Mié 10.09.2003

ESPECTáCULOS  › LOS 35 AÑOS DE YES EN UN DOBLE CD ANTOLOGICO

Los ecos del rock sinfónico

El compilado recorre la historia de la banda británica, que tuvo su auge y su declinación y que se ve sometida a periódicos revivals.

› Por Fernando D´addario

En 1985, en ocasión de su primera visita a la Argentina, Yes convocó a unas 120 mil personas en sus tres conciertos ofrecidos en la cancha de Vélez. Varias razones pueden esgrimirse para encuadrar ese éxito: el buen momento relativo de la banda (venían con el sorpresivo hit “Owner of a lonely heart”), la excitación de un público no acostumbrado a las visitas ilustres y, fundamentalmente, la posibilidad de comprobar empíricamente que los músicos de Yes eran seres humanos de carne y hueso. Esta necesidad no aludía tanto a la relación artista-público (distante por naturaleza en la liturgia rocker) como a una particularidad intrínseca de la banda: su música y todo lo que representaban parecían estar fuera de este mundo.
Todo eso cuando, a mediados de los ‘80, el devenir histórico del rock, para honrar el compromiso cósmico del grupo, los había borrado literalmente del mapa. Pero ahora, siglo XXI, la dialéctica rockera vuelve a encontrar resabios de sinfonismo en algunas de sus desesperadas búsquedas de síntesis. No es que vuelva el rock progresivo en su máxima pureza, alternativa que sería alarmante, sino que algunos de sus códigos artísticos son reabsorbidos hoy por agrupaciones lo suficientemente superadas como para abrevar de Genesis y de The Police sin tener que rendirle cuentas a la coherencia. El sello Warner decidió bucear decididamente en las fuentes y publicar un doble CD de Yes, titulado con pompa The ultimate Yes 35th anniversary collection. Se trata, debe admitirse, de un banquete sinfónico que, en oídos baqueteados por otros sonidos menos pretenciosos, puede derivar clínicamente en un empacho.
Por suerte, los vaivenes digestivos son regulables desde que existe el formato CD. Un poco de memoria y espíritu práctico ayuda a hacer una cuenta que puede resultar cruel: de los 35 años que apunta el calendario y pondera el marketing del revival, sólo cinco (el período 1970/1975) valen realmente la pena. El resto, es decir prácticamente los últimos 30, está constituido por relecturas, pasos en falso, maquillajes, desuniones, uniones, y una paulatina pero inexorable languidez. Pero aquellos cinco años, y eso es lo que cuenta aquí, marcaron una manera de concebir la música, de relacionarse con ella y con quienes la consumían, que expresó a toda una generación rockera. Un par de discos editados el mismo año (1972), los notables Fragile y Close to the edge motorizaron el fenómeno, que tuvo su epítome y su promesa de colapso en el insuperable (en términos cuantitativos) Tales from topographic oceans (1974). Puede arriesgarse que este último disco (del que se puede escuchar en esta recopilación la “canción” “Ritual”, que dura sólo 21 minutos) fue uno de los gérmenes del punk.
¿Qué pasaba en esa época en la que cuatro músicos virtuosos –Steve Howe, Rick Wakeman, Bill Bruford y Chris Squire– y un cantante angelical –Jon Anderson– se mostraban tan, pero tan por encima de las simples cuestiones terrenales? Es cierto que tocaban muy bien, pero más allá de eso acaso hayan sintonizado con un tiempo en el que el rock sintió que era poca cosa, que estaba para más, y que esa voluntad de superación debía tener como parámetro la música clásica, garantía de alta cultura y refinamiento. Muchas bandas, no enroladas nítidamente en la corriente, se subieron en algún momento a esta “evolución” que, a falta de profundidad, derivó en gigantismo. King Crimson coqueteó con el sinfonismo desde la deformidad creativa de Robert Fripp; Pink Floyd llegó a las alturas en un viaje de ácido; Emerson, Lake & Palmer creyó realmente que era una banda sinfónica. Yes se sumergió en un devaneo estelar (en el que también influyó la gráfica de Roger Dean) que hoy resulta naïf, pero que en algún momento fue la música.
Es cuestión de apretar el play en el equipo y activar el rewind interno. Y dejarse llevar, si se está bien predispuesto. Las opciones son: entrar en trance con joyas como “Roundabout”, “Long distance” o “And you and I”; ejercer el derecho al sadomasoquismo y escuchar los 21 temas de corrido; o, más fríamente, seguir la trayectoria de la banda con actitudhistoricista. Si prevalece esta última opción, se recorrerá un período de incertidumbre entre 1974 (Relayer) y 1980 (Drama), el viraje modernizador del disco 90125 y el camino gris, puramente formal, que fue dibujando después. La elección puede estar sujeta a condicionantes emotivos, porque Yes, como buena parte del rock, ya forma parte de la nostalgia colectiva.

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux