Vie 21.11.2003

ESPECTáCULOS  › LOS GUIONISTAS DE “RESISTIRE” Y “SOY GITANO” ANALIZAN EL FENOMENO DE SUS TELENOVELAS

“Las ficciones fallan cuando pretenden bajar línea”

Mario Segade, de “Resistiré”, y Marcela Guerty, de “Soy gitano”, explican por qué llevaron sus respectivas historias a un punto que redefine los límites y los alcances del culebrón clásico.

› Por Emanuel Respighi

Es la hora diaria en la que la televisión se abre a un complejo mundo de sensaciones en el que todo puede ocurrir. En la (i)lógica de “Soy gitano” y “Resistiré”, nada es demasiado osado ni está fuera de lugar. En esos lugares extraños que idearon los guionistas con altas dosis de creatividad y audacia, todo es imprevisible a los ojos de los millones de televidentes que siguen a diario esa vertiginosa sucesión de conflictos que guían el desarrollo de ambas telenovelas. Rozando lo grotesco y lo surreal, la comunidad gitana del 13 se reinventa a sí misma en cada episodio sin sentir vergüenza por las exageraciones actorales ni por los giros místicos que tomó la trama luego de un comienzo algo errático. En la telenovela de Telefé, en tanto, el nudo dramático excedió la relación amorosa entre Diego y Julia; lo que se suponía una telenovela clásica se transformó en una combinación de géneros, en la que el thriller y el suspenso fueron ganando lugar hasta llegar a un programa que se animó a hablar del tráfico ilegal de sangre y plasma humano. Ya nada es como antes. Ni siquiera en el rígido molde de las telenovelas.
Personajes agobiados por extraños hechizos, muertos resucitados por conjuros místicos, lágrimas de éter que posibilitan entrar en sueños ajenos, fantasmas que irrumpen en la vida terrenal, persecuciones automovilísticas propias de una película policial, rehenes por doquier y un alto nivel de violencia verbal y física. Esos son los condimentos narrativos de ambas telenovelas. Nada parecido al nudo clásico de chica pobre-enamorada-de-hombre-rico, o viceversa, con el consecuente conflicto familiar. ¿Redefinición de los tradicionales límites que enmarcaron a las telenovelas? ¿Melodramas aggiornados a los tiempos actuales? ¿Ruptura de género? ¿O sólo una nueva moda televisiva?
“Hicimos una novela pensando que a los tres meses de aire nos iban a echar como perros, incluidos los directivos del canal”, comenta medio en serio y medio en broma Mario Segade, guionista de “Resistiré” junto a Gustavo Belatti. “No era muy común una telenovela que tratara sobre la sangre, con un trabajo especial en la imagen. No seguimos leyes de mercado ni de narrativa tradicional y por eso surgió un pool de géneros donde la historia de amor es una más detrás de otras. Tan mal no nos fue: todavía seguimos trabajando”, detalla a Página/12 quien fue también autor de “Vulnerables” y “Verdad/Consecuencia”.
Diferente fue el caso de “Soy gitano”. Pensada como un culebrón clásico para vender al exterior, la telenovela fue virando hacia lo esotérico paulatinamente, como pidiendo permiso. “Al principio no sabíamos muy bien hacia dónde iba a disparar la historia: si continuábamos en el melodrama clásico o si tomábamos un camino diferente”, confiesa a Página/12 Marcela Guerty, autora de “Soy gitano” junto a Marcos Carnevale. “Pero a partir del veneno almavida contra Mora (Julieta Díaz), nos fuimos embalando con el realismo mágico. Al punto de que a veces nos parece que nos vamos a la mierda, pero nos divierte. Esa también es una forma de escribir una tira diaria”, concluye.
Aunque amparadas bajo la imposibilidad de un amor, motor clásico de toda telenovela, “Resistiré” y “Soy gitano” se animaron a incursionar en mundos diferentes al costumbrismo barrial que se instaló en la TV nacional a mediados de los ‘90. Incluso, casi no hay registro de “lo argentino” en el surrealismo de “Soy gitano” y en el policial erótico de “Resistiré”. Los autores construyeron dos historias que, alejadas de toda racionalidad terrenal, les permiten jugar con los guiones y los personajes. He ahí una de las claves que explican, en parte, el fenómeno de masividad que acompaña a ambas telenovelas noche tras noche (los dos ciclos acaparan en conjunto el 80 por ciento del rating diario de 22 a 23). No tienen la presión ni la necesidad de reflejar “lo social” como elemento ineludible. “La TV y la ficción fallan cuando pretenden bajar línea”, apunta Segade.
“En ‘Resistiré’ –se suma Belatti– no nos atamos a nada, ni siquiera a la concepción del bien y del mal que planteaban las telenovelas de antes.Hay historias que son dramáticas pero que, a la vez, causan mucha gracia. Eso hace que el programa sea visto por gente rarísima, que nunca en su vida vio telenovelas. Es una novela de personajines a los que por momentos se los ama y por momentos se los odia”. En tal sentido, Guerty aclara que el realismo mágico que tomó “Soy gitano” no fue el que “salvó” a la novela. “El tema de la brujería hizo que se comentara más la novela y que la gente se animara a decir que veían ‘Soy gitano’, y lo mismo pasó con ‘Resistiré’. Pasó a ser cool decir que veían algunos de los dos programas, utilizando la palabra bizarro para definir a un culebrón como ‘Soy gitano’. A los argentinos nos cuesta decir que vemos telenovelas. Es parte de nuestra idiosincrasia ocultar ciertos gustos de nuestra intimidad, como una forma de mantener la imagen”, subraya.
A la hora de plasmar en pantalla una telenovela ya no se recurre a polvorientos manuales de estilo ni a convenciones genéricas. En “Resistiré” y “Soy gitano”, al menos, esas rigideces ni siquiera se discuten: se rompen. Desde el contenido hasta la puesta visual, todos los aspectos formales son replanteados en cada episodio de las dos novelas que mantienen en vilo al país televisivo. Tanto para unos como para otros, los verdaderos motivos de estos cambios –más allá de las cuestiones sociales y del horario de emisión– tienen un fuerte anclaje en el lugar que los autores recuperaron dentro de la industria.
“Tanto ‘Soy gitano’ como ‘Resistiré’ –subraya Guerty– son dos propuestas que tienen que ver con la identidad de los autores, que se animaron a tomar otros caminos. Nuestra identidad es contar historias, introducir a la gente en un mundo mágico, ficcional. Si la fantasía de Blancanieves se pudo contar, ¿por qué no narrar en clave mágica y fantástica una historia de gitanos? Claro que depende de la identidad del que se sienta a escribir.” En el mismo sentido, Segade puntualiza que “en la actualidad los autores trabajan mucho más que antes”. Según el autor, “el logro mayor de la nueva televisión es que no toma al espectador como pelotudo. No se lo considera como un consumidor ciego que absorbe cualquier porquería. Hay una toma de conciencia de que a los televidentes hay que darles buenos programas diarios, bien actuados y con innovaciones constantes. No es casualidad que las cuatro ficciones diarias tengan el rating más alto del año en curso. El año pasado la TV estaba llena de gente opinando en un living. La ficción tomó riesgos narrativos y la gente los recibió bien”, analiza el guionista de “Resistiré”.
Pero aun cuando ambos equipos autorales admiten la necesidad de que la telenovela nacional se renueve luego de años de hegemonía de las telecomedias, ellos mismos saben que todavía falta mucho camino por recorrer. Y que el año próximo –donde los autores volverán a competir en el horario de las 22– comienza un nuevo desafío. “Tendremos que seguir contando otras cosas que sean originales. No hay que quedarse en esto porque la gente se aburre: hay que superarse. Los autores tienen que entender que no se puede hacer lo mismo dos años seguidos”, remarca Belatti. Guerty sintetiza el camino a seguir para que la ruptura no sea un mero fenómeno pasajero. “Ojalá –desea la autora– que no se tomen sólo los elementos mágicos de las novelas. Lo interesante sería que se rescate la idea de contar historias de otra manera. Hoy será con realismo mágico, mañana será policial, pasado con humor y así sucesivamente. Lo bueno es darnos cuenta de que se pueden invadir otros géneros dentro de las novelas, que se puede contar algo más que la clásica historia de amor que termina felizmente.”

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