Jue 30.10.2003

ESPECTáCULOS  › “DEVORADOR DE PECADOS”, DE BRIAN HELGELAND

Intrigas en la casa del Papa

› Por Martín Pérez

Aquí están juntos otra vez. El carilindo Heath Ledger, el sanchopancesco Mark Addy y la hermosa Shannyn Sossamon. A dos años de haber protagonizado ese bizarro placer culpable titulado Corazón de caballero, el trío de actores volvió a ponerse a las órdenes del australiano Brian Helgeland, abandonando las armaduras –aunque no tanto la Edad Media– para encarnar un pretencioso thriller religioso ambientado en el Vaticano contemporáneo, justo cuando llega el momento de elegir a un nuevo Papa.
Todo comienza con la extraña muerte en Roma del maestro de los Carolingios, una orden eclesiástica que reniega de la modernidad al tiempo que abraza el conocimiento. Ubicado en su iglesia de Nueva York, el joven sacerdote carolingio Alex (Heath Ledger) deviene en extraño detective religioso y parte de urgencia a Roma, convocando a su compinche Thomas (Mark Addy) y cargando inexplicablemente tras de sí una novia platónica llamada Mara (Shannyn Sossamon), que ha intentado asesinarlo en medio de un exorcismo.
Con una oscuridad estetizante que recuerda por momentos a un video de Nine Inch Nails, la barroca trama de Devorador de pecados no ahorra escenas macabras. Es más, parece buscarlas gratuitamente. Las investigaciones de Alex lo llevarán así hasta las catacumbas del culto al Papa Oscuro y se terminará encontrando finalmente con el Devorador de Pecados, un personaje milenario capaz de otorgarles perdón a los pecadores antes de su último aliento. Y que tiene reservado para Alex un papel fundamental en su destino.
Todos estos elementos no alcanzan a hacer del film de Helgeland algo más que un curioso sumidero de efectos especiales y frases altisonantes. Creyendo en sí misma y en su importancia como única redención posible, Devorador de pecados es más el número uno de una colección de comics (o el capítulo presentación de una serie televisiva) que una película hecha y derecha. Entre su vocación por el relato de los inexistentes capítulos anteriores y la necesidad imperiosa de escenas truculentas aquí y allá, Ledger y sus coprotagonistas (entre los que aparece un inquietante Peter Weller que dejó la droga de Festín desnudo por una adicción más peligrosa llamada poder) deben esforzarse para disimular los huecos de una trama macabra, aunque deshilachada e indulgente.

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux