ESPECTáCULOS
› TRES REALIZADORES CUENTAN COMO HACEN CINE EN LA TELE
“Este es aún un medio virgen”
El programa “Ensayo” abrió una nueva alternativa para directores de cine. Gabriela David, Alejandro Malowicki y Gustavo Postiglione analizan los problemas y placeres del novedoso método de trabajo.
› Por Julián Gorodischer
Una cámara, una semana y un interior, y no mucho más, fue la propuesta del programa “Ensayo”, de Canal 7, a más de 20 cineastas poco acostumbrados a la tele. Hoy, a más de un mes de su largada, el ciclo resume una tendencia: directores que ya no piensan solamente en el largometraje, sino que miran la TV con otros ojos. Filmar es caro y la crisis multiplica alternativas de menor costo para la producción, pero también para exhibir: estrenar en un museo (Balnearios, de Mariano Llinás, y Ciudad de María, de Enrique Bellande, en el Malba), acortar los rodajes a una semana o mudarse de la pantalla grande al telefilm. “Ensayo” retomó el signo de la época: los mejores productos televisivos de 2002 fueron hechos por dos cineastas, Adrián Caetano con “Tumberos” y Damián Szifrón con “Los simuladores”. También Lucrecia Martel empezó en televisión: era la realizadora de Magazine for fai. Eso sí, introdujo variaciones: bajar los costos a la medida del canal estatal y salirse de la “joven guardia” para convocar a directores veteranos.
Con Sombras que pasan, su capítulo, Gabriela David reconstruyó la intimidad de un cuarto de hotel y la extrañeza de la aparición fantasmagórica. Su primera experiencia para TV la colocó en un susto inicial: dudó sobre si iba a cumplir con la dificultad del canal estatal. Debía terminar todo en una semana e, incluso, incluir un fragmento del backstage en la trama de su relato. Acostumbrado a filmar de corrido y en una sola locación, el rosarino Gustavo Postiglione (El asadito, El cumple) fue quien sintió mayor afinidad con la propuesta. El director se corrió de las escenas cotidianas de sus películas para tramar Ensayos sobre Hamlet. Alejandro Malowicki festejó haber sido convocado en un panorama de cine acostumbrado a una hegemonía de la mirada joven. “Era hora –dice– de salirse de la división entre nuevos y veteranos. Lo generacional no tiene nada que ver con el buen cine.” Para todos, “Ensayo” marca una ruptura: abrirse a un nuevo campo, el televisivo, con menos prejuicios y algo de experiencia.
–¿Cómo fue trabajar en TV para cineastas acostumbrados al largometraje?
Gustavo Postiglione: –Yo con un par de cámaras, el estudio y los actores puedo filmar una historia. Por eso siento que éste fue un esquema afín a mi modo de trabajo. Otra prioridad es la rapidez: es interesante producir más en menos tiempo y eso implica estar abierto a cosas que se modifican permanentemente. Ambos lados tienen que aceptar lo que se va tirando.
Alejandro Malowicki: –La propuesta fue trabajar con recursos humildes, encontrar un esquema de producción sencillo para que fuera rico el desarrollo estético, acorde a los medios que se tienen. Lo que quedó resaltado es la importancia de tener un diseño de producción, en este caso de siete días y con normas estrictas.
–¿Qué dificultades se presentaron?
Gabriela David: –El desafío fue llegar a un punto de acuerdo. Por ejemplo, yo quería techar una escena de hotel para obtener un clima de iluminación tenue y no trabajar con la parrilla de luces blancas tradicional de los estudios. Los técnicos querían mantener lo que están acostumbrados a manejar. Negociamos y techamos, pero dejando un agujero para iluminar desde arriba.
G. P.: –En televisión, uno no puede detenerse a ver si el plano está iluminado exactamente como se había imaginado. Si la cámara se fue de foco y la actuación es buena, elijo la verdad del momento.
–¿Y en qué medida esta experiencia hizo confluir al cine y la televisión?
G. P.: –Tenemos que entender que para tabajar en televisión que este es áun un medio virgen. Yo estoy preparando una serie de telefilms, Delivery e Ipanema, que tienen rasgos muy parecidos a los de “Ensayo”: rodajes cortos y economía de producción, para bajar los costos al máximo, pero no por eso resignar la calidad del producto.
G. D.: –Creo que es interesante toda idea que obligue al cineasta a salirse del monotema del largometraje, más aún en tiempos en los que es tan difícil poder concretarlo. Me gustaría, por ejemplo, seguir haciendo cortos, pero el problema es que después uno no encuentra canales para comercializar o exhibir formatos alternativos.