ESPECTáCULOS
Música degenerada, para nunca perder la dignidad
“El emperador de la Atlántida”, una obra maestra de Victor Ullmann, se estrena hoy en el Colón.
› Por Diego Fischerman
A Victor Ullmann no le fue bien en la vida. Sólo pudo dedicarse por entero a la composición de música durante un corto período de su vida: mientras fue prisionero en un campo de concentración. El campo era Theresienstadt, al norte de Bohemia, y los nazis pretendían mostrarlo como ghetto modelo, destinado a intelectuales y artistas. De hecho, el 23 de junio de 1944 permitieron una visita de la Cruz Roja para que se verificaran las excelencias del campo y la libertad que allí tenían los internados. Se ignora si ése fue el plan desde el comienzo o hubo algo que determinó el cambio de idea pero, el 16 de octubre de ese año, la mayoría de los prisioneros –entre ellos Ullmann– fue enviada hacia Auschwitz para su asesinato.
Prisionero desde septiembre de 1942, acusado de judío, este antiguo alumno de Schönberg que durante veinte años había intentado sin éxito hacerse conocer como compositor y que se había desempeñado como crítico musical oficial de Theresienstadt, dejaba, entre otras, una obra maestra: su ópera de cámara El emperador de la Atlántida (Der Kaiser von Atlantis), subtitulada como “La muerte abdica”. La obra jamás se representó en la Argentina hasta ahora y fue redescubierta recientemente, en medio de todo el movimiento de revaloración de la Entartete musik (música degenerada), es decir toda aquella que los nazis prohibieron por pertenecer a autores judíos, atonales o influidos por géneros menores como el jazz o el music-hall. Y El emperador de la Atlántida tiene un poco de todo eso. Por eso pero, sobre todo, por su calidad musical, el estreno, hoy a las 3 de la tarde en el Teatro Colón, como parte de la temporada de la Opera de Cámara de ese teatro, será uno de los acontecimientos del año.
Con nuevas funciones el próximo viernes 10 y el miércoles 15, a las 20.30, esta obra representada por primera vez en Amsterdam, en 1975, tiene un libreto de Peter Kien y ronda, desde una perspectiva cercana al simbolismo, un tema cuya carga dramática se multiplica geométricamente si se piensa la circunstancia en la que fue escrito. En el comienzo, la muerte conversa amablemente con el arlequín, que representa la vida; ambas tienen muy poco que hacer en los tiempos modernos. La muerte tiene, por otra parte, su dignidad. El emperador, llamado Overall (sobre todos), acaba de declarar la guerra total e intenta convencerla de jugar para su bando, obteniendo una negativa. El emperador, sólo en su palacio, dirige la guerra por teléfono. Pero nadie muere. Un soldado y una doncella enemiga (en una cita al combate de Tancredi y Clorinda, en La Gerusalemme liberata de Torquato Tasso) al no poder vencerse en combate se enamoran. Finalmente el emperador acepta ser la primera víctima para poder salvar a su pueblo de la inmortalidad.
El emperador de la Atlántida subirá a escena con régie de Marcelo Lombardero y dirección musical de Sergio Brizzio. La escenografía y vestuario son de Gastón Joubert y los intérpretes serán los barítonos Luciano Garay y Hernán Iturralde, el bajo Gui Gallardo, los tenores Enrique Folger y Gabriel Centeno, la soprano Laura Rizzo y las mezzosopranos Alejandra Malvino y Vanesa Mautner. La ópera de cámara del Colón, recientemente reflotada, produjo durante el año pasado una puesta sumamente exitosa de La ocasión hace al ladrón de Gioacchino Rossini, con régie de Claudio Gallardou. El objetivo es, además de presentar títulos poco frecuentados, lograr un tipo de producción movible, de modo de tener un repertorio itinerante con el cual poder hacer también funciones fuera del Colón.