a través de mi forma de ser. Pero quédense tranquilos que yo no voy a cantar.
–¿Cuánto influyó su perfil en la ampliación del espectro de público al que apunta el ciclo?
–Mucho. Yo no soy la conductora perfectita: no uso tacos, ni polleritas formales ni trajecitos. A mí me quisieron vestir elegantemente, pero por suerte entendieron cuál es muy perfil, con qué cosas me siento cómoda... No uso ni peinador: cuanto menos peinada estoy, mejor. Concibo la tele como estar con un amigo charlando, así que no tengo otra opción que estar cómoda, para no darme cuenta de que en realidad estoy en la TV. Porque la tele tiene formalidades difíciles de derribar. Yo no soy una conductora de TV, soy Maru Botana televisada. Sé que hay cosas que puedo decir que a determinados sectores no les cae bien, que digo barbaridades, pero no me doy cuenta porque soy la misma persona que cuando estoy en casa.
–¿Qué piensa de quienes dicen que su programas son muy “livianos”?
–Mis programas están hechos para que la gente se entretenga y pase un buen rato. Es una forma de distracción y una manera de aprender a cocinar. Yo no tengo por qué educar a alguien a través de la TV. Para eso están la familia y el colegio. La televisión es un medio muy abarcativo, en el que así como tiene que estar reflejada la realidad también tiene que entretener. Todo el mundo quiere corregir la tele. A mí también me gustaría que haya más programas educativos, o que se quiten algunos que son demasiados elevados para el público infantil o adolescente, a los quela tele les penetra mucho. Pero creo que primero debemos corregir el país modificando nuestras acciones.