Mié 24.09.2003

ESPECTáCULOS  › MARTIN WUTTKE HABLA DE “ARTAUD RECUERDA A HITLER Y AL CAFE ROMANICO”

“Artaud era un totalitario del arte”

El actor alemán define a la pieza que protagoniza como “un monólogo que devela el resentimiento de Artaud hacia una burguesía complaciente frente a las teorías destructivas que alentó el nazismo”. La obra se presenta hoy, mañana y el viernes en el Alvear.

› Por Hilda Cabrera

Puede que haya habido razones profundas para que el francés Antonin Artaud escribiera en 1943 un texto breve dirigido a Hitler, recordando un encuentro de 1932 en el Romanische Café, lugar visitado por intelectuales y artistas de la época. Pero si bien ese texto es real, no existe certeza alguna sobre la razón de su escritura. El ensayista de El teatro y su doble, que combatió el teatro de narración y psicológico e impulsó el rescate de un teatro de violencia mítica, había sido declarado “insano mental” cuando redactó aquella carta. Artaud permaneció internado en un establecimiento psiquiátrico entre 1937 y 1946. Murió en 1948, después de haber sido diagnosticado como incurable. Aquel encuentro imaginario al que aludía la carta inspiró una pieza que el Berliner Ensemble presenta en el Festival que culmina el domingo 28. La obra lleva por título Artaud erinnert sich an Hitler und das Romanische Café (“Artaud recuerda a Hitler y al Café Románico”), su autor es Tom Peuckert y tiene como protagonista al actor Martín Wuttke, a quien se vio aquí en una anterior producción del Berliner, La irresistible ascensión de Arturo Ui, de Bertolt Brecht. Artaud... se presentará entre hoy y el viernes, en el horario de las 20, en el Teatro Presidente Alvear, de avenida Corrientes 1659.
En diálogo con un pequeño grupo de periodistas, y a escasas horas de su arribo a Buenos Aires, Wuttke, acompañado aquí por el director Paul Plamper, subraya el hecho de que esa carta existe y también que los amigos del artista enfermo lo habían puesto a resguardo en una zona no ocupada por los nazis. El actor (que en 1996 se desempeñó como director artístico del Berliner) adelanta que se trata de un monólogo que devela el resentimiento del creador del Teatro de la Crueldad hacia una burguesía complaciente frente a las teorías destructivas, como las que alentó el nazismo. “Esa carta que inspiró la obra a Peuckert no le fue nunca enviada a Hitler y, por lo que sabemos, jamás Artaud se entrevistó con él”, precisa el actor. Fue una suerte, porque los nazis lo hubieran apresado y asesinado, considerándolo un artista degenerado, por sus teorías, su enfermedad y su drogadicción.”
En cuanto a los intentos por descubrir alguna línea que comunique a Artaud con Hitler, el director Plamper opina que el poeta y teórico francés sostenía una concepción totalitaria del arte. Según escritos de Artaud, el fin del teatro consistiría en crear mitos de orden cósmico capaces de expresar la vida en sus aspectos esenciales. En la entrevista, Plamper recuerda la existencia de otra carta en la cual el artista francés plantea que Hitler utiliza tácticamente en el campo político ideas que provienen de lo artístico. Esto avala en algún aspecto la intención del director de desarrollar el monólogo (escrito como pieza radiofónica y en verso) a la manera de un juego con visos de comedia. De todas formas, y en opinión de Wuttke, no hay razones para establecer enlaces simplistas entre uno y otro personaje: “Eso sería ir demasiado lejos. Artaud estaba desilusionado de Hitler y del teatro burgués”, sintetiza el actor.
Artaud erinnert... es considerada por Wuttke como el epílogo a su trayectoria en el Berliner (la compañía y teatro que fundaron en 1949 Bertolt Brecht y Helene Weigel). El actor integra actualmente el plantel de la Volksbühne de Berlín, y dice sentirse bien en Buenos Aires. Memora, todavía impresionado, la “conmovedora reacción del público” cuando junto al elenco del Berliner presentó La irresistible ascensión...: “Algo pasa en mi cabeza cuando vengo a la Argentina o cuando fui a Chile, y en el viaje hacia aquí pude ver desde el avión la cordillera”, dice.
–¿Cómo resuelve la interpretación de estos dos personajes?
–La obra lleva como subtítulo “Una alucinación”, y es eso. La alucinación de una persona que sueña ser actor y se ha encontrado frente a frente con Hitler. En realidad, no actúo a Artaud ni a Hitler, sino que alucino. Cuando trabajaba con el director Heiner Müller en La irresistibleascensión de Arturo Ui, me sugirió que escuchara las grabaciones hechas por Artaud, pues, según él, en la Europa de los años ‘30 había dos grandes voces histéricas: la de Artaud y la de Hitler.
–¿Ese era el clima en Alemania?
–En casi toda Europa la atmósfera cultural tenía ese tono. Era una mezcla de poder e impotencia. Cuando uno escucha registros sonoros de esa época descubre fuertes crispaciones, sacudidas de un lenguaje que pretende hacer temblar la tierra. En realidad, era el pensamiento el que producía esas voces y ese clima.
–¿Dónde residen el juego y la comedia cuando se trabaja con personajes como Artaud y Hitler?
–Precisamente, estos personajes de comportamientos extremos se convierten en un buen material para el teatro. Son ellos los que nos están pidiendo que los miremos con irreverencia. Pero aclaro que esta obra no es una comedia sino una perspectiva en tono de comedia.
–¿Que el personaje sea encerrado en esta puesta en una caja de cristal sirve para subrayar la marginación?
–Soy muy malo para explicar la obra, pero sé que esa caja admite múltiples interpretaciones. Durante mi trabajo no veo a los espectadores, tampoco los escucho. Me veo sólo a mí mismo. Ese espacio está aislado acústicamente y me veo en las paredes espejadas. Se puede pensar que esa caja es el estudio de grabación de una radio o una celda de interrogación policial. Tampoco se sabe si el personaje está allí encerrado porque se lo quiere cuidar o porque la protección es para los que están afuera.
–¿Qué nivel de “sonoridad” tienen hoy las voces comparadas con las “histéricas” de los años ‘30?
–Las voces están hoy como por debajo de niveles audibles. Podría pensarse que la vida cotidiana no encuentra su mejor expresión en la voz; hasta las maneras de relacionarse son generalmente débiles. Sin embargo, existe la tendencia a creer que cada uno es auténtico consigo mismo. Se intenta mantener un tono mesurado. En Alemania se desconfía de todo lo que suene altisonante o demagógico, y los políticos se cuidan. Por un lado esto es una ventaja, pero por otro no se dice abiertamente lo que se piensa y la voz que llega es la que va mediatizando la publicidad.

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