El western es uno de los símbolos estadounidenses por excelencia. De hecho, el origen del género puede rastrearse allá por 1903 con El gran asalto al tren, aquella monumental película de Edwin Porter. Nombres como los de John Wayne, John Ford, Bud Botticher, Gary Cooper y Anthony Mann remiten inmediatamente a legendarios vaqueros del Lejano Oeste. Sin embargo, a finales de la década del 50 la atracción de los cowboys y los indios disminuyó entre el público estadounidense, interesado en nuevos lenguajes cinematográficos y en problemáticas más cercanas a la realidad de las grandes urbes. El género parecía estar condenado al olvido. Sin embargo, durante los ‘60 y ‘70 un grupo de artistas europeos, encabezados por el cineasta Sergio Leone, decidió tomar la posta de los western redefiniendo su lenguaje. Claro que los nuevos western ya no se rodaron en el Oeste de EE.UU. o en alguno de sus grandes estudios, sino que se filmaron en Italia y España. Las más de quinientas películas de cowboys que se hicieron en Europa durante esas décadas fueron denominadas por la crítica (despectivamente) “spaghetti western”, en referencia a que fue en tierras italianas donde se rodaron en mayor parte. Aun cuando el tiempo se encargó de otorgarle al desierto de Almería (España), su condición de capital de los westerns made in Europa.
Cine menospreciado por la crítica de la época, el spaghetti western tuvo la virtud de desarrollar con eficacia una nueva manera de hacer películas de vaqueros. Tomando la estructura y los clishés del viejo western estadounidense, el movimiento fijó ciertas reglas de producción que convirtieron a sus películas en exponentes de un nuevo género. Las altas dosis de violencia (muchos, pero muchos tiros), sexo y humor (a veces caricaturesco), acompañadas por una peculiar caracterización de los personajes –netamente antihéroes–, renovaron el rígido género estadounidense.
Si bien ya desde principios de los ‘60 se hacían western en Europa, fue recién en 1964 cuando formalmente nació la nueva concepción genérica, a través de una de las tantas películas que Leone filmó con un actor estadounidense desconocido hasta ese momento: Clint Eastwood. Por un puñado de dólares, basada en Yojimbo, de Akira Kurosawa, fue el film que sentó las bases artísticas del movimiento. Paralelamente al inminente estreno mundial de 800 balas, el film-homenaje a los spaghetti westerns de Alex de la Iglesia, Retro programó una retrospectiva para los lunes de agosto y septiembre, a las 22.
El ciclo abre esta noche con El bueno, el malo y el feo (1966), el film en el que Leone dirigió a Clint Eastwood y Lee Van Cleef, dos de los grandes actores del género. Otro film de culto, Django (1966), se proyectará el próximo lunes. La película, dirigida por Sergio Corbucci, fue protagonizada por otra pieza fundamental de los spaghetti western: el italiano Francisco Nero. Ese mismo día, a las 23.35, se verá El retorno de Django, que en 1987 se transformó en la secuela del film casi mítico. En tanto, el 18 se emitirá Sabata (1970), el film dirigido por Gianfranco Parolini y protagonizado por Van Cleef. Mientras que, a las 23.35, darán El gran duelo (1972), de Giancarlo Santi, con Van Cleef y Peter O’Brien. El último lunes de agosto se proyectarán en continuado Keoma (1976), con Nero y William Berger, y La marca del ciego (1971), con Tony Anthony y la actuación especial del ex beatle Ringo Starr.
La retrospectiva continuará durante septiembre. California (1977), la película dirigida por Michele Lupo e interpretada por Giuliano Gemma y Miguel Bosé, se proyectará el 1º a las 22. El siguiente lunes será el turno para una de las películas más representativas del spaghetti western: Por unos dólares más (1964), con Eastwood y Van Cleef. El 15, en tanto, será el turno para Texas, adiós (1966), en la que Fernando Baldi dirigió a Nero. Diamante lobo (1976), uno de las últimas películas emblemáticas del género, se proyectará el 22. La programación especial cerrará con Los héroes de la mesa verde (1971), en la que Leone dirige a James Coburn y Rod Steiger.