Mié 19.11.2003

ESPECTáCULOS

Choripanes, hinchas y una barra cool en el lanzamiento de “Boca TV”

Con la Bombonera a tope, con famosos en ascenso y en descenso, fue presentado el canal de cable de “la mitad más uno”.

› Por Julián Gorodischer

El grito es de una potencia arrolladora: acaban de pisarle el dedo de la uña negra, justo el que le desgarró la cortadora de césped. Noemí Alan, se sabe, no es de esas que se ahorran la puteada, ni el “ahora van a ver”, asustando al propio Macri que pasa por al lado pidiendo algo de calma. Pero ella sigue mechando el dolor con la mística, en este día en que ha nacido la criatura, “el mejor canal del mundo, el que va a conquistar Asia y Medio Oriente...” (Macri dixit). De los micros siguen bajando contingentes “en fila, sin salirse, avancen”, y éste es un infierno de codazos y empujones porque “acaba de largarse la rueda de chorizos”. El chori, gordo y rebosante en el pancito, circula por la tribuna de socios y el contingente se vuelve loco, desaforado, para pegar el manotazo: la pizzita del “vermouth” no conformó a nadie. Se delimita una zona vedada junto a las mesas, y aparece la furia menos pensada: la del mozo. “Paren, bestias, abajo, abajo...”, como un ama sadomaso, pero sin éxito. Alguien dice: “¡Esto es un saqueo!”.
Pero un optimista reinterpreta la catástrofe: “Esto es Boca”. La liturgia los prevé así: hambrientos y apasionados, porque –al decir de Giordano, socio célebre– “somos todos de tablón, bien de abajo, si sos de Boca, no te la creas, volvé al barrio, vení a la cancha...”. Hoy, en el lanzamiento del canal “que se va a comer al mundo”, hay que recuperar el chori, la birrita, la pizza y la popu para, sólo así, abonar al status de socio de ley, aun para el trajeado de celular y habano o el que estacionó la 4x4 en la esquina. “Miralo...”, se ríe el yuppie en la cara de su amigo cuando le ve la corbata manchada de pomarola. “Si te vieran en el restó, en el barrio privado. ¿Quién iba a pensarlo?”
“Acá no vengas a hacerte el ricachón”, cargosean a Ante Garmaz, en pose de divo, y la que vuelve es esa atmósfera triunfal de “la mitad más uno”. En el auditorio, Marixa Balli se emociona con los goles más famosos, y un gordito enumera la programación que se verá en diciembre, caras y nombres variables, pero unidos por los colores: “La cuna azul y oro”, “Pintado de azul y oro”... En la pantalla gigante se ven chicas lindas muy tetonas, de camiseta apretadita, fieles al modelo que le gusta al hincha (dice alguien). Y tipos medio gorditos, uno muy parecido a la Tota Santillán, carnosos, de labios gruesos, medio pelados: el socio promedio (dice uno más malo). Pero lo que llega es un gesto extraño, que será el lema del canal y consiste en pasarse dos dedos por el pecho rapidito, como parte de un slogan que tiene nombre: “Hacerse la raya”. Lo hacen, en el videowall, la Raulito, el hincha célebre (Ante Garmaz) y el “trava”: todos juntos para confirmar el multitarget y asegurarse así un espectador mayoritario. “Este es mi mundo”, dice Giordano, excitadísimo, antes de parodiarse a sí mismo a pedido del movilero, como aquella vez en que lo fajaron por ser ¡de Boca!: “¡No me peguen, no me peguen!”.
Hay aplausos cada vez que se anuncia un flamante programa para todos los gustos: entrevistas a ex jugadores y perfiles de mujeres, actividad del barrio y noticiero deportivo. El grupo cool (¡siempre hay un grupo cool!) se esfuerza para no sentirse en un cóctel cualquiera: Iván Noble y el Zorrito Von Quintiero hacen jueguito con el vaso de plástico. Que no se confunda nadie: ésta es la escena de la camisa salida del pantalón, con manchitas de pomarola en la corbata y sudor de tanto apretujón y gritos, también para el habitué de Las Cañitas.
De pronto, el gordo Claudio Orellano, locutor oficial, dice: “Quietos... que hay sorpresa”, y se aparece la murga bajando por la tribuna. Pero a esta altura todos están tomados por el fervor: “Boca te amo”, en un rapto emocional conjunto que se hace enorme con el anuncio de los fuegos de artificio sobre el campo, una tormenta azul y oro que anticipa el cierre para llorar. Ya nadie se acuerda del chorizo, ahora que se impone el manotazo a una bolsita con souvenir, gorra y camiseta para llevarle derecuerdo a la familia. Se desata la furia de la promotora: “Bestia, este tipo es una bestia”. Y el dilema es si subirse al último micro que va al centro o esperar la reposición de bolsas.

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