ESPECTáCULOS
› LOS HERMANOS MORGADO ARMARON UN TRIO CON SILVINA CHEDIEK
Nostalgias de los fogones playeros
Con la intención de recuperar el espíritu de las guitarreadas, el espectáculo “MorgaDOS + Chediek” sube al escenario del Maipo
› Por Karina Micheletto
Los hermanos Morgado llegan tarde a la entrevista, por diferentes razones. Esteban acaba de bajar de un crucero inglés en el que tocó diez días con su cuarteto, mientras el barco recorría las costas brasileñas, y el desembarco demoró más de lo previsto. El guitarrista pisa suelo argentino con dos urgencias concretas: saber cómo salió Boca (todavía no está al tanto de la desgraciada lesión de Tevez) y asegurarse de que le grabaron los últimos diez capítulos de “Resistiré”, en un momento clave de la telenovela. Fanático de la tira, compuso junto con su amigo Horacio Fontova una versión tangueada del tema “Resistiré”. Claudio Morgado, en cambio, llega tarde porque, dicen, siempre llega tarde. Viene de su casa de Don Torcuato con look y actitud despreocupados y su urgencia concreta, explica, es asegurarse de llevar a sus hijos a la escuela, de pasar el suficiente tiempo con ellos. Y después ir concretando todos los proyectos que lo ocupan, tanto televisivos como musicales. Como el que lo reunirá por primera vez con su hermano y con Silvina Chediek, bajo el pormenorizado título de MorgaDOS+Chediek, todos los viernes, desde hoy, en el teatro Maipo, y en el verano en el Torreón de Mar del Plata.
MorgaDOS+Chediek es ni más ni menos que la recreación de un fogón playero, de esos que se estiran hasta el amanecer con “una que sepamos todos” tras otra, y que los Morgado supieron compartir en sus veraneos adolescentes en Santa Teresita. Chediek no tiene training en esto, porque, según la chicanean los hermanos, veraneaba en Punta del Este. Entonces será la dama que cae en la “emboscada nocturna” y el objeto de deseo y de disputa entre los músicos fogoneros. “En realidad, ella ya sabe que es una emboscada, porque ya le pasó más de una vez”, la acosan los hermanos durante la entrevista. “Pero igual sigo yendo, eso demuestra que soy una mujer de fe, no pierdo la ilusión”, se ríe ella. Durante el forcejeo masculino que irá estructurando la función, los músicos tendrán la ayuda del actor Roberto Antier, que se sumará a cantar algunos temas, y de los integrantes del cuarteto de Esteban Morgado. Y también del público, protagonista importante de la escena. Porque, en rigor, la puesta es una ampliación de las guitarreadas que durante casi dos años hizo Esteban Morgado en el bar Los 36 Billares, donde la gente pedía temas y él entregaba “deliveries musicales”, cantados a coro.
El encuentro para la nota tiene algo de caótico, con los hermanos poniéndose al día y las intervenciones ansiosas de Chediek resonando como fondo. Mientras tanto la asistente de los Morgado, que los conoce desde la adolescencia y que compartió aquellos míticos fogones en Santa Teresita, cuenta que en el espectáculo hay un fondo de verdad importante, que las guitarreadas nocturnas en la playa eran los espacios que aprovechaban los varones para reunir chicas con cualquier excusa: el avistamiento privilegiado de ovnis o la contemplación del apareamiento de orcas, actividades sólo posibles a la medianoche.
–Expliquen de qué se trata el espectáculo a alguien que no los conoce.
Claudio Morgado: –Podría ser una adaptación para trío de una obra de Chéjov, pero no es. La escena empieza cuando se juntan, sin proponérselo, dos hermanos en un fogón. Yo soy el que rompe la guitarreada cuando llego con un piano de cola a la arena. Como nunca pude tocar en un fogón porque lo mío es el piano, acá concreto mi viejo anhelo, empujando el piano 340 kilómetros por la Ruta 2.
Silvina Chediek: –Se supone que yo soy la razón por la que ellos se quedan ahí, pero en el transcurso del espectáculo aparece claro que la única verdad que los reúne es la música.
C. M.: –Si quiere politizar más la nota, puede poner que la única verdad es la realidad.
S. C.: –Ahora que lo pienso, yo vengo a ser el elemento molesto en esta reivindicación de la música. Porque para tranquilidad de la gente quiero aclarar que no canto, si no es cuando cantamos todos juntos, con el público. Soy una buena persona y no los haría pasar por esto.
Esteban Morgado: –En realidad ella se hace la modesta pero canta lindo, ya lo vieron en el programa que hacíamos en cable, “Letra y música”. Además, es impresionante la cantidad de canciones que sabe, es como tener todas las “Toco y canto” en una persona.
Esta es la primera vez que los hermanos Morgado tocan juntos, no ya como invitados uno del otro, sino encarando un espectáculo conjunto. Podría pensarse como una suerte de regreso de Claudio a la música, después de una carrera en televisión que, en realidad, comenzó como músico: en 1991 fue el pianista de “El agujerito sin fin”, pero al tiempo pasó a ser uno de los animadores del programa y siguió conduciendo ciclos como los del canal de cable infantil Cablín, “El acomodador”, “Pulgas en el siete” y “Televisión registrada”. Pero él aclara que, en realidad, nunca dejó de lado la música.
–Pero sí eligió un camino diferente al de su hermano, que es un músico profesional.
C. M.: –Claro, yo me retiré del circuito de la música profesional. Laburé mucho profesionalmente, tocando y componiendo, y agoté una etapa. Como todo trabajo, el de músico tiene sus cosas buenas y malas: por ahí tenés que ponerte a hacer jingles y no tenés ninguna gana. Cuando empecé a trabajar en la tele me di cuenta de que me divertía mucho, sobre todo porque siempre hice ciclos largos, con buenos compañeros. Pero una cosa es bajarse del laburo de músico y otra, bajarse de la música. Cuando llegás a cierta profundización, ya no te bajás más de la música. Ahora quiero ir tomándome más tiempo para componer.
E. M.: –Yo noto que Claudio retoma un camino que es fantástico y estoy contento de haber sido el que lo arengó para que lo hiciera. Porque él es un muy buen músico. No lo digo porque sea mi hermano, pero hace todo bien. También hace unos lindos ceniceros en cerámica. Ahora lo estoy convenciendo para que se ponga a venderlos a la salida del teatro.