ESPECTáCULOS
“Puse una pizca de la genialidad de Shakespeare en una clave infantil”
Gabriel Virtuoso, teatrista y maestro de escuela, analiza su comedia “El rey enano”.
Por Silvina Friera
“Me gustó esto de ser actor, por lo tanto desde hoy iré por mi reino actuando y actuando para la alegría de todos. Puertas abiertas para que pasen los actores, contando historias, miles de historias, para hacernos reír, llorar y pensar.” Esta reflexión, apoteosis de la vitalidad que tiene el teatro en la historia de la humanidad, pertenece a El rey enano, escrita por Gabriel Virtuoso, ganadora del tercer Premio Nacional de Dramaturgia Infantil otorgado por el Instituto Nacional de Teatro (2001) y que se presenta sábados y domingos a las 16.30 en El Ombligo de la Luna (Anchorena 364). La obra, interpretada por el grupo Paladar Teatro, es una comedia que expone las peripecias de un puñado de poetas y un carpintero, una costurera y la criada del rey, devenidos en actores improvisados, que deben cumplir los caprichos de un rey autoritario y fanfarrón que exige la representación de una pieza teatral inédita, original y entretenida.
¿Cómo satisfacer a su majestad, un gurrumín de once años, que se jacta de conocer de memoria todos los cuentos que fueron narrados una y mil veces? “Cuando el mensaje es muy evidente y obvio, los chicos se aburren porque no les gustan las moralejas. Somos los padres y los docentes los que guiamos las lecturas que estimamos convenientes, que marcamos los senderos por donde transitar, pero como actor y dramaturgo no me interesa llevar a los chicos de las narices o advertirles, como un maestro ciruela, lo que es bueno o malo”, dice Virtuoso en la entrevista con Página/12.
En El rey enano, lo asequible no está servido en bandeja: los espectadores se involucran por la imprevisibilidad que generan las disparatadas ocurrencias de esos poetas que, por momentos, están peleados a muerte con la inspiración. Además, para complicar un poco el proceso creativo, en el País del Pestillo, nadie quiere jugar a ser actor. Así, sin ideas consistentes, sin personajes y sin actores, los poetas del Balero apelan a distintas mentiras y títulos descabellados hasta que el prepotente rey les da el ultimátum: si no interpretan un relato terminarán sus días plantando batatas. Maestro de escuela desde hace 15 años, dramaturgo, actor y director, por primera vez Virtuoso se anima a escribir y dirigir, junto con Matías Méndez, una obra destinada a los chicos. Hasta entonces, el grupo Paladar acreditaba experiencia en el teatro para adultos con Paladar y 4 tipos de mujeres (actualmente en cartel en la Clac, viernes y sábados a las 23.30). “Los espectáculos infantiles son muy distintos en cuanto a los yeites y los aspectos vinculados con la producción escénica. Pero en lo artístico, trabajamos de la misma manera que con los adultos, tal vez poniendo mayor énfasis en potenciar el juego con los actores”, señala Virtuoso.
Acorralados por la intransigencia del rey (interpretado por Fabián Fernández, un actor de doce años), al poeta Antonín, extravagante caricatura del artista que abusa de las palabras complejas sin entenderlas, se le ocurre “adaptar” Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare. “La escena entre Píramo y Tisbe es como la versión infantil de Romeo y Julieta. Me gustó incluir una pizca de la genialidad de Shakespeare en clave infantil”, cuenta Virtuoso, que está preparando su segunda obra infantil, de la que sólo tiene algunos borradores, pero sabe que estará vinculada con otra notable pieza shakespeareana, Ricardo III, y que se desarrollará en una escuela. Virtuoso sostiene que en su vida celebra el teatro constantemente, cuando lo practica y cuando da clases. “Me identifico mucho con el personaje del rey –dice– porque hacer teatro va más allá de lo anecdótico del intercambio de roles. El teatro te cambia la vida, puede hacer que abandones la comodidad de la corona y el séquito de fieles servidores, para dedicarte a actuar, como le ocurre al personaje de esta obra.”