ESPECTáCULOS
› LOLA BERTHET, DE “COSTUMBRES ARGENTINAS”
“Todos somos un poco locos”
La actriz, que en la tira de Telefé encarna a una adolescente mística y soñadora, explica por qué busca forzar los límites artísticos.
› Por Emanuel Respighi
Lola Berthet parece recorrer el camino de la vida de un modo similar al que se desenvuelve frente a cámaras. Espontánea y desenvuelta, la actriz de “Costumbres argentinas” no se ruboriza al pedirle a los gritos al mozo una “lágrima”, o al posar con cierto aire místico para las fotos al mejor estilo Sandra, el disparatado personaje que interpreta en la tira que Telefé emite de lunes a viernes, a las 21. “Muchos periodistas me identifican como una freak”, cuenta la actriz a Página/12. “Pero yo estoy bastante peleada con esa palabra porque no es más que un vocablo de moda. No soy freak: actúo de acuerdo a mi estilo. Que uno haga personajes locos o freaks no significa que los personajes no tengan contenido ni transmitan nada. Todo lo contrario: en algún punto todos estamos un poco locos. La locura depende de quién sea el observador”, remarca.
Vicio periodístico o no, lo cierto es que Berthet edificó en los últimos años su carrera televisiva a fuerza de personajes extravagantes. Primero encarnando el año pasado a esa mucama indiscreta e informal llamada Rita en “Son amores” –por la que ganó el Martín Fierro como mejor actriz de reparto–, y ahora en la piel de Sandra, en la tira de Ideas del Sur. Allí interpreta a una adolescente soñadora, con cierto vuelo místico. Hace lucir todo su histrionismo desplegando una gran capacidad de improvisación, en permanente diálogo con lo absurdo y lo grotesco. “Tengo miedo de que me encasillen en estos personajes. Pero no reniego: si en la tele sirvo para estos papeles está todo bien”, cuenta.
–¿Por qué cree que la convocan para hacer personajes “raros”, que se alejan de la actuación televisiva convencional?
–Cuando me llaman no me dicen qué tipo de actuación tengo que hacer. Tanto Pol-ka como Ideas del Sur me dieron un espacio para la improvisación que para mí es importante. Me permitieron delirar y yo no los defraudo. Pero en realidad lo que me proponen es un personaje, ya sea de mucama o de hija trastornada. Después se va creando el perfil del personaje. Como confían en mi veta actoral, yo tengo libertad y confianza para trabajar.
–¿La TV cambió algunas reglas que en otros tiempos parecían ineludibles?
–Ahora la TV permite que los actores puedan opinar. A partir de lo que nos llega de los autores, estamos escribiendo, por momentos, nuestros propios libros. Eso es un avance importante para refrescar la pantalla. Se está dejando atrás la TV de Migré, en la que si no respetabas la coma y el punto del guión había que rehacer la escena diciendo la letra de memoria. Yo en esa TV no habría tenido chance alguna ni siquiera de participar en un bolo. Ahora se le da más confianza al actor.
–¿Cuánto hay de guión y cuánto suyo a la hora de elaborar un personaje?
–Creo que de guión hay poco, pero en realidad porque me olvido la letra... (risas). Yo soy de hablar mucho con los autores. La base me la dicen ellos, pero al darme libertad para trabajar al personaje le pongo mucho. Agrego palabras o frases que escucho por ahí. Me gusta experimentar nuevos caminos, por más locos que sean. No estoy muy de acuerdo con las “tiras costumbristas” porque no muestran la vida como pregonan. Sandra existe en la calle, en el mundo. Hay mucha gente que me dice que su hija no para de encerrarse en el baño cuando quiere soñar. No somos todos iguales. La TV actual está apostando mucho más a ir al límite de lo que puede ser el ser humano. Para reflejar “la vida”, no basta mostrar a dos personas charlando mientras toman mate.
–¿Cuál es el límite para improvisar?
–Yo no tengo límite. Por suerte, hasta ahora no lo encontré, y espero no encontrarlo nunca, porque ese día me retiraría de la actuación. Sé cómo empiezo una escena, pero me es imposible saber cómo termino. Porque ése es el desafío: ¿hasta dónde puede llegar uno con un personaje? Mi regla es no ponerme límites para no aburrirme, que es lo último que quiero que me pase.