Sáb 11.10.2003

ESPECTáCULOS

“Quiero darle otro vuelo a la danza, sin actuarla”

El bailarín, actor y coreógrafo Rodrigo Pardo explica de qué se trata “Cuadrado negro sobre fondo negro”, espectáculo que integra tanto lo tanguero como las técnicas del pintor ruso Kasimir Malevich.

Por S. F.

Cuando el bailarín, actor y coreógrafo Rodrigo Pardo empezó a investigar sobre la relación entre el espacio y el movimiento en la danza contemporánea, no sabía que adoptaría en sus próximas coreografías, al principio de modo inconsciente, algunas de las principales concepciones suprematistas del pintor ruso Kasimir Malevich (1878–1935). Alcanzar el grado cero del movimiento le permitiría despojar a la danza de los aspectos más barrocos, para transformarla en un vehículo decisivo de sensibilidad y simplicidad cromática. Cuadrado negro sobre fondo negro, que se presenta los domingos a las 20.30 en el Camarín de las Musas (Mario Bravo 960), es un espectáculo de danza que contiene un doble programa: el estreno del solo Viaje Redondo, creado e interpretado por Pardo, y Cuadrado negro sobre fondo negro, que cuenta con la participación de Marina Brusco, además del propio Pardo. En estas obras, que combinan técnicas tan dispares como el tango y el contact improvisation, los bailarines dibujan en el piso círculos y cuadrados que se convierten en una cama, una casa o un escenario, como si formaran parte de un gran cuadro suprematista. Las pasiones de un hombre y una mujer contrastan con el abstraccionismo matemático que contiene a la pareja. “Las limitaciones me ayudan a crear más que la libertad. Es una cuestión que responde a la realidad social en la que estoy inserto”, dice Pardo en la entrevista con Página/12.
“Siempre me interesó darle a la danza otro vuelo y significación sin recurrir a la actuación”, comenta Pardo, egresado del Taller de danza Contemporánea del Teatro San Martín, que integró la compañía Tangokinesis, de Ana María Stekelman, y la compañía Lesgart–Sanguinetti. El cuadrado fue la primera figura geométrica que irrumpió con fuerza en la creación de Cuadrado negro sobre fondo negro (presentada recientemente en el marco del IV Festival Internacional de teatro), título inspirado en un cuadro de Malevich, “Cuadrado negro sobre fondo blanco”. “Llegué a él por casualidad. Alguien que sabe de arte vio un ensayo y nos dijo que lo que estábamos haciendo se parecía a una pintura de Malevich, por la forma de utilizar los cuadrados”, revela el coreógrafo. “Malevich necesitaba sacarle a la pintura todo lo que le sobraba. La idea de los suprematistas era que cada arte se bastara por sí mismo”. Pardo, sorprendido por la coincidencia de propósitos con el pintor ruso, admite que aunque su deseo estuviera vinculado con esta búsqueda, no quería hacer una obra de danza fría, que fuera un mero ejercicio. “El diálogo entre el material matemático y frío del diseño perfecto en el piso y los dos bailarines le fue dando otra significación, que resaltaba el contraste entre lo geométrico y lo humano”, precisa Pardo.
En el solo Viaje Redondo, Pardo profundiza el trabajo con las figuras geométricas y el movimiento, nuevamente inspirado por un cuadro de Malevich que muestra un círculo negro, pero descentrado. “Lo circular me permitía indagar en la idea de continuidad, aunque el desafío consiste en estar contenido en un círculo, pero en una obra que tenga mucho movimiento”, añade el coreógrafo. “Me decidí a incorporar el tango en esta coreografía por una cuestión personal. Fue como parar la pelota y preguntarme qué tengo en el cuerpo del tango”. Pardo confiesa que al principio pensaba que para cumplir con el manual del uso y las buenas costumbres de un tanguero debía peinarse a la gomina, ir a la milonga y bailar imitando los pasos que todos hacían, tomar mucho vino y ser el último en retirarse. “El tango genera una dependencia total con el otro. Es una danza en la que tenés que entender mucho de qué va la comunión con otro para empezar a hablar”, dice y luego alude a la visión que se tiene del género en otras tierras. “El tango en el exterior funciona como una especie de Disneyworld. Mientras que en muchos países europeos ylatinoamericanos hay comunidades locales tangueras que te reciben y te ofrecen espacios, acá para ofrecer tu obra en un teatro independiente podés estar más de un año tratando de conseguir un subsidio. Son dos realidades tan diferentes que me cuesta fusionarlas”, aclara Pardo.

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