ESPECTáCULOS
› COMO APROVECHAR LOS VAIVENES EMOCIONALES DE SUSANA
El gran negocio del divorcio
Sube el rating, se venden revistas y resucitan figuras olvidadas. Enredos, mentiras y dinero en torno del escándalo de la temporada.
› Por Julián Gorodischer
Por un minuto, el silencio que acompaña a toda noticia bomba. Después, la fábrica empieza a funcionar otra vez, para resucitar a figuras de segunda, subir el rating, vender revistas, devolver la pasión al chimentero. Nace el emporio, reciclado cada tanto, de la noticia del corazón. “Nos corre adrenalina, trabajamos en equipo”, dice el redactor estrella, guardián de puertas de bares y casas. Es la emoción de estar alerta, de ser la fuente que reemplaza al diario y a la agencia de noticias. Divorcios, casamientos y muertes son para la revista buitre la clave de la venta, lo que los lectores quieren. ¿Es así? “En estos casos explosivos, tiramos para el mismo lado –dice Pablo Procopio, de Gente–, vuelve la adrenalina...” ¿Tapas rendidoras? “La muerte de Rodrigo, los casamientos de Suar y Maradona y, claro, los divorcios de la diva.” Lo que sigue: paladear los diez mil números vendidos de más, buscar terceras en discordia, seguir a Jazmín y a Monchito (el perro de la rival), resucitar a Flavia y sospechar del affaire del tipo con Florencia de la V. Prolongar, hasta el infinito, el comentario.
“Los medios –analiza Sylvina Walger, autora junto a Claudia Acuña de Una mujer, biografía no autorizada– hacen un uso industrial del divorcio, y la cobertura es patética: la usaron para reírse de ella, que está gorda, y se convierte en una imperdonable. No se le disculpa no formar una pareja y hablar del amor como si tuviera 15. Se burlan de las debilidades de las mujeres.” A la diva victimizada se la ve en bicicleta, en ataque de nervios por la infiltración del camarógrafo, y Mauro Viale vive el deleite de la primicia. Cuando todos hablan, mejor tenerlo antes y más tiempo. Lo que llega es la homologación. “Todo tiene el mismo valor –dice Walger–, los sucesos en Bolivia o la separación de Susana. Así no se puede calibrar, ni establecer jerarquías reales sobre la información.”
En la tele, Susana da explicaciones de por qué el amor y la vida se terminan, y el rating sube. Cambia el promedio de 22 puntos por 27. Más público, también, para Viviana Canosa y Jorge Rial. El monotema exige esfuerzos de creatividad: ponerle el micrófono al perro, inventar un nuevo amor (con el cardiólogo Jorge Berardi), atribuirle a él relaciones con mujeres (Gaba Esquivel, Flavia), hombres (Ronnie Arias) y travestis (Florencia de la V). Ya habrá tiempo para desmentir. “Aparecieron 125 terceras en discordia –admite Angel de Brito, panelista de “Los Profesionales”–, resucitaron a Flavia, hicieron notas al perro y hasta Lanata y Tenembaum especularon sobre la relación de Corcho con Galimberti y Born. Pero de todo eso, hacer especulaciones políticas es lo menos serio. Si querés hablar de Susana, hacete cargo de tu frivolidad.”
El divorcio tiene algo que paraliza: detiene junto a la revista, fuerza la compra, pauta la agenda. Las estrellas saben que hay que acreditarlo para dar el salto. Si es con escándalo tendrá más resonancia. Pero no por civilizado rendirá menos. Tuvieron divorcios recientes Moria, Susana, Carolina Papaleo, Claudia Maradona y Graciela Alfano. También Karina Mazzocco, con polémica incluida. Fernanda Iglesias, periodista de Clarín, acusó al representante de la “Grandiosa” (Marcelo Rey) de pedirle espacio para “el dato” de la ruptura. El escandalete renovó la puja trillada entre famosas y papparazzis: ¿hasta dónde? Para Marcelo Rey, “los chimenteros son naturalmente violentos, y hay que evitarlos sin ponerse nervioso. Es una mentira grande que la gente quiera saber; la gente no anda preguntando por la calle a los famosos sobre su vida privada. Yo no hago prensa, yo genero comentario a partir del trabajo de mis actores”.
Pero la venta crece, la TV se mira más, y nadie quiere quedarse afuera. Es la discreta tragedia para las masas, sin sangre ni muerte violenta. Aquí no se corre el riesgo de parecer morboso y es más fácil decirse tentado a “acompañar”. No se ve el desborde o el lagrimón, y el descargo se ejerce sin quiebre de la voz, sin anteojos negros. No hay luto. ¿Porqué vende? “En un país sin monarquía –dice la periodista Cristina Wargon-, los reyes sustitutos apasionan como Lady Di en Londres. Los divorcios son un espejo deformante de lo que nos puede ocurrir a los casados.” ¿Es la prolongación tardía de los viejos mandatos de la moral burguesa? ¿Es la alteración del “estarás casado” que muchos decretaban caduco? “No, cuando uno se enamora, el impulso es el para siempre. Y todos esperamos que a alguien le salga bien.” La psicoterapeuta Lea Kliksberg prefiere extraer una lección del caso: “La buena noticia es la invitación a pensar desde un nuevo paradigma en el que las certezas se terminaron en lo afectivo, en lo laboral y en lo social. Yo cuento conmigo. La Diva cuenta con ella. Los otros son compañeros de ruta y desde ahí se pueden entablar vínculos más sanos”. Final con moraleja, y todos contentos. Hasta el próximo divorcio.