Mié 06.08.2003

ESPECTáCULOS  › COMO ES LA VERSION 2003 DE “EL SHOW DE VIDEOMATCH”

Composición tema, Marcelito

La nueva etapa del ciclo de Telefé parece privilegiar la autorreferencia, con menos espacio para ironizar sobre “la realidad”.

› Por Julián Gorodischer

La cuestión es Tinelli, aquí no se habla de otra cosa. Que se fue y volvió, pero volvió tarde. Que se rascó, que despilfarró en Italia, que se hizo la cirugía, que se dejó crecer el pelo. Que, en la apertura, se convierte en Neo, de Matrix, o en El increíble Hulk. Tinelli, Tinelli y más Tinelli. Así es “El show de Videomatch” (Telefé, de lunes a viernes a las 23), replicado a sí mismo desde los primeros ‘90, cuando asomaba la vocecita potente, más aguda en el saludo final, cuando los bloopers y las cámaras ocultas instalaron un modo de hacer y ver televisión. Ahora no hay bloopers ni cámara oculta, todo es referencia al bon vivant: “No querés laburar, te vas, vos sí que la hacés bien, Marce...”, le dedican unas falsas Bandana, como antes también le dijeron los apócrifos Mambrú y el imitador de Piñón Fijo. Todos, claro, tienen su propio espacio en la tele y así se legitiman, así obtienen una existencia posible en “Videomatch”. Son imitados por ser televisivos y por estar hablando de Tinelli. Se escucha de todo, en un tono cariñoso-burlón que mima o descuartiza, quién sabe. Hay gastes a la nueva melenita, al vago o al que se fugó. Gastes a sus rumores de pelea y a la tensión con los capos del canal. Qué mejor que todo quede en casa para que no hablen los de afuera.
Eso sí, que no aparezca nada que no sea la propia tele criticando o alabando el regreso de su cabeza de compañía. Antes no fue así. En los ‘90 había otros temas: la fiesta menemista, el pum para arriba, la persona común embaucada en la calle o, después, el famoso cazado por una cámara oculta o caricaturizado por un imitador o, incluso, la barra de gomazos en rol de frontón para duelos cómicos. En los ‘90, Tinelli dijo mucho sobre la Argentina: dio cabida a la invasión de cantantes llegados a aprovechar el uno a uno, encarnó el tono alto estimulado por el ruido y las serpentinas, llevó bailarinas, strippers y organizó bromas pesadas. La Argentina pudo leerse en los programas de Tinelli (también en “Ritmo de la Noche”): un monólogo a cámara acotado por la barra bullanguera, una única voz llevando un ritmo acelerado y constante, sin decaimiento, la ficción del avance indefinido en la TV como en el país.
Una de dos: o no queda más país, o “Videomatch” resignó esa función de monitoreo de décadas, porque en lo nuevo de Tinelli sólo se habla de Tinelli, tan autorreferencial como lookeado, con traje a la moda y peinado a la italiana que lo hacen parecer más joven, con escenografía aerodinámica que no deja dudas. Esto no es la Argentina, es “La isla de Tinelli”, como la de Panam pero sin una palmera, donde los portones se abren a control remoto y donde, claro, Tinelli ocupa el centro, sin planos para la tribuna de fieles ni para los anunciados Manicomic, que en el debut no tuvieron ni un minuto para demostrar habilidades. A cambio, los falsos Mambrú cantan un versito que habla de Tinelli: “Allá en Europa hizo calor, y vos Tinelli nos recordás a Cristóbal Colón...”, de rima forzada pero que, como otras, provoca la carcajada. No hay ni un famoso verdadero, todas caricaturas de personajes de la tele, como cuando les toca el turno a las imitaciones de Bandana o Piñón Fijo. A la hora de la política, apenas negó que existiese un pacto con Kirchner y que vaya a dirigir Canal 7.
Tinelli apareció dibujado como Neo y como Hulk, y después producido como un ex modelo, cultivando su nueva imagen. ¿Y cómo es Tinelli? Todavía cultor de la travesía y el “déme dos”, empresario exitoso en el país quebrado e icono mayor de la repetición a la argentina (ahora todos los días el “chau, chau, chau, chau...”). Y aún más contradictorio: es generador de los programas más riesgosos de la ficción argentina (“Disputas”, “Tumberos”), pero perpetuador del coro de gomazos que huele más a viejo. Y entonces, ¿por qué no hacerlos hablar a todos de sí mismos, dedicarse el momento Matrix y la tomada de pelo en esos cánticos que incluyen el homenaje y el palo por igual? Como para que nadie quede sin enterarse: Tinelli, además de todo, es abierto, tolerante y autocrítico.

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