Mié 10.09.2003

ESPECTáCULOS

Un golpe a los sueños de la gran patria socialista

“Santiago Ensangrentada”, el video documental que Página/12 ofrece a sus lectores desde este jueves, analiza a fondo los días de Salvador Allende, el golpe de 1973 y la intervención de la CIA.

Por Román Lejtman

Nunca mintió. En la campaña presidencial de 1970, Salvador Allende anunció que sus primeras medidas de gobierno serían aumentar los salarios, congelar los precios de la canasta familiar, nacionalizar la banca extranjera, estatizar la producción de cobre y las comunicaciones y hacer una profunda reforma agraria. Allende quería hacer la revolución, y diseñó una estrategia de poder que caracterizó como “La Vía Pacífica al Socialismo”.
Las promesas de Allende aparecen nítidas en el documental Santiago Ensangrentada, que realizamos con Página/12. Las imágenes muestran el respaldo popular al candidato socialista, y la resistencia que empieza a ejercer la Casa Blanca, que estaba ocupada por Richard Nixon. Es que los primeros cables cifrados que llegaron desde Chile sorprendieron a Henry Kissinger, por entonces secretario de Estado. Kissinger explicó a Nixon que Allende quería imponer un régimen marxista en el sur del continente, y que ellos debían impedirlo. Entonces, la CIA diseñó una operación secreta que se conoció con el nombre de FuBelt (Fu, el código de Chile como país para la inteligencia americana; Belt, cinturón, en la lengua materna del presidente republicano que cayó años después por el caso Watergate). FuBelt, acorde con los papeles desclasificados de la CIA, tenía como simple finalidad evitar que Allende llegara al Palacio de la Moneda.
El plan FuBelt fracasó, y la CIA tramó otras conspiraciones: se llamaron Track I y Track II, que implicaban asesinatos políticos, desabastecimiento, aislamiento internacional de Chile y, por último, un golpe de Estado encabezado por las Fuerzas Armadas.
El plan fue financiado por la Casa Blanca, monitoreado por Kissinger y ejecutado por los representantes de los sectores sociales que habían perdido poder y fortuna en las decisiones revolucionarias de Allende. La presión de Estados Unidos afectaba la economía chilena y aislaba al gobierno de la Unidad Popular. Allende, entonces, decide profundizar las relaciones diplomáticas con Cuba. En el documental, Fidel Castro aparece visitando Santiago de Chile, en donde pronuncia un discurso que reconoce el inédito camino asumido por Allende para hacer la revolución socialista. Y Allende, meses después en La Habana, replica que Nixon debe respetar su investidura y el principio de autodeterminación de los pueblos.
Pero Nixon tenía su propia estrategia, y su plan va agotando todas las etapas. Así, es asesinado el general René Schneider, y luego, desplazado el general Carlos Prats, dos reconocidos jefes del ejército que habían jurado defender la Constitución chilena y al gobierno democrático de Allende.
Con el camino despejado, Augusto Pinochet Ugarte quedó al frente de los complotados, aguardando su oportunidad histórica. Este jefe del ejército tenía bajo perfil, formación fascista y una personalidad que era difícil de descifrar. Tan difícil que Allende murió sin saber que lo había traicionado.
El 11 de septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas y los Carabineros avanzaron sobre el Palacio de la Moneda. Todo estaba preparado para asaltar el poder y terminar con la experiencia socialista de Chile. Allende informó a los golpistas que no renunciaría, y antes de enfrentar al fuego enemigo, pronunció su último discurso: “Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!”.
Allende resistió hasta la última munición de su metralleta. El Palacio de la Moneda estaba en llamas, el agua bajaba por las escaleras y el aire era irrespirable. No había nada que hacer. Se encerró en el despacho presidencial, apoyó la metralleta en su mentón, y disparó.
Una hora después, Pinochet anunció que era el Dictador de Chile. En ese país, en América latina, la historia cambiaría para siempre.

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