ESPECTáCULOS
› SERGIO BELLOTTI CUENTA SECRETOS Y PROBLEMAS DE “SUDESTE”, SU SEGUNDO FILM
“El cine independiente se hace a los saltos”
El realizador de “Tesoro mío” tomó un texto de Haroldo Conti ambientado en el Tigre, un relato de iniciación que vira al policial. Aquí da detalles de un rodaje que no sólo debió lidiar con las dificultades del Delta, sino también con el corralito.
› Por Horacio Bernades
“No es fácil estar filmando en medio del río, con el agua hasta las rodillas durante horas y días. Mucho menos, cuando el dinero de la producción quedó atrapado en el corralito y ninguno de los miembros del equipo puede cobrar un peso durante meses.” No es que Sergio Bellotti se queje de la experiencia, pero si en setiembre de 2001 le hubieran avisado que a los trastornos ocasionados por un rodaje en el Delta del Tigre iba a tener que sumarle la situación de excepción que miles de sus conciudadanos estaban por atravesar, tal vez Sudeste se hubiera terminado más tarde. O nunca. Basada en el relato homónimo de Haroldo Conti, la película entera transcurre, como la novela, a orillas del Paraná o en el río mismo, a bordo de una barcaza llamada “Aleluya”. Después de superar aquellos obstáculos, esa habrá sido también la exclamación de Bello- tti, el día que el rodaje finalmente llegó a su conclusión.
Con mayoría de actores no profesionales y un elenco reforzado por la presencia del experimentado Luis Ziembrowski, Sudeste –financiada por el propio realizador, a partir de un subsidio concedido por el Instituto de Cine y Artes Audiovisuales– se estrena mañana en Buenos Aires. Llega al estreno tras cumplir con el largo período de incubación que para una película argentina independiente parecería ya una suerte de sala de espera inevitable. Completado en los primeros meses del año pasado, el segundo film de Bellotti (cuya ópera prima había sido Tesoro mío, estrenada hace tres temporadas y basada en el caso Fendrich, aquel cajero santafesino que se alzó con un envidiado botín) inició hace un año su recorrido por varios de los más importantes festivales internacionales. El periplo de Sudeste comenzó en septiembre de 2002 y la llevó de San Sebastián hasta la edición 2003 del Bafici, con escalas en Karlovy Vary, Huelva, La Habana, Amiens y Rotterdam.
Ahora, un año después de su lanzamiento internacional, Sudeste encontró finalmente un hueco en la hostil cartelera porteña, copada como de costumbre por los tanques hollywoodenses de turno. “Salimos junto con Valentín, de Alejandro Agresti”, observa Bellotti, que viene de filmar las primeras escenas de su próxima película. Se llamará La vida por Perón y está basada en una idea original del propio Ziembrowski. “Para el estreno de Sudeste hubiera preferido no ‘pisarme’ con otra película argentina, como es el caso de Valentín, porque no es cuestión de andar peleando público. Pero qué se va a hacer, son las reglas del juego y no queda otra que aceptarlas.”
–¿Cómo surgió la idea de filmar Sudeste?
–Es la primera novela de Conti, publicada a comienzos de los 60. La leí por primera vez a los 18, y ya en ese momento me pegó fuerte. Es una crónica realista que narra la iniciación de un pibe del Delta, que vive de la pesca, a partir del momento en que muere su padre adoptivo. Ese registro se quiebra en el momento en que el protagonista, al que le dicen “El Boga”, se cruza con un chorro, “El Pampa”, que se está ocultando después de un tiroteo con uno de sus cómplices. A partir de ese momento, el relato deriva hacia un registro con muchos elementos del policial. Un poco a la manera de algunos relatos de Hemingway, en los que se ha visto la génesis de la novela de Conti, que más tarde escribiría La balada del Alamo Carolina y Alrededor de la jaula y terminaría desaparecido por la dictadura militar, en 1976.
–¿Hasta qué punto usted fue fiel a la novela?
–Lo primero que hice fue llamar al novelista Daniel Guebel (autor de La perla del emperador, entre otras), que ya había colaborado conmigo en Tesoro mío, para que se hiciera cargo de la adaptación. Guebel se encontró con que no era tarea sencilla, ya que los acontecimientos y los personajes resultaban algo borrosos frente a la presencia muy fuerte del ambiente, el Delta del Tigre, que llega a adquirir casi un rol protagónico. Juan Morosoli, un narrador uruguayo al que Conti admiraba, tenía una frase que es perfectamente aplicable a Sudeste: “La naturaleza anda y el hombre va detrás”. Nosotros respetamos esta concepción, pero para darle algún hilo a la narración –que en el relato original parece ir un poco a la deriva– Daniel encontró el recurso de hacer que el Boga cargue con el cadáver de su padre adoptivo en el bote. En la novela el tipo se muere, lo entierran y chau. Además, por razones de concisión nos vimos obligados a dejar afuera algunos personajes, como el de un boxeador al que le dicen “La Rubia”. Así, la película se concentra sobre todo en tres personajes: El Boga, El Pampa y El Cabecita. Este último es un amigo del Boga, un poco lerdo y un poco traidor, también.
–¿Qué lo llevó a filmar con una mayoría de actores no profesionales?
–La búsqueda de autenticidad, esencial a una crónica realista como es ésta. Es la misma razón por la cual el ambiente cobra un carácter protagónico. Busqué gente del lugar para que se hicieran cargo de los personajes, y diez días antes de empezar el rodaje tuve la suerte de encontrar a un chico que se llama Javier Locatelli, que es el que hace el papel del Boga. Para El Pampa, en cambio, me pareció mejor recurrir a un actor profesional, porque el personaje exigía más trabajo de composición. Y decidí llamar a Ziembrowski, que aparte de ser un actor al que admiro es un amigo. Eso sí: de entrada le aconsejé que bajara el registro, para no desentonar con los otros actores.
–Ahora se le juntó el estreno de una película con el rodaje de la siguiente.
–Sí. Empecé La vida por Perón porque necesitaba frío y lluvia. El clima de estos días me vino fenómeno. La vida por Perón transcurre el 1º de julio de 1974, el día de la muerte de Perón, que estuvo lluvioso. En la historia, que está basada en una idea original de Luis Ziembrowski y donde de nuevo me ayuda Guebel con el guión, un grupo armado peronista decide cambiar el cuerpo de Perón por el de un sindicalista que, de acuerdo a la ficción, murió el mismo día. Lo hacen porque recibieron un informe de que un grupo de ultraderecha estaría por secuestrar el cadáver del general, y la acción transcurre casi toda dentro de la casa donde velan al sindicalista. En el elenco están, por ahora, Ziembrowski, Martín Adjemian, Belén Blanco y un actor que se llama Esteban Lamothe, al que vi en teatro y me pareció buenísimo. Filmé esas escenas y ahora voy a tener que parar por un tiempo, porque todavía no está totalmente abrochada la producción. Cuando tenga todo atado, seguiré. Así es como se hace el cine independiente en la Argentina: a salto de mata.