Dom 13.07.2003

ESPECTáCULOS  › UN EXHAUSTIVO LIBRO CATALOGO PARA COLECCIONISTAS, MADE IN ARGENTINA

The Beatles eran... Los Grillos

“A, B, C, D, Paul, John, George y Ringo” es un libro hecho por cuatro amigos que repasa con minuciosidad las primeras ediciones de todos los discos de los Fab Four publicados en la Argentina.

› Por Roque Casciero

Sólo hay algo que puede convencer a un oncólogo, un gerente de ventas de una empresa láctea, un diseñador gráfico y fotógrafo y un empleado de una empresa telefónica de emprender un proyecto en conjunto: el amor por Los Beatles. Daniel Lewi, Ricardo Chilabert, Mario Sanmartino y Marcelo Ravelo son los autores de A, B, C, D, Paul, John, George y Ringo, un libro que repasa con minuciosidad (en español y en inglés) las primeras ediciones de todos los discos de los Fab Four publicados en la Argentina. Es un trabajo con sabor a nostalgia, porque a más de uno se le piantará un lagrimón cuando vuelva a ver tapas de viejos vinilos olvidados, pero también tiene una precisión notable en cuanto a los datos. Se trata de una suerte de catálogo destinado fundamentalmente a los coleccionistas, pero de su lectura también se puede aprender sobre los tejes y manejes de las compañías discográficas durante los años 60 y 70 y sobre cómo la banda de rock más famosa de la historia aquí se conoció primero como... ¡Los Grillos!
El inicio del proyecto fue cuando un grupo de coleccionistas decidió reunir la mayor cantidad de datos posibles sobre la historia de las ediciones de Los Beatles. “Fuimos a EMI, el sello que siempre los publicó, y nos enteramos de que cuando la compañía se mudó de Capital a provincia se perdió toda la data”, recuerda Lewi, que además de coleccionista es jefe de oncología del Hospital Fernández. “También nos dijeron que estaban por tirar las cintas master de los vinilos, porque ya las habían pasado a digital. Eso muestra que no había ningún respeto por el documento. Pero el director artístico de EMI de esa época, José Soler, nos propuso: ‘¿Por qué no hacen al revés? ¿Por qué no se ponen a buscar la información ustedes?’.”
Las ansias por conocer hasta el mínimo detalle de la historia motivó a los coleccionistas y los datos empezaron a acumularse. La idea de armar un libro con imágenes y texto apareció enseguida, pero lo que terminó de decidirlos fue la salida del disco 1, que en 2000 agrupó todas las canciones de Los Beatles que llegaron al tope de los charts. Los coleccionistas descubrieron que, entre las tapas de simples de la época que se reproducían en el librito, trece correspondían a ediciones argentinas.
La tapa y la contratapa de A, B, C, D... está inspirada en la del disco A Hard Day’s Night, que en su primera edición argentina se llamó Yeah, yeah, yeah, Paul, John, George y Ringo. En el libro se devela el porqué de estos cambios de títulos y se pone atención a las aberraciones de ciertas ediciones. Por ejemplo, desde Inglaterra mandaban cintas master, pero acá se hacían otras con los vinilos importados para ganar tiempo. Otras peculiaridades dieron resultados inesperados: los coleccionistas de todo el mundo se babean por tener ciertos discos argentinos editados en sistema monoaural, que en el resto del mundo sólo salieron en estéreo.
De los autores del libro, sólo Lewi vive en Buenos Aires. El médico es también el que tiene la colección más grande de los cuatro, aunque aclara que hay otros argentinos que han acumulado más items que él. Lo que sí tiene Lewi, entre otras cosas, son las primeras ediciones de toda la discografía beatle editada en casi todos los países del mundo.
“Es un grado de patología importante...”, dice el médico. “Lo charlé con una psicóloga amiga, que me dijo: ‘Mirá, peor es ser torturador...’. Cuando conocí a coleccionistas de todo el mundo, me di cuenta de que lo mío era muy chiquito. En Inglaterra vi cómo un japonés sacó 25 mil libras de una valija para pagar por un incunable. Entre los coleccionistas que conozco, casi ninguno es músico, salvo Marcelo Ravelo, que tocó en Danger Four. Quizá coleccionar sea nuestro cable a tierra. A veces la cosa se torna muy patológica, pero nunca puse en juego la situación económica de mi familia.” La historia del inicio de Lewi en el coleccionismo beatle está contada en el libro: su abuelo, un fanático del jazz, le regaló el segundo simple de la banda publicado en la Argentina (“Twist y gritos” / “La vi parada ahí”) y le aseguró que esa música iba a cambiar al mundo. Mientras vivió, el abuelo le regalaba simples, dobles y long plays apenas eran publicados, mientras le repetía la frase “esto va a ser música clásica”. Después, el futuro médico continuó con la tradición y así armó la colección que ya desborda un cuarto de su casa.
“Los aseguradores dicen que hasta saber el precio de una obra tienen que pasar cien años de su publicación, por eso es difícil establecer el valor de una colección”, explica Lewi. “Si yo quisiera vender la mía, tal vez me pagarían 20 mil dólares, pero estoy seguro de que si intentara comprarla me costaría más de 100 mil. Lo que pasa es que yo fui comprando los discos a medida de que salían. Tengo discos incunables que cuestan 5000 dólares, pero cuando me los trajeron costaban 10.”

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