Dom 03.03.2002

ESPECTáCULOS  › DEL UNDER A LA TV, CARLOS BELLOSO NO PARA

Actor en múltiples frentes

Empezó siendo uno de Los Melli, en los tiempos del Parakultural. Sin dejar de hacer teatro, compuso algunos de los personajes más singulares de la televisión, como el Vasquito de “Campeones”. Y ahora, mientras está en dos escenarios a la vez, se atreve con la sombra enorme de Alberto Olmedo.

Por Hernán Fluk

Carlos Belloso hace lo que mejor sabe y más le gusta: actuar. Y vaya si actúa. Mucho y bien. En la última entrega de los premios ACE (entregados por la Asociación de Cronistas del Espectáculo) se llevó dos estatuillas: una por mejor actuación en unipersonal (por Dr. Peuser) y la otra como mejor actor de reparto en comedia (un inolvidable Calibán en la puesta de Lluis Pasqual de La tempestad, de William Shakespeare). Por ahora las tiene guardadas en el ropero –junto con el Martín Fierro que ganó el año pasado como revelación por su personaje del Vasquito en “Campeones”– porque no tiene biblioteca en su casa, todavía desacomodada. Lejos de toda pose, Belloso apunta a Página/12 que esos premios significan “un reconocimiento, y la verdad que es bárbaro recibirlos. Estimulan a hacer cosas, pero no cambia nada. Voy a pedir trabajo como el primer día, con una idea, un proyecto”. Y aclara: “Por más que ganes premios si sos necesario, si sos útil, si servís, está todo bien, y si no...”.
Lo de actuar mucho viene a cuento porque Belloso no se queda quieto. Los sábados por la noche tiene doble turno. A las 21 está en el teatro La Carbonera actuando en Intimidad, un espectáculo adaptado de la novela de Hanif Kureishi y dirigido por Gabriela Izcovich, con el que en junio cruzará el océano para realizar una temporada en el Teatro Lliure de Barcelona, en la que estará presente Kureishi para dar una serie de conferencias. Belloso está entusiasmado por el viaje, pero desliza una queja: “Pensar que acá no nos dan bola”. Apenas termina Intimidad aborda un taxi que, raudo, lo lleva sin escalas de San Telmo hasta el barrio del Abasto, más precisamente al teatro Actor’s Studio, donde a partir de las 23 le pone el cuerpo a una nueva temporada de Dr. Peuser, un espectáculo escrito por él mismo y dirigido por Enrique Federman. Solo sobre el escenario demuestra su ductilidad como actor interpretando ocho personajes diferentes, desde un guardiacárcel hasta un porteño Stephen Hawkins que sufre una “esclerosis lateral amiotrófica”, pasando por una mujer ultrajada y el inefable Dr. Peuser, con peluca y acento alemán.
–¿Cómo es trabajar en dos obras simultáneamente?
–Está bueno porque son dos cosas distintas. Peuser es mío y para la otra obra me convocó gente con la que ya había trabajado. Es un grupo generador de cosas muy interesantes. Además no es nada del otro mundo estar en dos obras, hay muchos actores que lo hacen. Hay que comer, hay que generar, hay que trabajar.
Belloso tiene 38 años, transita los escenarios desde hace casi dos décadas y, pese a que la televisión lo descubrió hace unos pocos años, le regaló algunos personajes inolvidables, como Donatello, un hipoacúsico impecablemente compuesto con el que brilló en “Culpables” el año pasado y con el que continuará este año, y el Vasquito de “Campeones”, una de las más extrañas criaturas que vio la tele. Además, a fines del año pasado se le animó a un monstruo sagrado de la televisión argentina: se puso la remera a rayas, se colgó las cartucheras y la gomera y encarnó al legendario Capitán Piluso (ver aparte). Pero antes de llegar a este momento recorrió un largo camino, que él mismo reconstruye en esta entrevista.
“Estudié en la Escuela Municipal de Arte Dramático, donde conocí a Damián Dreizik. Formamos Los Melli y empezamos a trabajar juntos de manera profesional. Había un circuito que recorríamos con otros actores como Batato Barea, Los apestosos, Urdapilleta, Las Gambas al Ajillo. El punto neurálgico era el Parakultural, donde todos juntos estábamos generando una explosión de algo que no sabíamos muy bien qué era, pero era movilizante. Ibamos, trabajábamos, nos daban una plata y manteníamos vivos esos lugares para seguir trabajando, hasta que no dio más”, recuerda Belloso.
–¿Cómo se produce su llegada a la televisión? –Después de la ruptura de Los Melli hice un unipersonal –¡Pará fanático!, también dirigido por Federman– y empezó a sonar un poco el nombre de Carlos Belloso. Antes yo era solamente Los Melli, era parte de una entidad. Yo no le daba importancia a la tele, yo no me fijaba en ella y ella no se fijaba en mí. Hasta que me cagué de hambre y dije bueno, algo tiene que pasar, y en ese momento coincidieron las miradas. La primera incursión fue en el programa “Ta Te Show”, donde me ponían unas máscaras y hacía personajes como Fredy Krueger o el Hombre Lobo. Pero mi verdadero arribo se produce simultáneamente haciendo una publicidad y con la convocatoria de Pol-ka para estar en el elenco de “RR.DT”, donde hice barrabrava visco y ronco.
–Todos sus personajes tienen una composición muy particular.
–Tiene que ver con una forma de trabajar. El Vasquito, por ejemplo, no era para un actor netamente de televisión, necesitaba una sustancia teatral, una construcción distinta y darle al personaje una psicología especial. Y con el sordo Donatello pasa lo mismo. Eso es lo bueno de Polka, porque hay una contaminación mutua entre la gente del teatro y la de la televisión. Hay yeites de la tele que los conoce la gente de la tele, y hay cosas de teatro que les dan sustancia a los personajes, y a la gente de Pol-ka eso le interesa. En cualquier tira yo hacía el Vasquito y seguro me decían no, andate, eso no va. Pol-ka escucha al actor porque el jefe es un actor y sabe lo que puede dar uno.
–Allí puede defender su lugar como actor de teatro.
–Totalmente. Siempre fui escuchado y hasta ahora estoy muy bien, estoy muy agradecido a Adrián Suar por las cosas que pude hacer y porque las propuestas que él me hizo fueron muy interesantes, me hacen sentir que estoy siempre en una búsqueda diferente. Donatello fue un pedido expreso de Suar. Un día vino y me dijo: “Pensé en un personaje que es para vos y que lo harías bárbaro, ¿qué te parece un hipoacúsico?” Me pareció bárbaro. Fui, busqué material, me contacté con personas, con una institución. El personaje pegó muchísimo y se fueron sumando capítulos.
–¿Siente que está construyendo su carrera por donde soñaba?
–No estoy construyendo mi carrera, estoy haciendo cosas y no sé bien qué es lo que hago. Es como que algo viene de arriba y me dice: “Torcé para acá”, y yo voy. Es raro lo que me pasa. Yo me considero un artista y el artista obedece ese capricho irracional que lo lleva hacia determinado lugar, pero siempre tiene que ser donde un lugar al que él quiera ir, porque si va donde quieren los demás está todo mal.
–¿Ha rechazado trabajos por esta cuestión?
–Bastantes, porque tengo muchos prejuicios y no haría ciertas cosas. De todos modos hay otras que no me convencen pero vería cómo se puede negociar, porque tampoco soy un cerrado.

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