ESPECTáCULOS
Los códigos de la nueva ficción
En el cable, las series imponen al consultor de imagen por sobre el guionista: construyen así nuevos arquetipos sociales y culturales.
› Por Julián Gorodischer
Ha nacido la tiranía del look. “Queer eye for the straight guy” (Sony) impuso su prioridad: aniquilar al rústico. Los “Five Fab” (Fabulosos Cinco) escuchan el dilema del pintor gordito y empiezan la renovación: cortarle el pelo y enseñarle a dar besitos. Después, lo espían en su casa y ríen con malicia: “Parece un orangután”. Pero el brindis final los encontrará felices: se acomodó el jopo como se debe. Aquí van algunas claves para ver qué códigos manejan las nuevas ficciones:
1) El que llega, en cualquier caso, es el manual del producido. El tipo de la serie “I’m with her” (Warner) toma clases de ballet para soportar su primera cita con la estrella. Levantarse a la famosa tiene sus costos, pero el mayor es aceptar un protocolo del espectáculo que introduce el gossip (chisme sobre otros famosos) intercalado en la trama débil. Si los remates son flojos, todo repuntará cuando se vea el último grito de la temporada: verlo a Patrick hecho un payaso y descubrirlo refinado en la siguiente escena. Si la serie alla antigua se limitaba a mostrar belleza, el estreno de este mes prefiere pensar en una remake de “El patito feo”. Como en “Joe Millonaire” (Fox), el reality de citas, donde las chicas llegan de la provincia, y pasada la hora bailan en la gala con su mejor traje tras el paso de un ejército impensado de peluqueros y maquilladores. Agoniza el guionista; se impone el ¡consultor de look!
2) Si las nuevas series matan al desarreglado, reviven una compulsión mundana: armar parejas. Todos se obsesionan con un mundo en par, y la que lidera la tendencia es “Miss Match” (Fox), con Alicia Silverstone hecha especialista en divorcios y, por las noches, celestina. De la pícara de “Ni idea” queda poco y nada en esta bajada moral que apunta a la compensación: la que separa, que una. El “emparejado” llega con resistencias: la protesta del fan ante la unión entre Rachel y Joey en “Friends” (Warner) o la ya forzadísima tensión sexual entre el gay y la casada de “Will and Grace” (Sony). La ficción de fórmula prepara un grupo de muchos ex y los pone a intercambiarse, como en el flamante “Coupling US” (Sony), que apenas sirve para disparar bromitas sexuales: él la tiene muy grande pero, ¡uh!, ella guarda un consolador en la mesita de luz.
3) ¿Cómo sucedió que, un día, las series se obsesionaron con los muertos revividos? El top de la rareza es el estreno de “Dead like me” (Sony), la comedia de lo imposible: de cómo una niña muerta se convierte en “reaper” para tomar otras almas. La muerte no le sienta nada bien al nuevo panorama del cable, que encuentra temas en el lugar menos pensado: como “Crossing Jordan” (USA Network) y la rutina cotidiana de la médico forense. El muerto habla, también, en la policial “Missing” (USA Network), crónica del rejunte entre la blanca y la negra del FBI para reciclar sin gracia la herencia de “Los expedientes secretos X”: la blanca escucha voces y tiene videncias que ayudan a resolver los casos.
4) Muerte al hombre recio. El tipo, según las series, pide ayuda al gay (en “Queer...”) para cambiar de imagen o toma clases de ballet (en “I’m with her”). El tipo de “Coupling US” deja que ella avance en la primera cita porque tiene miedo, y el de “Joe Millonaire” espera a que lo saquen a bailar. El tipo de “Miss Match” llora su pena de amor frente a Alicia Silverstone. La nueva masculinidad, según el cable, modifica al Superman de “Smalville” (vuelto un nenito sureño, en Warner). Y hasta el “Hombre Araña”, de MTV, entra en la volteada. Basta verlo caminar por el campus con su cinturita de avispa. Es un chico Divito.
5) Pero la apuesta más fuerte de la movida reality es el desembarco de “American Idol” (Sony), por primera vez en la Argentina. El gran jurado dice al novato: “Si cantaras, destruirías a la industria”, y el chico los manda al carajo. Lo que llega es una flagelación: cuando los Fab Five de “Queer...” se venden como angelitos pero encarnan la peor pesadilla del tipo hétero: espiado en las sombras por cinco “locas”. O en “Joe Millonaire”, donde las chicas expresan su sueño de princesas sin saber que Joe es un conductor de grúas. Es la zona liberada de la palabra correcta o la moraleja conceptual: mientras la ficción tributa al hogar, disuelve la comunidad y promueve la familia tipo, el reality propone su cambio de rumbo: un inmejorable clímax dramático en sus variantes para la crueldad.