Sáb 09.08.2003

ESPECTáCULOS

De Palma retorna con un thriller hecho de sueños

Brian De Palma habla de “Femme fatale”, una película en la que combina viejas pasiones con un tono onírico.

Por Sara Brito
Desde Nueva York

Brian De Palma, de 63 años, confiesa haber tenido a lo largo de su vida sueños premonitorios. “He tenido sueños que luego se hicieron realidad”, reconoce el director estadounidense. “Si uno tiene la oportunidad de saber lo que pasará, entonces tendrá la oportunidad de cambiarlo”, asegura el veterano director de Los intocables, y recuerda que “desde el principio de la humanidad existieron profetas”. Su más reciente film, Femme fatale, es, además de un homenaje al cine negro –aunque no en su estética, pues los complicados giros de cámara son contrarios al film noir–, una reflexión sobre “el destino y la capacidad de cambiarlo” a través de señales: un sueño que tiene el personaje principal, Laure, encarnada por Rebecca Romijn-Stamos.
Lo que parece en principio una historia de venganza y chantajes, ambientada en París, pasa a ser una compleja referencia onírica. “Es la historia de un sueño, y está contada con sus convenciones”, explica De Palma. Es, por tanto, una película “menos realista que otras que hice en el mismo género”, considera. Este thriller, género predilecto del realizador, retoma el icono de la mujer manipuladora, fría e hirientemente bella del cine negro, que teje su intrincada tela en torno del fotógrafo Nicolás Bardo, interpretado por un Antonio Banderas que De Palma califica de “extraordinario actor, de múltiples registros”. El director se puso en contacto con Banderas a través de su mujer, Melanie Griffith, con la que trabajó en La hoguera de las vanidades y Doble de cuerpo.
De Palma llevaba diez años sin escribir el guión de las películas que dirigía, desde que en 1992 hizo Demente. Ahora retoma su faceta de escritor de complejas tramas con esta historia repleta de erotismo, que arranca en el Festival de Cannes, donde un grupo de sofisticados ladrones planea el robo de un tocado de diamantes en la première de la película Este-Oeste. El director Regis Wargnier y la actriz Sandrine Bonnaire hacen un cameo en el que se interpretan a sí mismos, no faltos de una mirada irónica sobre los festivales. La banda de ladrones de guante blanco es traicionada por Laure, la protagonista, que, tras llevarse consigo el botín, debe iniciar una huida que la llevará a tomar distintas personalidades y a utilizar una cadena de mentiras y traiciones.
“Laure es una manipuladora nata”, explica. Un personaje cargado de erotismo al que De Palma concede, gracias a la secuencia onírica del film, “una ambigüedad y simbolismo” que no se revelará hasta los últimos minutos. Pero los sueños en Femme fatale, como en la vida, se alimentan de lo que ven los personajes. La inspiración del personaje de Romijn-Stamos para convertirse en una mujer fatal del siglo XXI es una secuencia del clásico del cine negro Perdición, de Billy Wilder, donde Barbara Stanwyck ejerce de auténtica encarnación de mujer sensual, fría y cruel, un icono “misterioso y peligroso”, según De Palma, que funciona de imán en la trama. El director trabaja ahora en un nuevo thriller psicológico, Toyer, basado en una novela de Gardner McKay, que comenzará a rodarse en Venecia. De París en Femme fatale a Venecia en Toyer. “Me siento atraído hacia la belleza y la arquitectura, algo que echo de menos en el cine”, concluyó.

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