Mar 21.10.2003

ESPECTáCULOS  › OPINION

Santo descanso, Metallica

› Por Eduardo Fabregat

Quizás existan unos 60 mil puntos de vista –es decir, la misma cantidad de tickets vendidos para River–, pero no parecen caber dudas de que el de estrella de rock es un trabajo agotador. Así lo han señalado los muchachos de Metallica, a quienes no les alcanzaron los 40 días de vacaciones disfrutados antes de afrontar la parte sudamericana y japonesa del tour de presentación de St. Anger. Es mucho trabajo, hay que reconocerlo: entrenar a un nuevo bajista tras la partida de Jason Newsted, componer canciones, grabarlas, producirse y poner cara de malos, enérgicos y furiosos en las sesiones de fotos, hacer entrevistas, ensayar un show, salir a tocarlo, tolerar los calores del Summer Sanitarium Tour en Estados Unidos, filmar un clip y encima tener que bancarse las largas horas de viaje en las incómodas butacas del First Class para venir a la Argentina, meter una media sonrisa entre tanta cara de malo enérgico y furioso y decir “Oh, nos encanta venir aquí, el público es maravilloso y qué buena es la carne”. Estresante. Agotador.
¿Qué sucedió entre los reportajes de Claudio Kleiman publicados en la más reciente –y ahora desactualizada– edición de la Rolling Stone argentina y este escueto comunicado, mental y físicamente agotado? En la revista, James Hetfield, Kirk Hammett, Lars Ulrich y Rob Trujillo hacen el cover del remanido hit “Estamos en nuestro mejor momento” y gritan a los cuatro vientos –sin muestras de cansancio– su renacimiento como banda, su renovada química interna, el poderío de su show y la certeza de que “aunque vayamos con pocos equipos, vamos a rompernos el culo tocando” (sic). Entre los 60 mil aspirantes a espectadores que ahora se dejan ganar por su propia santa furia, en tanto, circulan infinidad de teorías y versiones conspirativas, como si el sentimiento de “qué va a venir Metallica a esta Argentina hecha mierda” hubiera estado esperando hasta ahora para estallar. Los que prefieren la vena humorística no dejan de recordar al Technotronic de 1990 o incluso a aquel célebre no-show de Kiss en la Bombonera, en 1983.
Lo cierto es que Metallica está cansada, estresada, agotada, sin más ganas de romperse el culo tocando. Y 60 mil personas se quedaron en la Puerta 12 del Monumental, cebadísimas a solo ocho días del show, mental y físicamente agotadas de ser tomadas para el santo churrete. Ya llegará el tiempo de las declaraciones disculpatorias, pero todo esto debe sonar como un simple susurro en las mansiones de descanso del cuarteto. Unos metálicos malos, enérgicos y furiosos que nunca se cansan de combatir al MP3, pero jamás replantean el delirante reparto de la torta en la industria discográfica, que termina pagando mejor a los abogados que a los músicos. Unos veteranos del despelote a los que la Santa Furia no les alcanzó para evitar el tremendo estrés de estar bajo las luces del business.
Para los chicos, entonces, para los que hoy miran su ticket con una mezcla de amargura, bronca, desconcierto y resignación, un pequeño consejo: este sábado, nada de resolver la angustia poniendo el Album Negro o ...And justice for all a todo taco. A bajar el volumen, que Metallica está descansando.

(Según informó la productora CIE Presenta, aún no se definió si lo de Metallica será suspensión o cancelación definitiva, ni cómo sería la devolución de entradas. Ayer circuló la versión de que vendrían en diciembre, sin mayores detalles.)

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