Mar 08.07.2003

ESPECTáCULOS

“Es raro un supermacho como éste, de color verde”

El director de “Hulk”, el taiwanés Ang Lee, reflexiona sobre la singularidad del personaje creado por Marvel Comics y reactualizado por una superproducción de Holywood.

Por Elsa Fernández-Santos
Desde París

Ang Lee (Pingtung, Taiwan, 1954) admite su cansancio. Aunque estaba previsto que el director de Hulk viajara por toda Europa para promocionar el film, finalmente se quedó en París, donde en un solo día recibe uno a uno a una veintena de periodistas alemanes y españoles. En una suite del Plaza Athenée, rodeado de mesas con pasteles de chocolate y fresas, y entre los gritos de varios publicistas (uno habla con la oficina de Londres mientras otro recibe la bronca de un periodista alemán al que le recortaron cinco minutos su entrevista), Lee mira perplejo. “No estoy acostumbrado a esto, me produce mucha ansiedad”, se excusa. “Hacer una película así no es el problema. El problema es una distribución y una promoción tan gigantesca.”
El cineasta habla bajito, lento y monocorde. “Me parezco a mi madre”, explica. “Soy un tipo gentil, tímido, es fácil que me entre pánico por todo. Sólo sé tomar decisiones en un set. Al menos eso dice mi mujer.”
Con Hulk, la taquilla no le dio la espalda –arrasa tras su estreno en Estados Unidos y en Asia– pero, esta vez, parte de la crítica sí (aunque no en Argentina, donde el film, también primero en espectadores, fue casi unánimemente saludado como una obra valiosa y hasta experimental). Acostumbrado a poner de acuerdo a públicos dispares, el director de El tigre y dragón, La tormenta de hielo y Sensatez y sentimientos acepta con aparente resignación los comentarios negativos: “Lo que ocurre con las películas es siempre extraño e impredecible, hay que dejar pasar el tiempo”.
El Hulk de Lee tiene algo de King Kong, de Dr. Jekyll y Mister Hyde y de Frankenstein. “Quizás el más cercano sea Frankenstein, aunque también tiene algo del animal acorralado que es King Kong. Pero Frankenstein es la fuente más directa, del comic y de la película. Hulk no es tan inocente, Hulk también tiene algo de muerto viviente, es un héroe amoral al que no le interesa la justicia porque para él la justicia no existe. Es un héroe muy primitivo.”
Lee no encuentra gracioso que Hulk sea una mole verde. Se queda serio ante el comentario. “Bueno, en los primeros tiempos del comic era gris. Aunque en realidad sí, es curioso que un supermacho como éste sea de color verde.” En Hulk, Lee da un fuerte protagonismo trágico a la figura paterna (interpretada por un desatado Nick Nolte). La paternidad vista como fatalidad no es un tema nuevo en su cine, aunque Lee insiste en que el comic de la Marvel ya tenía esa mirada trágica. “Para mí es complejo. Tengo un padre muy fuerte y, aunque yo también soy padre, no logro encontrar un sitio entre las fuertes tradiciones chinas patriarcales que me inculcaron y las que viven mis hijos, criados en Estados Unidos. Creo que detrás de la figura paterna se esconde la agresividad masculina, esa agresión del macho, una agresión que puede ser genética, como en Hulk, o cultural.”
El tigre y el dragón, su trabajo anterior, fue un éxito sin precedentes para una película extranjera en EE.UU. Abordaba un género popular (las artes marciales), pero con un tono de realismo mágico oriental. El resultado fue hipnotizador. Para Lee, la fórmula nació de su crisis de mediana edad. “Mientras a algunos les da por salir con mujeres o por comprarse un descapotable, yo decidí salir de mi crisis haciendo una película que me rejuveneciera. Era una película con la energía de la cultura pop”, afirma. “Tenía su locura y ligereza. Siempre quise hacer una película de artes marciales, pero cuando pude hacerla ya era demasiado adulto. No huí de mi mirada adulta, pero la hice con cierta locura e inocencia.” Ang Lee le debe mucho a Sydney Pollack y su exótica idea de poner a Jane Austen en las manos de un –entonces– joven taiwanés apenas conocido fuera de los circuitos de arte y ensayo. El resultado fueSensatez y sentimientos, y desde entonces Lee se niega a reconocer fronteras: “Mi generación, venga de donde venga, comparte una cultura general similar. En Taiwan crecimos con el melodrama chino, pero luego nos convertimos en otra cosa. No sé cuál, pero otra”.

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