ESPECTáCULOS
“Con la revista ‘Humor’, la gente empezó a reírse de los militares”
El especial que Canal (á) emitirá hoy a las 16 recorre la historia de la publicación que enfrentó a la dictadura con ironía y talento.
Por Oscar Ranzani
Mientras los militares detenían, torturaban y hacían desaparecer personas se realizaba el Mundial de Fútbol 1978. Eran tiempos en los que, junto al terrorismo de Estado, gobernaba una feroz censura de prensa. Las violaciones a los derechos humanos comenzaron a conocerse en el exterior y la Junta Militar buscó deshacer su traje de victimario para calzarse el de víctima de “una campaña antiargentina”. Precisamente el Mundial les iba a garantizar la limpieza de su imagen en el resto del mundo. Mientras tanto, en la Argentina reinaba el silencio impuesto y muchas publicaciones elogiaban al régimen. Sin embargo, el 6 de junio del ‘78 esa historia comenzó a torcerse. Tres periodistas fundaron la revista Humor: Andrés Cascioli (director), Tomás Sanz (jefe de redacción) y Aquiles Fabregat (secretario de redacción). Una revista que fue un palo en la rueda de la censura. La historia de esta publicación es contada por Cascioli, Sanz y Fabregat, junto a los dibujantes Rep y Horacio Altuna, en el especial que Canal (á) emite hoy a las 16 (repite a las 23.30).
Antes de que Humor “naciera” ya habían “muerto” otras dos publicaciones. Una de ellas, Satiricón, creación de Cascioli y Oscar Blotta, fue clausurada por el gobierno de Isabel Perón. La otra, Chaupinela, sucedió a Satiricón y corrió igual suerte durante el mismo gobierno. Después de que los editores ganaron un juicio, Satiricón volvió a editarse pero fue nuevamente prohibida por la dictadura de Videla. “Y la gente de Videla nos dijo: ‘si siguen saliendo con esta revista los matamos a todos’”, recuerda Cascioli con estupor. Sin embargo, posteriormente con Humor, fueron más lejos y la revista se convirtió en un referente del cuestionamiento al régimen a través de la sátira y de la denuncia. “Para nosotros era un misterio. Los comienzos fueron muy precarios y no sabíamos que iba a tener esta repercusión”, señala Sanz sobre la revista que, en su época de gloria, llegó a vender 300 mil ejemplares.
“Al principio no era una revista de humor político”, reconoce Rep. “No había permiso para ello. Luego fue como tanteando el terreno y comenzó a atacar algunas imágenes ministeriales como, por ejemplo, Martínez de Hoz. Y después se empezó a animar a hacer chistes contra los militares. A los militares como institución”, destaca el actual dibujante y humorista de Página/12. “La política se la fue llevando por delante y se transformó en una revista que hoy la recordamos como de humor político”, comenta Rep. Otro dibujante de Humor, Horacio Altuna, cuenta que en historietas como “Las puertitas del señor López”, la gente “encontraba mensajes ocultos”. “Los tenían y nosotros queríamos darlos con respecto a la censura. Y también encontraban mensajes donde no los poníamos. Es decir, había una necesidad de encontrarlos”, describe Altuna.
“Mostrábamos dibujos en los que les daban una patada en el traste a los militares, con el traje roto y cortado, en situaciones ridículas”, señala Cascioli. “Cuando una cosa tan solemne como la vestidura militar era atacada, esos símbolos militares se debilitaban mucho. La gente se empezó a reír de ellos y cambió la cosa. No digo que haya sido Humor pero ayudó bastante a que les perdieran el respeto”, agrega el director. Mientras tanto, Sanz recuerda un hecho tan histórico como valiente: la primera caricatura de Videla. “Fue muy charlada previamente entre nosotros porque era un paso más adelante en el terreno político”, sostiene. “Y era riesgosa: era un Videla que se hundía en el abismo, en las profundidades del mar como la industria argentina que se hundía por la liberación de la industria y los productos que venían de afuera. Supongo que a partir de ahí la revista se puso un poco incontrolable para el poder”, indica Sanz.
En democracia la revista bajó notablemente sus ventas y cerró en 1999, en medio de pleitos judiciales y de problemas con sus trabajadores. Dejó un legado. “Hasta el ‘83 si la gente quería enterarse de algo tenía que comprar Humor, no había otra forma”, subraya Fabregat.