ESPECTáCULOS
› “VERSOS REBELDES”, SOBRE IDEA DE ALEJANDRA BOERO
El encanto de las palabras
Un puñado de poetas le da letra a la pieza coral que se ofrece en Andamio y que genera un emocionante ida y vuelta con el público.
› Por Hilda Cabrera
Qué es la poesía, a quién o quiénes sirve y va dirigida son preguntas que surgen ante espectáculos como Versos rebeldes, ideado por la actriz y directora Alejandra Boero, del que participan actores, cantantes y artistas plásticos. “Nos interesó rescatar los contenidos que se refieren a los problemas del ser humano con el mundo en el que vive y la belleza de sus formas; belleza que se agiganta en su compromiso social y en la fraternidad”, sintetiza Boero, refiriéndose a un trabajo que ella misma inicia con un texto de León Felipe. La poesía es un sistema de señales –se dice, entre otras reflexiones–, palabras que tienen más de un dueño cuando reflejan la solidaridad de los unos con los otros, que se exaltan contando batallas ganadas y entristecen ante las pérdidas. En el espectáculo se cita, entre otros, a los poetas españoles que supieron transmitir sus versos a la gente sencilla, aun en sus hallazgos vanguardistas, como sucedió con Rafael Alberti, Luis Cernuda y Federico García Lorca. No falta aquí Miguel Hernández, el campesino de Orihuela que murió en un hospital de la prisión de Alicante en 1942, cuando en España mandaba el general Francisco Franco. Se lo recuerda en sus “Nanas de la cebolla”, “El hambre” y “El tren de los heridos”. Alberti es memorado a través de “Siervos”; Cernuda, de su “Lamento y esperanza”, y García Lorca, de un texto en el cual el poeta granadino relaciona poesía y teatro. “Desperté de ser niño:/ nunca despiertes./ Triste llevo la boca:/ ríete siempre./ Siempre en la cuna/ defendiendo la risa/ pluma a pluma.” Esta sensibilidad extrema de Hernández toma la forma del canto en la puesta de Alejandro Samek y Boero.
Cuidadosamente elaborado, en base a una selección hecha por Boero y los directores Hugo Urquijo y Darío Luchetta, este recital, pausado por momentos y algo enfático en otros (sólo en algunos pocos pasajes interpretados por Stella Minardi y Silvina Katz), pone en primer plano asuntos fundamentales. Estos temas son los que, dentro de la variedad de las “voces poéticas”, permiten dar forma integral a lo que ocurre en el escenario. La plenitud que proporcionan las secuencias más creativas define aún más el armado, sobre todo cuando se delimitan conceptos como el de justicia. Las voces de Patricia Balado y Magdalena León, acompañadas por el guitarrista Roberto López, “dibujan” con serena intensidad los versos hechos canción de “Las nanas...” y “El tren...” y con chispeante gracia el tema de Violeta Parra “Viví clandestinamente”.
Desde la platea, los códigos se descifran rápidamente y el público capta sin vueltas lo que entregan los versos y textos de César Vallejo, Eduardo Galeano y Cristina Peri Rossi. También los reunidos en el fragmento dedicado a la Argentina. Los nombres son entonces los de César Fernández Moreno, Paco Urondo, Julio Cortázar, Juan Gelman y José Balaústegui, de quien Boero dice su “Poema para no morir”, escrito a los 13 años por esteartista asesinado durante la última dictadura militar. El público premia con bravos aquello que recibe y siente que lo representa. Es por eso que la sala Andamio 90 se convierte en ámbito de reivindicaciones. Promediando el espectáculo se proponen bloques temáticos sobre versos de León Felipe. Estos son “El Poeta” y “La Justicia”, donde “Vencidos” es entonado en la versión que popularizó Joan Manuel Serrat y “Como tú” (en el programa de mano titulado “Piedra pequeña”), según el español Paco Ibáñez. Otro apartado es el destinado a “La Palabra”, donde se lucen muy especialmente Balado y León en “Vida mía, vida mía”, musicalizado por José Luis Castiñeira de Dios.
El espectáculo, de poco más de una hora, pretende transmitir al espectador “palabras con contenido” que sirvan a la reflexión y a la crítica. Como se transcribe en el programa de mano, y según versos de León Felipe, lo que importa no es “llegar solo ni pronto/ sino llegar con todos y a tiempo”. Versos en contra de la estupidez y a favor de la memoria, algunos marcados por la utopía, entendida ésta como convencimiento de que la última palabra no está dicha. Se trata de versos razonados que apuntan a la injusticia y se convierten en testimonio de épocas sombrías. La exploración de la poesía de los rebeldes, de cualquier tiempo y lugar, es siempre una aventura, sobre todo cuando, como sucede en este trabajo, el orden y la disposición de los textos tienden a unificar no sólo por asociación sino también por disonancia. Puede decirse que el propósito de querer recuperar valores que se consideran en crisis está queriendo subrayar aquello, tan discutible, de la incapacidad actual de idealización. Es probable. Lo interesante, en todo caso, es aquí la pasión inquisitiva, y a veces traviesa, que los intérpretes logran comunicar a la platea.